Jesús es la verdadera seguridad de nuestra vida porque es nuestra Sabiduría y nuestra plenitud, el camino que nos conduce a la Verdad plena y a la Vida sin fin
1Juan
2,22-28; Sal 97; Juan 1,19-28
En la vida vamos adquiriendo seguridades en la medida
en que crecemos, en que vamos adquiriendo más conocimientos, la vida nos va
enseñando y vamos madurando como personas. Son como principios sobre los que
nos fundamentamos adquiridos en las enseñanzas recibidas o en la propia
experiencia de la vida. Lo que hemos de tener cuidado es que esas seguridades
sean infundadas, superficiales o nos hayamos dejado engañar por las
apariencias; hemos de cuidar también las falsas seguridades nacidas de nuestro
propio orgullo, de la cerrazón en nosotros mismos, o de unas ideas equivocadas
por muy personales que puedan ser, porque realmente podrían cegarnos para ver
cosas de mayor altura y que nos pudieran conducir a una mayor madurez en
nuestra vida. Hemos de buscar siempre el mejor fundamento porque de alguna
manera van a ser guía de nuestra vida.
Y es que algunas veces tenemos el peligro de cerrar
nuestra mente y no abrirnos a algo nuevo que de verdad pudiera enriquecernos;
nos podemos encerrar por miedo quizá al cambio que tuviéramos que hacer en
nuestra vida que nos tendría que hacer desprendernos de cosas que de verdad no
nos enriquecen como personas.
Y esto nos puede suceder en todo lo que hace referencia
a nuestro crecimiento y maduración humana, como puede afectarnos a nuestra vida
espiritual y a nuestras vivencias cristianas para abrirnos a una autentica fe
en Jesús. Y es en Jesús donde podemos encontrar las mejores seguridades, la
mayor fortaleza para nuestra vida, y las metas más altas que nos conducen a la
mayor plenitud de nuestra vida. Pero necesitamos abrirnos a Jesús, querer
conocer de verdad a Jesús, pero no con un conocimiento desde el exterior como
si fuéramos espectadores, sino metiéndonos en El y dejando que El penetre en lo
más profundo de nuestro corazón. Y es que aunque digamos lo contrario no
terminamos de conocer a Jesús en toda su profundidad.
Es lo que les decía Juan a los que venían a escucharle
allá junto a la orilla del Jordán. ‘En
medio de vosotros hay uno que no conocéis’. Era la respuesta que daba a aquellos que habían venido a preguntarle
por lo que hacia allí junto al Jordán. Les dice que ni es un profeta, ni es el
Mesías, sino solo la voz que grita en el desierto para preparar los caminos del
Señor. Es solo la voz que anuncia, pero
no la Palabra; es el precursor pero no es el Camino verdadero que lo
será el que viene en el nombre del Señor y como Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo. ¿Quién es El? ‘En
medio de vosotros hay uno que no conocéis’, les dice. Y es tan grande que en su humildad él no se atreve ni a
desatarle las sandalias, que era un trabajo de esclavos.
Es el pensamiento que debemos tener para desear cada día conocer más a
Jesús. En medio de nosotros está, quiere llenar nuestro corazón, es el que da
sentido a nuestra vida, verdadero camino de plenitud, verdad que nos conduce a
la Sabiduría plena. Tenemos que conocer más y más a Jesús. Es la tarea de
nuestra vida. Es quien va a dar total seguridad a nuestra vida porque en El
está la vida en plenitud.
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