Damos gracias por la acción del Espíritu que se manifestó y se manifiesta el hoy del camino de la Iglesia y dejémonos enseñar y conducir por El que nos guiará a la Verdad plena
Hechos 17, 15. 22 — 18, 1; Salmo 148; Juan 16, 12-15
Los conocimientos no los podemos reducir a unas como estancias o espacios estancos que cuando se llenan ya no tienen capacidad para más; el conocimiento en sí mismo está en progresivo conocimiento, no podemos decir hasta aquí he llegado y ya no tengo más a donde ir para aprender algo nuevo; el sabio no lo es porque ya se lo sepa todo, sino porque está cada día queriendo conocer más. Lástima que en la vida algunas veces podamos encerrarlo en aquello de que yo eso ya lo estudié cuando era niño o cuando era joven y no necesita aprender más; es limitar nuestras capacidades, limitar nuestra misma humanidad que siempre ha de estar en crecimiento y siempre podemos dar un paso más y llegar un poco más allá. Tenemos siempre la base de lo aprendido pero sobre ella seguimos construyendo; así tiene que ser la vida.
Así tiene que ser también nuestra vida cristiana, no solo en cuanto a lo que podemos hacer sino también en cuanto a lo que podemos ser; es el crecimiento de Dios en nuestro corazón, es la comprensión de su Palabra que cada día ha de ser mayor, es el leer lo que es la Palabra eterna de Dios pero en el hoy de nuestra vida para seguir descubriendo la luz que tiene que estar siempre llena de vida y que nos ha de iluminar para comprender también lo que hoy vivimos y lo que hoy somos.
Seguramente los que cada día nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios y reflexionamos sobre ella, nos damos cuenta de la novedad que siempre nos encontramos, de ese paso adelante que cada día podemos dar; aquellos textos que tantas veces hemos escuchado y nos pudiera parecer que ya lo tienen todo dicho para nosotros, nos damos cuenta que en una nueva lectura descubrimos aspectos nuevos, nuevas perspectivas, nuevas formas en como lo vamos aplicando a nuestra vida en nuestro hoy. Nunca la Palabra de Dios, incluso teniendo en cuenta la fidelidad que hemos de tener a esa Palabra, será algo anquilosado que nos frena sino que siempre nos ayudará a crecer un poco más.
Es lo que nos está diciendo hoy Jesús en el Evangelio. ‘Muchas cosas me quedan por decirnos, nos dice, no podéis cargar con ellas ahora, pero cuando venga el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la Verdad plena’.
Es el Espíritu de Dios que nos guía, que sigue guiando a la Iglesia a lo largo de los tiempos, es el Espíritu que nos hará comprender la verdad de Dios en cada momento, en cada situación, como lo ha sido a lo largo de la historia. Es la continuidad de la Iglesia, a pesar de sus debilidades porque está compuesta por seres humanos que también tienen sus debilidades, y ahora queramos hacer un juicio de la historia pasada – somos en todos los aspectos muy dados a hacer esos juicios de la historia – tenemos que darnos cuenta que a pesar de las oscuridades que ahora nosotros podamos ver, allí estuvo el Espíritu de Dios guiando a su Iglesia, y si aun permanece es por la permanencia del Espíritu Santo en su Iglesia a través de la historia.
Podemos pensar como Iglesia en lo que hemos vivido en los últimos tiempos y ahora mismo estamos viviendo; en cada momento el Espíritu nos ha dado el Papa que necesitaba la Iglesia, cada uno con sus características, con su visión, con su apertura; no podemos pedir que un Papa, por ejemplo, sea igual al anterior o sea igual a otro, como lo podemos pensar del obispo en nuestras diócesis o de los sacerdotes en nuestras parroquias; cada uno dejará su huella, sembrará su semilla, aportará su iniciativa, sin dejar de ser la Iglesia, la Iglesia querida por Jesús y que va guiada por el Espíritu.
He querido compartir esta reflexión porque frente a todos los comentarios que por un lado y por otro podamos escuchar, hemos de tener la serenidad que nace de la fe, de confiarnos al Espíritu Santo que está inspirando también estos momentos de la Iglesia. Ni podíamos pedir que Francisco fuera una copia del Papa Benedicto XVI, sino que ahora León XIV sea una copia mimética de lo que hizo el Papa Francisco. Damos gracias a Dios por la acción del Espíritu Santo que se manifestó y se manifiesta hoy del camino de la Iglesia.
Sintamos que de la misma manera así también el Espíritu se va manifestando en nuestra vida, en nuestro corazón y en lo que vamos en cada momento realizando. Dejémonos enseñar y conducir por el Espíritu que siempre nos guiará a la Verdad plena.
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