Vistas de página en total

miércoles, 8 de enero de 2014

Solo tenemos que escuchar a Jesús y dejarnos transformar por su Palabra y todo será distinto

1Jn. 4, 7-10; Sal. 71; Mc. 6, 34-44
‘Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y empezó a enseñarles muchas cosas…’
¿Cómo están las ovejas sin pastor? Hambrientas, desorientadas, perdidas, heridas… No tienen pastor que les guíe hasta  los mejores pastos; andan sin rumbo y con peligro de ser atacadas por los lobos  y otras fieras; sin tener quien las defienda contra los peligros y contra los ladrones que pueden arrebatarlas de sus dehesas; sin un pastor que las busque cuando andan extraviadas y les vende sus heridas para curarlas.
Es la imagen de cómo encontró Cristo la humanidad en su venida al mundo. Allí está aquella multitud desorientada siempre en búsqueda de algo mejor y sin saber donde encontrarlo. Es la imagen de un mundo convulso con tantas cosas que nos confunden y que nos llenan de tinieblas cuando dejamos que el odio o el egoísmo se apoderen de nuestro espíritu. Así nos encontramos violentos y sin saber cómo amar mejor, para caminar juntos y juntos encontrar la paz para nuestro mundo tan roto por tantas cosas. Nuestros egoísmos nos encierran y hacen insolidarios de manera que parecemos lobos los unos contra los otros.
‘Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos…’ nos decía el evangelista. Es el amor grande que Dios nos tiene, que nos creo para la dicha y la felicidad y sin embargo nos ve lleno de dolor y de sufrimiento cuando hemos roto ese mundo hermoso que El nos dio y que puso en nuestras manos. Dejamos meter el mal y el pecado en nuestro corazón y creamos un mundo de tinieblas y de muerte.
Pero viene Jesús; lo venimos celebrando con intensidad, con gozo grande, con esperanza en estos días de Navidad. Hoy contemplamos a Jesús frente a toda esa multitud que se ha reunido en torno a él, pero que están como ovejas sin pastor. Cristo quiere ser en verdad el Buen Pastor de nuestra vida. Quiere nada menos que ofrecernos su propia vida para nos alimentemos de El. Y alimentarnos de Cristo es encontrar la luz; alimentarnos de Cristo es encontrar el sentido y valor de nuestra vida y de las cosas que hacemos; alimentarnos de Cristo es llenarnos de El con su vida nueva que El nos ofrece.
Son los signos y señales que descubrimos hoy en el evangelio. Les enseña, les alimenta y les ilumina con su palabra, que va a despertar actitudes nuevas en el corazón de quienes le están escuchando. Vemos cómo surgen iniciativas porque el corazón se está despertando al amor. Allí está ya la preocupación en los discípulos, porque a aquella multitud hay que darles que comer o hacer que puedan encontrar caminos que les lleven al alimento verdadero.
‘Despídelos…’ le piden a Jesús; ‘dadles vosotros de comer’, les responde. Se preguntan sin saber cómo encontrar respuesta, ‘¿dónde vamos a encontrar panes para alimentar a tanta gente aquí en el descampado?’ Pero pronto aparecerá la solución: ‘¿cuántos panes tenéis? Cuando lo averiguaron le dijeron: cinco y dos peces. ¿Qué es eso para tantos?’. Pero allí está Jesús el que de verdad va a alimentar nuestra vida. Ya conocemos cómo todos comieron hasta saciarse  y recoger las sobras ‘doce cestos de pan y peces’.
Se obró el milagro. Cristo los alimentó. El es ‘el Camino, y la Verdad, y la Vida’. Cuando escuchamos a Jesús y seguimos sus pasos se inicia una nueva vida en nosotros. Y es que en Jesús encontramos la plenitud de todo; la plenitud de la vida y del amor, la plenitud que nos hace encontrar la verdadera luz para nuestra vida y la que nos conduce a la felicidad verdadera cuando somos capaces de olvidarnos de nosotros mismos para compartir con los demás.

Solo tendremos cinco panes y dos peces, pero compartidos generosamente pueden dar para mucho, pueden dar para saciar nuestra vida y para saciar la vida de los que están a nuestro lado. Solo tenemos que escuchar a Jesús y dejarnos transformar por su Palabra. Dejémonos inundar por su amor y nuestra vida será distinta y podrá ser distinta de cuantos estén a nuestro lado si llegamos a contagiarlos de amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario