Hoy sabréis que viene el Señor, y mañana contemplaréis su gloria
‘Hoy sabréis que viene
el Señor, y mañana contemplaréis su gloria’. Es la primera antífona que se reza hoy 24 de
diciembre en el Oficio Divino. Es el último anuncio de su venida, porque esta
noche celebraremos la Navidad, celebraremos la venida del Señor y
contemplaremos su gloria.
Pero seguimos esperando. Seguimos esperando porque todavía
hoy estamos en Adviento. Seguimos esperando porque nuestra vida es un contínuo
adviento. ¿No gritamos todos los días en la aclamación de la plegaria eucaristía
‘¡Ven, Señor Jesús!’? ¿No pedimos en
la oración con la que prolongamos el padrenuestro cada día en la Eucaristía que
‘esperamos la venida de nuestro Salvador
Jesucristo’?
Celebramos la venida del Señor y tenemos que hacer viva
nuestra Navidad preparando todo nuestro corazón para que nazca Dios en nosotros
y comencemos de verdad una nueva vida. Pero seguimos pidiendo que venga el
Señor cada día a nuestra vida envuelta en problemas, tormentas, dificultades,
luchas, tentaciones, pecados. Y queremos sentir cada día la presencia del Señor
que nos fortalece, nos da vida, nos ayuda, nos hace sentir su gracia que nunca
nos abandona.
Hoy en el evangelio hemos escuchado una vez más el
cántico de Zacarías que tantas veces nos ha servido y nos sigue sirviendo de
oración. Bendecimos a Dios que nos visita con su salvación, que cumple sus
promesas y derrama su misericordia sobre nosotros. ‘Nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que
viven en tinieblas… para guiar nuestros pasos por el camino de la paz’.
Necesitamos esa luz, pedimos esa luz. Escuchamos a
Juan, el profeta el Altísimo, que viene delante del Señor preparando sus
caminos. Queremos preparar los caminos de nuestra vida. Queremos abrir caminos
de Dios en nuestra vida. Queremos que el Señor llegue a nosotros con su
salvación, con su misericordia, con su perdón, con su paz.
¡Cuánto lo necesitamos! Preparemos el corazón para que
seamos en verdad morada de Dios en medio de los hombres. Hemos de ser testigos
de la presencia de Dios en medio de nosotros, en medio de nuestro mundo que
tanto necesita la paz que nos trae Jesús. Es el anuncio que esta noche vamos a
escuchar; pero es el anuncio que nosotros también tenemos que hacer.
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