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miércoles, 29 de julio de 2015

Ir al encuentro con el Señor es encontrarnos con la vida

Ir al encuentro con el Señor es encontrarnos con la vida

Éxodo 34,29-35; Sal 33; Juan 11,19-27
Todos queremos vivir, todos buscamos la vida. Parece que algunas veces no sabemos como encontrarla. No es solamente mantener la respirar y que el corazón siga  palpitando. Sentimos que es algo más. Queremos vivir y parece que algunas veces andamos a ciegas. No terminamos de encontrarnos con la vida verdadera. Queremos vivir y buscamos placeres; queremos vivir y nos llenamos de cosas que terminan poseyéndonos a nosotros; queremos vivir y nos mostramos dominantes creyéndonos superiores a todo; queremos vivir y nos dejamos arrastrar por cualquier cosa que nos llame la atención; queremos vivir y nos convertimos en reyes de todo y de todos. ¿Serán esos los caminos que nos llevan a una vida en plenitud? ¿Serán solamente unas pasiones las que nos mantienen con vida? ¿Es cosa solo de sentimientos?
Preguntas difíciles y búsquedas costosas. No nos podemos quedar en lo superficial, solo en lo que brilla y reluce exteriormente. Tenemos que buscar allá en lo más hondo de nosotros. Buscar lo más noble que pueda haber en nuestro interior. Ansiar lo que nos de verdadera felicidad porque nos haga alcanzar una plenitud dentro de nosotros mismos que nada ni nadie nos pueda arrebatar.
Es una búsqueda de un sentido para nuestra vida. Hay cosas que nos suceden que nos llenan de sombras; hay momentos duros que nos parece que nada tiene sentido; nos aparece el dolor y el sufrimiento; los problemas y dificultades que encontramos en las relaciones con los demás nos desestabilizan y nos hacen perder el pie; cuando nos dejamos arrastrar simplemente por nuestro yo, nuestros caprichos y pasiones, al final nos sentimos vacíos porque nada nos llena.
Necesitamos una luz que nos oriente, que nos haga encontrar lo que de verdad nos llene de plenitud; necesitamos encontrar motivos para luchar, para superarnos, para seguir adelante a pesar de los contratiempos; hemos de buscas metas que nos den sentido y orientación a nuestro caminar, porque cuando caminamos sin metas vamos errantes y perdidos; hemos de saber elevar la mirada por encima de todas las sombras de muerte que nos rodean para encontrar la luz verdadera.
Nosotros los cristianos miramos a Cristo. En El vamos a encontrar esa plenitud que buscamos; su vida va a dar un sentido a nuestra vida. No le miramos lejano, sino caminando a nuestro paso; es Dios que se hizo hombre para caminar nuestros mismos caminos, para sufrir nuestros mismos sufrimientos. Por eso nos dirá que es Camino y es Verdad y es Vida.
Hoy en el evangelio vemos a una mujer, Marta, que sufre en medio de las sombras de la muerte, la muerte de su hermano Lázaro sostén de su familia, pero que en medio de sus lágrimas sabe ir al encuentro de Cristo. ‘Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro’. En El no solo va a encontrar palabras, sino que se va a encontrar de nuevo con la vida.
Escuchará que Jesús le habla de resurrección y de vida, la habla de plenitud. Ella cree y espera en la resurrección al final de los tiempos, pero sigue en su mar de dudas porque sigue en el momento presente. Es cuando Jesús le dice que El es la resurrección y la vida, que en El es donde podemos encontrar ya ahora esa vida en plenitud, a pesar de las sombras, a pesar de los sufrimientos, a pesar de los momentos malos por los que podamos pasar. Jesús es la resurrección y la vida, y lo que necesitamos es contemplarlo a El, contemplar su vida, su entrega, su amor hasta el final.
Marta se encontró con la vida no solo porque su hermano Lázaro resucitó sino porque en ella se hizo firme la fe, en ella se mantuvo la línea de su vida del servicio y del amor. Algo nuevo comenzaba a darle un sentido a su vida. Es lo que tenemos que encontrar en Cristo. Por eso como Marta vayamos al encuentro de Cristo, aunque nos cueste, aunque tengamos que salir de muchas cosas de nosotros mismos, y nos vamos a encontrar con la vida verdadera. Se nos acabaran las dudas y las incertidumbres, se apagarán las oscuridades porque se encenderá una nueva luz en nuestro corazón.

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