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martes, 29 de diciembre de 2015

Aprendamos del anciano Simeón, hombre justo y piadoso, lleno del Espíritu Santo para abrir nuestro corazón a la misericordia en el amor a Dios y a los hermanos

Aprendamos del anciano Simeón, hombre justo y piadoso, lleno del Espíritu Santo para abrir nuestro corazón a la misericordia en el amor a Dios y a los hermanos

Juan 2,3-11; Sal 95; Lucas 2,22-35

‘Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo’. En tan breves versículos qué descripción más hermosa. Un hombre justo y piadoso, un hombre con una esperanza grande en su corazón, un hombre con la visión de Dios en sus ojos porque estaba lleno del Espíritu del Señor.
Por tres veces se menciona al Espíritu Santo en relación a Simeón en tan breves versículos: ‘el Espíritu Santo moraba en él… recibido un oráculo del Espíritu Santo… impulsado por el Espíritu Santo’. Un hombre que se deja conducir por Dios, que se deja llenar de Dios, que escucha a Dios en su corazón. Claro que podía descubrir en aquel niño que era presentado al Señor para cumplir con la ley de Moisés al Mesías del Señor. ‘Mis ojos han visto a tu Salvador…’ Su misión en la vida estaba cumplida; se habían visto colmadas todas sus esperanzas; la Palabra del Señor que es siempre fiel se había cumplido. ‘Puedes dejar a tu siervo irse en paz’.
Siente uno envidia de este hombre que pudo tener en sus manos al Hijo de Dios. Es una primera sensación y un primer deseo que siente uno en el corazón al contemplar esta escena del Evangelio. Pero es que tendríamos que emular a este santo anciano en lo que fue su vida y su fe y esperanza. ‘Hombre justo y piadoso’ nos lo ha descrito el evangelista. Mucho encierran estas dos palabras para hablarnos de la rectitud de la vida de Simeón.
El justo es el hombre fiel que camina rectamente por los caminos del Señor. Justicia es santidad, es pureza de corazón, es rectitud y búsqueda de lo bueno, es bondad y generosidad de espíritu, es respeto y es apertura al otro; y cuando decimos al otro decimos al hombre que camina a nuestro lado, pero también cuando decimos al Otro, es abrirnos a la trascendencia porque es abrirnos a Dios.
Por eso inmediatamente que dice justo dice piadoso. Quiero fijarme en el significado de la palabra piedad y para eso he consultado el diccionario que nos dice: ‘Virtud que inspira, por el amor a Dios, tierna devoción a las cosas santas, y, por el amor al prójimo, actos de amor y compasión’. Una referencia a Dios al mismo tiempo que una referencia al amor al prójimo, a la compasión y a la misericordia. Temor de Dios, amor a Dios, culto a Dios por una parte. Ya nos decía el evangelista cómo estaba lleno del Espíritu Santo. Su vida estaba centrada en Dios. Pero precisamente ese centrarnos en Dios nos lleva a abrir nuestro corazón a los demás. Por eso entraña compasión, misericordia. La misericordia que nos viene de Dios la trasbordamos nosotros hacia los demás.
Muchas más consideraciones podríamos hacernos en torno a este evangelio, pero creo que nos puede bastar para nuestra reflexión lo que venimos diciendo al contemplar la figura del anciano Simeón. Abramos nuestro corazón a Dios, dejémonos conducir también por el Espíritu Santo pero que eso siempre nos lleve al encuentro misericordioso, generoso en amor para con los que caminan a nuestro lado. Si lo hacemos así podemos decir que tenemos la dicha de tener a Jesús en nuestras manos, más aún, lo tendremos bien aposentado en nuestro corazón.


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