Vistas de página en total

domingo, 16 de febrero de 2025

Las bienaventuranzas una Palabra de vida que pone esperanza en el corazón, nos hace crecer nuestra fe, hará sobreabundar el amor y de nuestro mundo haremos el Reino de Dios

 


Las bienaventuranzas una Palabra de vida que pone esperanza en el corazón, nos hace crecer nuestra fe, hará sobreabundar el amor y de nuestro mundo haremos el Reino de Dios

Jeremías 17, 5-8; Salmo 1; 1Corintios 15, 12. 16-20; Lucas 6, 17. 20-26

La luz no se ve, pero con la luz podemos ver. Sin embargo algunas veces teniendo la luz a nuestra disposición no terminamos de ver. ¿Es culpa de la luz? ¿Será culpa de nuestros ojos que se han cegado y no soportamos la luz? ¿O quizás ponemos tantos filtros que no terminamos de claramente lo que es la realidad? ¿No decimos que vemos las cosas según el color del cristal a través del cual miramos? O lo hemos oscurecido tanto, o le hemos puesto colores según nuestra conveniencia, o lo hemos dejado manchar tanto que hemos perdido la nitidez de la realidad.

Decíamos que poníamos colores a nuestra conveniencia, o podemos decir que vemos solamente aquello que queremos ver que son nuestras apetencias, nuestros intereses, nuestras ambiciones o las pasiones que nos puedan dominar; decimos, quizás, que en nombre de nuestra libertad, pero libertad no es poner nuestros condicionamientos según nos plazca, libertad es ver la realidad tal cual es.

Y eso nos puede pasar en la escucha del evangelio, que lo interpretamos a nuestra manera, que le hacemos decir lo que a nosotros nos gusta, que nos hemos acostumbrado tanto a él que ya no le prestamos atención, que nos decimos que nos lo sabemos y ya no es novedad – evangelio que eso significa – para nosotros, que ponemos por delante nuestros intereses y entonces no escuchamos aquello que pueda ir en nuestra contra. Cuántos filtros vamos poniendo que enturbian esa novedad del evangelio que tendría que ser siempre para nosotros.

Nos puede haber sucedido hoy cuando hemos escuchado el evangelio de este domingo. Ah, son las bienaventuranzas, ya nos la sabemos. Quizás hasta un día nos las aprendimos de memoria. Y ya no bajamos al llano con Jesús, como nos dice hoy san Lucas al hacernos este relato, y no escuchamos esa palabra de Jesús en ese llano de nuestra vida. Es allí en el llano donde nos dice san Lucas que las pronunció, aunque san Mateo cuando nos da el texto paralelo nos lo sitúe en la montaña. Pero vamos a pensar hoy que hemos escuchado el relato de san Lucas en el llano, ahí donde caminamos, donde hacemos nuestros trabajos, donde nos vamos encontrando con la gente, donde vamos contemplando desde la misma altura a quienes nos rodean en sus casas, en sus trabajos, en sus caminos o al borde de los caminos, en sus pobrezas o en sus sufrimientos; donde nos encontramos todos mezclados, porque al lado de los pobres o de los que tienen hambre, están los que se consideran poderosos y tienen de todo, donde están los que viven la vida con sus alegrías, pero donde están los que sufren con sus dolencias o sus carencias.

¿Nos habremos fijado mientras escuchábamos estas palabras de Jesús a los que están alrededor nuestro, en nuestra propia casa quizás o en esos caminos de la vida por donde vamos cruzando? Echemos una mirada en derredor nuestro y mirémonos también a nosotros mismos y escuchamos las palabras de Jesús. ¿Las estaremos viendo reflejadas en esos rostros que contemplamos? ¿Estaremos sintiendo que nos llegan de manera directa a nosotros mismos porque estamos en algunas de las situaciones de las que habla Jesús?

Es la forma cómo tenemos que leer el evangelio para que en verdad sea anuncio de vida y de esperanza como quiere ser siempre la buena noticia de Jesús. Es cómo Jesús nos está anunciando el Reino de Dios para nosotros hoy, con nuestra pobreza, con nuestros sufrimientos, con nuestros fracasos o nuestra falta de esperanza en tantas ocasiones, con los rechazos o las incomprensiones que algunas veces podamos sufrir, con esas angustias que se convierten muchas veces en el suelo que vamos pisando cada día. Y la Palabra de Jesús quiere ser un rayo de luz que nos llene de esperanza.

Con la Palabra de Jesús tendremos que comenzar a ver de manera diferente, es luz que ilumina. Veremos la realidad de manera diferente porque la veremos en toda su crudeza, pero al mismo tiempo con la posibilidad de que surja algo nuevo, que podamos hacer la vida de forma diferente porque comencemos a mejorarla, porque no nos dejaremos caer por la pendiente y el abismo del desconsuelo y la desesperación, porque sabemos que podemos encontrar esa paz que tanto necesitamos, porque todo lo iremos transformando y queriendo hacer desaparecer ese mundo de dolor y sufrimiento, porque buscaremos la alegría que de verdad llene nuestro corazón con algo permanente. Con Jesús todo puede cambiar, con Jesús está llegando el Reino de Dios, con la fe que ponemos en Jesús nosotros estaremos haciendo con unas nuevas actitudes y valores de nuestro mundo ese reino de Dios.

Es Palabra de vida, Palabra que pone esperanza en el corazón, Palabra que nos hace crecer nuestra fe, Palabra que hará sobreabundar el amor y entonces nuestro mundo en verdad será distinto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario