Juan el testigo que desde el amor nos hablará de lo que ha palpado en Jesús
Juan el Bautista había sido la voz que anunciaba que
llegaba la Palabra; Juan, el evangelista, es el testigo. Aunque al principio de
su evangelio nos hable de que el Bautista había venido como testigo, para dar
testimonio simplemente era un anuncio del que iba a venir; así lo señalaría
como el que venía detrás de él con bautizando no ya con agua sino con el
Espíritu.
Pero en verdad sí podemos decir que Juan, el
evangelista, el hijo del Zebedeo, el hermano de Santiago es el testigo que nos
va a hablar de lo que ha visto y ha oído, de lo que ha palpado incluso con sus
manos. Era el discípulo amado de Jesús, así se presentará a sí mismo en su
evangelio, y desde ese amor que sentía por Jesús y desde ese amor de Jesús que
sentían tan hondamente en él podrá decirnos cosas grandes de Jesús.
Los otros evangelistas, a los que llamamos sinópticos,
nos describen a Jesús por lo que hizo y también por lo que dijo. Son muy
expresivos en detallarnos, describirnos la vida de Jesús. Juan, sin dejar de
describirnos las acciones de Jesús y trasmitirnos sus palabras, en pocas
palabras nos dará una alta definición teológica de Jesús.
Es en Juan donde oiremos decir repetidamente a Jesús ‘yo soy…’ Cuando a la hora del
prendimiento se adelanta hacia aquellos que vienen les pregunta ‘¿a quién buscáis?... a Jesús Nazareno’,
le responden. ‘Yo soy’, exclama
Jesús.
En el principio del evangelio en la descripción que nos
adelanta de Jesús nos dice que es la luz que viene a iluminar nuestras
tinieblas; pero más adelante en el evangelio nos dirá ‘Yo soy la luz del mundo’.
A la mujer samaritana le ofrece un agua que calmará
para siempre su sed, más adelante nos dirá que El es el agua viva y que quien
tenga sed que venga a El y beba.
Nos dice que ha venido para que tengamos vida y vida en
abundancia. Luego nos dirá ‘Yo soy la
vida’. Por eso nos hablará de no morir para siempre si en verdad creemos en
El como le explica a Marta cuando la resurrección de Lázaro: ‘El que cree en mi vivirá para siempre
porque Yo soy la resurrección y la vida’.
Nos hablará de un pan bajado del cielo que quien lo
coma tendrá vida para siempre; luego nos
dirá ‘Yo soy ese pan bajado del cielo, el
que me coma tendrá la vida eterna… y yo lo resucitaré en el último día’.
Cuando les dice a los discípulos que ya conocen el
camino para ir al Padre, ante las dudas de los discípulos que no terminan de
entender terminará afirmando ‘Yo soy el
Camino y la Verdad, y la Vida’.
Ha venido para dar testimonio de la verdad, le responde
a Pilatos que le preguntará y cuál es la verdad, aunque no quiera oír la
respuesta en su escepticismo, pero aquí se correspondería esa definición que de
sí mismo ha dado cuando nos ha dicho como recordábamos ‘Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida’.
Por eso terminamos esta reflexión con las palabras que
le hemos escuchado a Juan en su carta: ‘Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para
que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su
Hijo Jesucristo’.
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