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martes, 7 de enero de 2014

El evangelio nos pone en camino para llevar la luz de Jesús a los demás

1Jn. 3, 22-4, 6; Sal. 2; Mt. 4, 12-17. 23-25
Seguimos saboreando el espíritu de la Navidad y de la Epifanía hasta que lleguemos el próximo domingo a la fiesta del Bautismo del Señor con la que concluirán todas las celebraciones navideñas. Durante los días que nos restan ya no leeremos en el Evangelio episodios referentes a la Infancia de Jesús, sino que más bien son como una presentación de ese actuar de Jesús manifestándose como luz y como salvación, como hemos venido celebrando. Son como destellos de ese primer actuar de Jesús que nos manifiestan lo que iba a ser su misión.
Se ha venido desde Judea, tras conocer el prendimiento de Juan y ha dejado también Nazaret, el pueblo donde se había criado, para establecerse en Cafarnaún. Todo tiene su sentido y significado. Ya nos recuerda el evangelista que así da cumplimiento a las profecías de Isaías. Nos manifiesta lo que ayer de manera especial nos manifestaba la fiesta de la Epifanía del Señor, puesto que la salvación es para todos los hombres de cualquier raza y condición.
Dejó Judea y Jerusalén, quizá donde se intentaba vivir con mayor intensidad la fe judía por la cercanía del templo, y se establece en lo que el profeta llama la ‘Galilea de los Gentiles’. Es bien sintomático y podría haber un hermano mensaje ahí para nosotros en lo que tendríamos que hacer también. Hace mención a dos de las tribus de Israel que en esos territorios se establecieron y que fueron como frontera con los pueblos paganos. Cafarnaún por lo estratégico de su situación geografía, junto al lago y como cruce de caminos era el lugar adecuado para establecer y desde allí ir llevando el mensaje del Reino por todas partes.
Y allí en aquellos lugares su presencia brilla como una luz, según había anunciado el profeta y ahora nos recoge el evangelista. ‘El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierras y en sombra de muerte, una luz les brilló’. Es el texto profético que también escuchamos en la noche de Navidad. Expresa el resplandor de luz, de esperanza que comenzó a brillar en aquellos corazones con la presencia de Jesús.
Pero el anuncio del Reino que Jesús comienza a hacer tiene sus exigencias de querer cambiar el corazón. Podríamos decir que Jesús está haciendo el mismo anuncio que había hecho Juan el bautista junto al Jordán. Juan invitaba a la conversión porque llegaba el Reino de Dios. Jesús invita ahora a la conversión porque ya he llegado el momento, ya se está haciendo el anuncio del Reino de Dios presente, la Buena Nueva es Jesús que está en medio de ellos.
Señal de que el Reino está ya presente son los signos y milagros que Jesús va realizando, ‘curando las enfermedades y dolencias del pueblo’. Ahora vienen hasta Jesús desde todas partes. ‘El los curaba, y lo seguían multitudes’ venidas desde la propia Galilea, pero también de más allá, de la Decápolis, y de más lejos pues venían de más allá del Jordán y desde Judea y Jerusalén. Todos se sentían atraídos por Jesús.
Jesús, como le veremos a lo largo del evangelio, siempre como el Buen Pastor buscando a la oveja perdida, dejándose encontrar por los que lo buscan, despertando esperanzas en los corazones, sembrando el amor con su propio amor. ‘Pasó haciendo el bien’, como lo definiría san Pedro más tarde.
Buscamos a Jesús nosotros también porque en El encontramos esa vida y esa paz que tanto necesitamos; buscamos a Jesús y tenemos que llenarnos de su vida y de su amor, y con ese amor tenemos que saber llevar a Jesús a los demás. Es lo que el Papa Francisco continuamente nos está reclamando, que la Iglesia, que los cristianos no podemos quedarnos encerrados en nosotros mismos y solo con los buenos,  sino que tenemos que ir más allá, llegar a todos, también a los alejados y a los que no lo conocen porque quizá nunca han oído hablar de El, o a los que por sus prejuicios no quieren conocerlo, y a ellos también tenemos que hacer ese anuncio.

El evangelio siempre nos pone en camino para llevar la luz de Jesús a los demás. Cuánto tenemos que curar y que iluminar.

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