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jueves, 2 de junio de 2016

Cuando vivimos en el sentido del Reino de Dios reconocemos que Dios es nuestro único Señor y comenzamos a mirar al prójimo con la mirada del amor

Cuando vivimos en el sentido del Reino de Dios reconocemos que Dios es nuestro único Señor y comenzamos a mirar al prójimo con la mirada del amor

2Timoteo 2,8-15 /Sal. 24 / Marcos 12, 28b-34

Es una pregunta que en el fondo siempre nos hacemos todos. ¿Qué es lo más importante? ¿Qué es lo principal que tengo que hacer para poder decir que soy buen cristiano? Aunque nos sabemos cristianos, por así decirlo, de toda la vida, sin embargo de alguna manera nos hacemos esas preguntas, aunque también nos sepamos las respuestas. Podemos coger el catecismo que aprendimos desde chico, recordar los mandamientos aprendidos, y repasar todo lo que en torno a la religión hayamos estudiado y reflexionado.
Es la pregunta que hoy un letrado viene a hacerle a Jesús. Quizá había escuchado a Jesús – y eso le inspiraba confianza para preguntarle – y aunque era un letrado, o sea, uno que estaba como encargado de enseñar la ley del Señor al pueblo, sin embargo ante lo que va planteando Jesús le surge quizá esa pregunta en su interior. ¿Quería confrontar si en verdad Jesús estaría enseñando algo contrario a lo que era la ley mosaica, la ley del Señor, orgullo del pueblo de Israel? Pudiera ser, porque ya vemos que algunos con malas intenciones vienen en muchas ocasiones para probar a Jesús. Aquí sin embargo parece que hay sinceridad.
Como decíamos, había escuchado a Jesús y quizá veía cómo Jesús se centraba en el anuncio del Reino de Dios. Era el anuncio que Jesús había comenzado a hacer desde su primera predicación y para lo que pedía conversión del corazón. Las parábolas con las que Jesús enseñaba eran una explicación de ese reino de Dios. Era algo nuevo y distinto, se preguntaba quizás.
Jesús le responde textualmente con lo que todo buen judío se sabia de memoria y repetía muchas veces al día, porque así estaba establecido desde el Deuteronomio. El primero es: Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. A lo que a continuación añadirá como segundo mandamiento pero de igual importancia  El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que éstos.
Que significaba el reino de Dios que Jesús anunciaba. Que relación tiene con este mandamiento primero y principal que Jesús nos recuerda. No es otra cosa que el reconocimiento de Dios como el centro y eje de nuestra vida. Es el Señor, nuestro Rey, es nuestro Dios, al que tenemos que adorar, pero al que tenemos que amar por encima de todo y con toda nuestra vida. Cuando decimos reino de Dios eso estamos reconociendo, pero reconocer que Dios es nuestro único Señor al que tenemos que amar sobre todas las cosas implica necesariamente el amor que le hemos de tener a los demás.
Cuando vivimos en el sentido del Reino de Dios ya tenemos que comenzar a mirar al prójimo de una manera distinta, porque ya tiene que tener cabida en nuestro corazón, en nuestro amor. Sin eso no habría verdadero Reino de Dios. Es lo que ahora Jesús nos enseña y nos recuerda. Es lo que tiene que ser en verdad el centro de nuestra vida. Es eso primero y principal que hemos de hacer, por lo que nos preguntábamos como decíamos al principio.

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