Vistas de página en total

sábado, 26 de abril de 2014

Cristo resucitado también se nos manifiesta a nosotros para que seamos sus testigos ante toda la creación

Cristo resucitado también se nos manifiesta a nosotros para que seamos sus testigos ante toda la creación

Hechos, 4, 13-21; Sal. 117; Mc. 16, 9-15
El evangelio de Marcos es el más parco a la hora de relatarnos las apariciones de Cristo resucitado a los discípulos. Aparte de relatarnos cómo las mujeres fueron al sepulcro pasado el sábado para embalsamar debidamente el cuerpo muerte de Jesús cuando se encontraron a un ángel que les anunciaba que no habían de buscar allí a Jesús porque había resucitado y debían anunciarlo a los demás discípulos, son estos pocos versículos que hoy hemos escuchado los que nos hablan de las apariciones de Cristo resucitado.
Tres momentos escuchamos hoy con algo en común. Por una parte la incredulidad de los discípulos y la tristeza que aun les embargaba. Ni creyeron a María Magdalena a pesar de oír que estaba vivo y que ella lo había visto, ni creyeron a los dos discípulos que habían ido al campo - una referencia a los discípulos que marcharon a Emaús en el relato del evangelio de Lucas - y que vinieron también a dar la noticia de que se les había aparecido Jesús resucitado y había caminado con ellos.
En el tercer momento es Jesús el que les recrimina ‘su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado’. Ahora Jesús está con ellos, ‘los Once, a los que se apareció cuando estaban a la mesa reunidos’.
El otro aspecto a destacar y que es común a los tres momentos que nos relata hoy el evangelio es que siempre son enviados a dar la Buena Noticia de la resurrección de Jesús a los demás. Aunque no lo hemos leído hoy - se lee ese texto del evangelio el sábado santo en el ciclo B -, las mujeres que fueron al sepulcro, al darles la noticia el ángel de que no habían de buscar entre los muertos al que estaba vivo, son enviadas a comunicarlo a los demás discípulos. ‘Id a decir a sus discípulos y a Pedro: El va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, como os lo había dicho’.
De la misma manera hoy nos relata el evangelio que ‘María Magdalena fue a comunicárselo a los que le habían acompañado, que estaban tristes y seguían llorando’. También los discípulos que habían ido a Emaús ‘fueron a dar la noticia a los demás, aunque tampoco les creyeron’. Finalmente cuando Jesús se les aparece a los discípulos reunidos también los envía: ‘Id al mundo entero y predicad este Evangelio, esta Buena Noticia a toda la creación’.
También a nosotros se nos ha trasmitido esa Buena Noticia desde aquellos que fueron los primeros testigos de la resurrección del Señor. Pero también nosotros si con fe viva aceptamos ese testimonio y esa Buena Noticia también podremos experimentar allá en lo más hondo de nosotros mismos esa presencia viva de Cristo resucitado. Es lo que se convierte en el meollo de nuestra fe y lo que nos anima allá desde lo más hondo de nosotros mismos. Es lo que celebramos con toda intensidad en cada Pascua, lo que hemos venido viviendo y celebrando en estos días y lo que entonces nos convierte a nosotros también en testigos ante el mundo que nos rodea.
Que no haya dureza de corazón en nosotros, sino esa apertura de la fe para creer, para dejarnos conducir por el Espíritu del Señor, para sentir su presencia viva en nosotros. Porque creemos estamos aquí. No significa que algunas veces no nos cueste creer y también nos llenemos de dudas, pero con el evangelio hemos aprendido a confesar nuestra fe pero al mismo tiempo a pedirle al Señor que nos ayude a creer. ‘Yo creo, Señor, pero aumenta la fe’, le decimos como aquel hombre  del Evangelio. Y nosotros creemos de verdad que Cristo vive y que es nuestra vida; que en Cristo hemos encontrado nuestra vida y nuestra salvación.
Pero no olvidemos también lo que hemos venido reflexionando al contemplar estos hechos del Evangelio. Nosotros también somos enviados para ser testigos de Cristo resucitado en medio de nuestro mundo. Nuestra vida, nuestras actitudes y nuestros comportamientos, nuestras palabras tienen que convertirse en un anuncio de evangelio, de esa Buena Noticia de Salvación para todos los hombres que es la resurrección del Señor.

Que el Espíritu del Señor nos acompañe y dé fortaleza para ser siempre testigos de Cristo resucitado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario