bendito sea el Señor
que hemos superado las cien mil visitas a este blog.
todo sea para la gloria del Señor
gracias a quienes nos visitan y lo dan a conocer
En medio de nosotros está y muchas veces no lo sabemos descubrir.
1Jn. 2, 22-28; Sal. 97; Jn. 1, 19-28
‘¿Tú quién eres?’ le preguntan a Juan. Vienen enviados
de Jerusalén sacerdotes y levitas. La presencia de Juan en el desierto y las
multitudes que acuden a él de todas partes producen inquietud en Jerusalén.
¿Será el Mesías? ¿Será Elías? ¿Habrá aparecido un nuevo profeta? Quieren tener
una respuesta que dar.
Juan solamente dice que es la voz que grita en el
desierto para preparar los caminos del Señor. Cuando le preguntan por qué hace
lo de bautizar, solamente les dice: ‘Yo
os bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene
detrás de mi, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la
correa de la sandalia’. Se manifiesta su humildad ante el que viene. Lo
señala aunque les costará reconocerlo.
‘En medio de vosotros
hay uno que no conocéis’.
¿Nos sucederá a nosotros lo mismo? Estos días hemos venido contemplando el
misterio del nacimiento de Jesús. Seguimos aún en el tiempo de la Navidad
acercándonos a la Epifanía, que como bien sabemos es la manifestación de Jesús.
Ya los ángeles lo señalaron a los pastores y aquel ir de los pastores de Belén
hasta el lugar donde había nacido Jesús es un principio de esa epifanía, de esa
manifestación de Jesús.
Nosotros los próximos domingos vamos a celebrar esa
fiesta grande la Epifanía, primero en el encuentro de aquellos Magos de Oriente
que buscan al recién nacido rey de los judíos, y luego cuando celebremos el
Bautismo de Jesús. Todo nos tiene que llevar a ese reconocimiento de Jesús que
se manifiesta como Salvador de todos los hombres. No solo será el pueblo judío
quien alcanzará la salvación, sino que serán todos los pueblos los que vendrán
hasta Jesús, como iremos viendo.
Pero ya ahora cada día, en la Palabra que se nos irá
proclamando, iremos realizando un proceso de ese acercamiento a Jesús, para
descubrirle, para reconocerle, para llegar a confesar en verdad nuestra fe en
El. Vamos a intentar ir dando esos pasos al hilo de la Palabra de Dios que cada
día se nos irá proclamando para ir abriendo más y más nuestro corazón y nuestra
vida a la fe. ¿Lo conocemos? ¿Lo llegamos a reconocer?
En medio de nosotros está. Ya hemos celebrado su
nacimiento, lo que es signo para nosotros de cómo Dios quiere nacer en nuestro
corazón. Pero quizá no siempre somos capaces de sentir su presencia, escuchar
su voz que nos habla allá en lo más profundo de nosotros. Como podía sucederle
a aquellas gentes de Belén o de Nazaret que solo veían un niño recién nacido o
un joven que crecía en medio de ellos trabajando con su padre en el taller,
pero no eran capaces de ir más allá para descubrir el misterio de Dios que
estaba en medio de ellos, a nosotros nos puede suceder igual.
Cuántos estos días que hemos celebrado o estamos
celebrando la Navidad vemos las imágenes del nacimiento pero se quedamos en eso
- unas escenas bonitas o costumbristas con un gran sabor bucólico, y nos
fijamos si hemos puesto o no todas las figuritas o si quedaron bien los ríos o las
montañas - sin ir más allá para descubrir, para escuchar ese signo de Dios que
está ante nuestros ojos. ¡Qué bonito está el nacimiento!, dicen algunos pero no
llegan a descubrir a Dios, todo el mensaje de salvación que se nos quiere
trasmitir.
Pidámosle al Señor que aprendamos a leer los signos de
su presencia. De tantas maneras quiere El hacerse presente en medio de
nosotros. Estas escenas que contemplamos en estos días pueden ser un signo que
nos lleve a un sentimiento religioso y nos hagan pensar en Dios. Pero hay
también un Belén viviente a nuestro lado, en las personas que pasan junto a
nosotros, en la gente que sufre de mil maneras, en quienes pasan necesidad o están
en la pobreza extrema, que son - y de qué forma maravillosa - una señal de que
Dios esta ahí a nuestro lado y hemos de saberle descubrir y reconocer, porque
Dios está ahí en esos hermanos a los que tenemos que acoger o ayudar, a los que
tenemos que amar y con los que tenemos que compartir.
No lo olvidemos, ‘en
medio de nosotros está’ y muchas veces no lo sabemos descubrir.
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