Vistas de página en total

domingo, 30 de noviembre de 2014

El Adviento cristiano ha de ser un anuncio de esperanza para un mundo envuelto en las tinieblas de la desilusión

El Adviento cristiano ha de ser un anuncio de esperanza para un mundo envuelto en las tinieblas de la desilusión

Is. 63, 16-17.19; 64, 2-7; Sal. 79; 1Cor. 1, 3-9; Mc.13, 33-37
Comenzamos el Adviento. Una palabra que para muchos no significará nada; una palabra que para otros significa que se acerca la navidad y tenemos que hacer muchos preparativos, de manera que hasta el ambiente que nos envuelve nos bombardea con múltiples ofertas para que como nos dicen tengamos una feliz navidad; pero una palabra que para nosotros los creyentes tiene un hondo significado que nos habla de esperanza porque nos disponemos a celebrar la venida del Señor que es mucho más que un simple o entrañable recuerdo.
Decir, de entrada sí, que nosotros los cristianos vivimos en una esperanza del Señor que viene, que quiere venir a mi vida, ofrecerme un plan, a encender mi esperanza, a despertar todas mis capacidades para el bien y el amor que en verdad nos ayuden a construir un mundo nuevo.
Pero vayamos por partes porque cuando hablamos de esperanza quizá no todos entienden lo mismo o también nos pueda suceder que es de algo de lo que adolezca nuestro mundo, algo de lo que carezcan muchos de quienes nos rodean. La Buena Nueva que los cristianos tenemos que proclamar con nuestra vida ante el mundo que nos rodea tendría que tener en cuenta la realidad que vive hoy nuestra sociedad. No puede ser una Buena Nueva desencarnada de la realidad porque si fuera así incluso no llegaría a ser Buena Nueva de salvación para ellos.
Por eso quizá tengamos que preguntarnos si en verdad la palabra esperanza puede decirles algo. Quizá los problemas que vivimos en nuestra sociedad les hace ver a muchos la vida como un camino de tinieblas; en lugar de esperanza quizá lo que haya sea desaliento y desilución porque cueste ver salidas a los problemas de todo tipo que se viven en nuestro mundo; ¿qué esperanza podríamos anunciar a tantos que viven en la pobreza y en la miseria, a los que no tienen trabajo para ganar para tener una vida digna para sus familias, a los que se ven desahuciados y sin tener un techo donde vivir dignamente, a tantos que sufren abandono y soledad, o están llenos de sufrimientos por duras enfermedades o tantas limitaciones que les van apareciendo en la debilidad de sus cuerpos?; cuando no ven salida a su situación y a sus problemas, a sus necesidades o a sus sufrimientos ¿en qué pueden poner la esperanza? ¿qué esperanza les podemos anunciar? ¿qué esperanza les puede traer la navidad?
Aunque nos parezca imposible o nos pueda parecer un contrasentido sí podemos y tenemos que anunciar esperanza. No olvidemos que lo que había anunciado el profeta y Jesús proclamó en la Sinagoga de Nazaret es que la Buena Nueva se anunciaba a los pobres y para los oprimidos llegaba la liberación con el año de gracia del Señor. Allí estaba el ungido del Señor, lleno del Espíritu para hacer ese anuncio de gracia, ese anuncio de Buena Nueva de salvación para todos los oprimidos y todos los que sufrían.
Y esto es lo que nosotros vamos a celebrar en la cercana Navidad. Como ya decíamos antes no es un simple o entrañable recuerdo que luego se nos quede reducido a una entrañable cena familiar. Tenemos que profundizar, reflexionar mucho en su más hondo sentido para no quedarnos en superficialidades sino que en verdad lleguemos a vivir profundamente la presencia del Señor que viene a nuestra vida encendiendo la esperanza en nuestro corazón porque con la venida del Señor en verdad una vida nueva comienza para nosotros que nos compromete seriamente a hacer un mundo nuevo y mejor.
Sí, recordamos y celebramos aquella primera venida del Señor con su salvación y lo hacemos ademas trascendiendo nuestra vida para pensar esa ultima venido del Señor al final de los tiempos que, como confesamos en el Credo, vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos. Pero, en ese tiempo que media, ¿no tenemos nada que hacer? Es por ahí por donde tenemos que encontrar el sentido verdadero de la navidad.
El Señor vino, pero viene también aquí y ahora en el hoy de nuestra historia. Y en ese hoy de nuestra historia nosotros tenemos que aprender a vivir y a poner en práctica el espíritu del Evangelio, el sentido del Reino de Dios anunciado por Jesús. El Reino de Dios tenemos que seguir haciendolo presente en nuestra vida y en nuestro mundo. Y todos aquellos valores que aprendimos en el evangelio tienen que ser los que sigan impregnando el mundo de hoy, empezando porque vayan impregnando nuestros corazones y nuestra vida.
Terrible sería que pretendiéramos celebrar Navidad sin Evangelio; incongruente sería que quisiéramos celebrar la navidad pero no viviéramos los valores del Reino de Dios; un sin sentido sería que celebráramos Navidad sin Jesús. Esa es una gran tentación que tenemos hoy cuando nos dejamos llevar por el ambiente del mundo. Son tantos los que celebran navidad sin Jesús porque se quedan en unas simples fiestas, en unos regalos cuanto más costosos mejor dejándonos llevar así por el consumismo y el materialismo reinante, o en una simple cena familiar que no es tan simple porque en su derroche está bien lejos de aquel portal de Belén donde nació Jesús o de aquellos pobres pastores que al raso cuidaban su rebaño en la fría noche de Belén.
Claro que, cuando queremos celebrar la navidad en su hondo sentido, sin separarla del Evangelio como decíamos antes, entonces sí que estaremos en disposición de hacer ese anuncio de esperanza que necesita nuestro mundo. Vamos a anunciar a Jesús, a celebrar a Jesús verdadera buena nueva de salvación para nuestro mundo; vamos a anunciar y a celebrar a Jesús que nos anuncia el Reino de Dios, que quiere constituir el Reino de Dios en nuestro mundo, que nos está poniendo a nosotros los que creemos en El en camino para construir ese Reino de Dios; desde El nos sentimos comprometidos a vivir esos valores nuevos del Evangelio y con nuestra vida y con nuestro amor, con nuestra solidaridad y nuestro trabajo por la paz y la justicia seremos signos de ese Reino de Dios sembrando esa semilla buena en nuestro mundo para hacerlo mejor.
La celebración de la venida del Señor nos impulsará y nos comprometerá a estar más al lado del que sufre para ofrecerle consuelo y esperanza; estaremos más junto al que se siente solo y abandonado para que llegue a descubrir que Dios está en su vida; trabajaremos de forma más comprometidos por hacer ese mundo nuevo y mejor donde con solidaridad y en justicia haremos que nadie pase necesidad y para todos brille una luz que despierte en ellos también la esperanza de que los problemas tienen solución. Se van a despertar en nosotros todas esas capacidades que quizá llevábamos ocultas, pero que por la fuerza del amor que renace en nuestro corazones van de nuevo a reaparecer en nosotros para ponerlas al servicio de los demás.
Nos preguntábamos al principio si la palabra esperanza podía tener sentido para todos, pero ahora podemos reafirmarnos en que sí tiene sentido y significado cuando nosotros celebremos verdadero y evangelico sentido la navidad y con ese sentido la proclamemos ante el mundo.
Viene el Señor y viene con su salvación proclamando el año de gracia del Señor. ‘Vuelvete por amor a tu pueblo’, le pedimos con el profeta. ‘Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve’,como repetíamos en el salmo.Viene el Señor y nos trae la Buena Noticia del perdón y de la gracia porque viene a manifestarnos lo que es su amor y su misericordia infinita. Quizá abrumados por nuestros fallos y pecados también habíamos perdido la paz y el sentido de la esperanza porque nos veníamos en las tinieblas de nuestro pecado, pero el Señor viene haciendo anuncios de paz y de perdón y para nosotros y para todos hay misericordia y hay gracia.
Que sepamos llenarnos de su paz; que sintamos su paz allá en lo más hondo de nuestro corazón. Estemos vigilantes y atentos como nos dice Jesús en el Evangelio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario