Con Jesús ha nacido un mundo nuevo donde reina, donde tiene que reinar para
siempre el amor
Hechos 14, 20b-26; Sal 144; Apocalipsis 21,
1-5ª; Juan 13, 31-33a. 34-35
‘Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros’, les dice Jesús.
Suena a despedida. Son las palabras de Jesús en la cena pascual. ‘Me queda
poco de estar con vosotros…’ y os voy a hacer una recomendación, quiero
dejaros un mandato…
A la manera de cuando nos despedimos de un ser amado, bien porque
vayamos a emprender un viaje y vamos a estar largo tiempo separados de aquellos
seres a los que amamos, y comenzamos a hacerles recomendaciones, ‘tú cuídate…
en sus manos dejo mis asuntos… traten de hacer las cosas bien, de llevarse
bien…’; esas recomendaciones que solemos hacer, como para dejar un recuerdo,
algo que permanezca en la memoria y sea como una señal de que si vamos a estar
lejos queremos que las cosas marchen bien como si nosotros siguiéramos estando
presentes; o serían las recomendaciones de unos padres a sus hijos porque ven
que les llega su ultima hora, lo que solemos decir las ultimas voluntades, que
va más allá del reparto de unas posesiones o unas riquezas, sino que lo que un
padre desea es que sus hijos se sigan comportando como tales, que la familia no
se descomponga, que permanezcan unidos y se sigan queriendo.
Es lo que les está diciendo Jesús. Han convivido ya mucho tiempo y El
los había ido instruyendo sobre el Reino de Dios que se constituía y que ellos
ahora habían de continuar realizando; había ido creando una especial comunión
entre ellos, para que nadie se sintiera con privilegios ni nadie se impusiera
el uno al otro, porque habían de quererse como hermanos, habían de ser en
verdad una nueva comunidad, y de ahí la comunión que entre ellos se había
creado.
‘Me queda poco de estar con vosotros… y este es mi mandamiento, os
doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado’.
La insistencia de Jesús a lo largo de todo su anuncio del Reino de Dios era
constituir ese mundo nuevo del amor; de una forma y de otra había ido
insistiendo como habíamos de amarnos todos, los unos a los otros, al menos como
nos amamos a nosotros mismos y como en ese amor tendría que haber ninguna
distinción ni nadie había de ser excluido de ese amor. Por eso hablaba del amor
a los enemigos, el amor a los que nos habían hecho daño incluso rezando por
ellos; hablaba de la nueva relación que nos tendría que llevar al perdón, a la
comprensión, a la aceptación del otro, fuera quien fuera. Ni se podía excluir
del amor al pecador, ni con nadie habríamos de hacer discriminación.
Ahora, por así decirlo, redondea ese estilo del amor. Ya nos había
dicho que habíamos de ser compasivos y misericordiosos como lo era el Padre del
cielo, proponiéndonos como modelo de perfección en el amor, el amor infinito de
Dios que tanto nos había amado que nos había entregado a su Hijo único. Ahora
nos está diciendo que nuestro amor ha de ser como su amor. ‘Amaos los unos a
los otros como yo os he amado’, viene a decirnos.
Y es que además cuando amemos a los demás, sea quien sea, es como si
le estuviéramos amando a El. Como diría en otro momento ‘todo lo que
hicisteis a uno de estos humildes hermanos – y hablaba del hambriento, del
que nada tenia y estaba desnudo, del enfermo o del inmigrante, del que estaba
condenado en la cárcel, o de aquel que nadie quería – a mí me lo hicisteis’.
Y tal de de ser la intensidad de este amor nuevo que nos está dejando
Jesús como su testamento que por eso nos van a distinguir. Ya se admirarían los
paganos del amor de los discípulos de Jesús diciendo ‘mira como se aman’.
Por eso ahora nos dirá: ‘La señal por la que
conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros’. Nuestro distintivo de seguidores de Jesús. No se nos
va a distinguir porque recemos mucho o porque vayamos muchas veces a la
Iglesia, porque formemos un grupo aparte y cerrado en si mismo ni por los
milagros que podamos hacer; se nos va a distinguir por nuestro amor, y no un
amor cualquiera, sino un amor como el que nos tiene Jesús.
Va a nacer una nueva comunidad, una
nueva comunión, la de los que creemos en Jesús y nos amamos como El nos amó. ‘Ya
me queda poco de estar con vosotros…’, pero esta es mi recomendación, está
será la señal de que yo sigo para siempre con vosotros, en el amor que os
tenéis. Por algo Juan en el Apocalipsis nos hace esa descripción de esa ciudad
nueva, de esa nueva Jerusalén que parece bajada del cielo, es la comunidad en
la que brilla de manera especial el amor, que resplandece - ‘como una novia
que se adorna para su esposo’ – por su amor. Y ahí ya no tiene que haber
llanto, dolor, luto, tristeza, ninguna pena, porque donde reina el amor todo
eso se ve mitigado, todo eso se ve transformado porque viviremos para siempre
en la alegría y la esperanza del amor. ‘Hago el universo nuevo’, que
decía el Espíritu en el Apocalipsis, ha nacido un nuevo universo donde reina,
donde tiene que reinar para siempre el amor.
Seguramente más de uno mientras nos
vamos haciendo esta reflexión se va haciendo muchas preguntas – yo también me
las hago – sobre si todo esto que estamos diciendo es una realidad en nosotros
hoy, en los que nos llamamos cristianos. Constataremos quizá que la realidad
deja mucho que desear, porque no terminamos de amar así, de crear esa comunión
de amor entre nosotros. Es cierto. Somos una comunidad de pecadores, pero que
queremos ser una comunidad de santos.
La realidad son nuestras debilidades
pero también tendríamos que decir – ese tendría que ser al menos nuestro empeño
– que reconocemos que somos pecadores, pero que queremos crecer en un amor así.
Nos cuesta en nuestra debilidad, pero sabemos que el amor del Señor no nos
falta y no nos falta su gracia para superarnos, para crecer cada día más, para
obtener también el perdón y la misericordia del cielo ante tantas debilidades nuestras
y ante la frialdad de nuestro amor.
Por eso venimos a la Eucaristía, aun
sabiendo que no somos lo santos que tendríamos que ser, pero queremos alimentar
nuestro amor, queremos crecer en nuestro amor, queremos amar con un amor como
el que Jesús nos tiene. Esa es nuestra súplica llena de esperanza.
Gracias por la palabra de hoy 💚👍
ResponderEliminar