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sábado, 2 de enero de 2016

Jesús es la verdadera seguridad de nuestra vida porque es nuestra Sabiduría y nuestra plenitud, el camino que nos conduce a la Verdad plena y a la Vida sin fin

Jesús es la verdadera seguridad de nuestra vida porque es nuestra Sabiduría y nuestra plenitud, el camino que nos conduce a la Verdad plena y a la Vida sin fin

1Juan 2,22-28; Sal 97; Juan 1,19-28

En la vida vamos adquiriendo seguridades en la medida en que crecemos, en que vamos adquiriendo más conocimientos, la vida nos va enseñando y vamos madurando como personas. Son como principios sobre los que nos fundamentamos adquiridos en las enseñanzas recibidas o en la propia experiencia de la vida. Lo que hemos de tener cuidado es que esas seguridades sean infundadas, superficiales o nos hayamos dejado engañar por las apariencias; hemos de cuidar también las falsas seguridades nacidas de nuestro propio orgullo, de la cerrazón en nosotros mismos, o de unas ideas equivocadas por muy personales que puedan ser, porque realmente podrían cegarnos para ver cosas de mayor altura y que nos pudieran conducir a una mayor madurez en nuestra vida. Hemos de buscar siempre el mejor fundamento porque de alguna manera van a ser guía de nuestra vida.
Y es que algunas veces tenemos el peligro de cerrar nuestra mente y no abrirnos a algo nuevo que de verdad pudiera enriquecernos; nos podemos encerrar por miedo quizá al cambio que tuviéramos que hacer en nuestra vida que nos tendría que hacer desprendernos de cosas que de verdad no nos enriquecen como personas.
Y esto nos puede suceder en todo lo que hace referencia a nuestro crecimiento y maduración humana, como puede afectarnos a nuestra vida espiritual y a nuestras vivencias cristianas para abrirnos a una autentica fe en Jesús. Y es en Jesús donde podemos encontrar las mejores seguridades, la mayor fortaleza para nuestra vida, y las metas más altas que nos conducen a la mayor plenitud de nuestra vida. Pero necesitamos abrirnos a Jesús, querer conocer de verdad a Jesús, pero no con un conocimiento desde el exterior como si fuéramos espectadores, sino metiéndonos en El y dejando que El penetre en lo más profundo de nuestro corazón. Y es que aunque digamos lo contrario no terminamos de conocer a Jesús en toda su profundidad.
Es lo que les decía Juan a los que venían a escucharle allá junto a la orilla del Jordán. ‘En medio de vosotros hay uno que no conocéis’. Era la respuesta que daba a aquellos que habían venido a preguntarle por lo que hacia allí junto al Jordán. Les dice que ni es un profeta, ni es el Mesías, sino solo la voz que grita en el desierto para preparar los caminos del Señor. Es solo la voz que anuncia, pero  no la Palabra; es el precursor pero no es el Camino verdadero que lo será el que viene en el nombre del Señor y como Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. ¿Quién es El? ‘En medio de vosotros hay uno que no conocéis’, les dice. Y es tan grande que en su humildad él no se atreve ni a desatarle las sandalias, que era un trabajo de esclavos.
Es el pensamiento que debemos tener para desear cada día conocer más a Jesús. En medio de nosotros está, quiere llenar nuestro corazón, es el que da sentido a nuestra vida, verdadero camino de plenitud, verdad que nos conduce a la Sabiduría plena. Tenemos que conocer más y más a Jesús. Es la tarea de nuestra vida. Es quien va a dar total seguridad a nuestra vida porque en El está la vida en plenitud.

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