¿Podrá
encontrar nuestro mundo lleno de tantas cegueras y oscuridades ese lazarillo en
nosotros que les lleve al encuentro de la luz de Cristo?
Génesis 8,6-13.20-22; Salmo 115; Marcos
8,22-26
¿Cómo podrá encontrar el ciego el
camino de la luz si no hay un lazarillo que le ayude a hacer el camino y
encontrar la luz para sus ojos?
Sabemos que llamamos lazarillo al que
acompaña al ciego en su caminar para ayudarle en la carencia de luz en sus
ojos. Obras de nuestra literatura clásica nos han presentado con profusión esa
figura y todos entendemos de lo que son sus valiosos servicios; aunque hoy
disponemos de mejores medios de ayuda, aun contemplamos en nuestro caminar al
ciego que va acompañado de su perro lazarillo, su perro guía que le previene de
peligros, le facilita los movimientos y de alguna manera cuida de su amo ciego.
Todos nos sentimos reconfortados con esa imagen.
Pero si nos entretenemos en comentar
estos detalles es porque esa imagen puede decirnos mucho para la vida y su
sentido. Porque además hoy el evangelio que se nos ha presentado en este día
nos habla de la curación de un ciego, allá por la región de Betsaida que, como
se nos dice en otro lugar del evangelio era la patria o lugar de nacimiento de
Simón Pedro y su hermano Andrés.
Hemos escuchado los detalles del relato
evangélico, cómo Jesús se lo ha llevado aparte y poniendo algo en sus ojos hará
que poco a poco sus ojos vuelvan a la luz. Pero hay un detalle que nos puede
pasar desapercibido; nos dice el evangelista que a aquel hombre ciego lo llevaron
a Jesús. Recordamos también al ciego Bartimeo en Jericó que pedía limosna en el
camino y tras sus gritos pidiendo ayuda al saber que pasaba mucha gente, Jesús
les pide que se lo traigan, que lo ayuden a llegar a Jesús. En este caso
también alguien ayudó a aquel ciego a llegar a Jesús.
Es importante la imagen. Es la pregunta
que nos hacíamos al principio de esta reflexión. ¿Quién será el que ayude al
ciego a encontrar el camino de la luz? ¿Llegaremos a ser ese lazarillo para
tantos que están a nuestro lado necesitados de luz? ¿seremos los cristianos en
verdad lazarillos que ayuden a nuestro mundo envuelto en tantas cegueras y
oscuridades a encontrar la luz del Evangelio?
Es nuestra tarea y nuestra misión.
Aunque primero seremos nosotros los cristianos los que tengamos que dejarnos
envolver por esa luz de Cristo y su evangelio. En nuestras cegueras seguimos
tantas veces porque teniendo la luz a nuestra mano no sabemos, no terminamos de
dejarnos iluminar por el Evangelio; nos pasa muchas veces como aquellas
doncellas del evangelio que no guardamos suficiente aceite para mantener
encendidas nuestras lámparas, o dejamos que muchos tropiezos que se convierten
en cegueras lleguen a nuestra vida y no terminamos de dejar que Jesús ponga su
mano para lavarnos en el Siloé de su gracia. Cuidemos la limpidez de nuestros
ojos, cuidemos no nos dejemos embaucar por luces fatuas que nada iluminan sino
que más bien con sus guiños nos llevan a la confusión.
Pero importante el mensaje que quiere
dejarnos el evangelio de hoy. Tenemos que ayudar a que los demás lleguen a
Jesús, se encuentren con Jesús para que la luz vuelva a sus vidas. No siempre
sabrán o podrán ir solos y necesitan quien les ayude. Nuestra palabra tiene que
ser clara para hablar de Jesús a los demás, de que nosotros hemos encontrado la
luz y con Cristo hemos encontrado el camino de la felicidad verdadera; nuestros
gestos, nuestros detalles, nuestra manera de vivir tiene que ser un testimonio
claro que hable a los demás de Jesús y de la luz que en El encontraremos
siempre.
Es hermosa la buena voluntad de
aquellos que llevaron aquel día al ciego de Betsaida hasta Jesús para que
recobrara la visión de sus ojos. ¿Seremos capaces de hacerlo? ¿Seremos capaces
de hacerlo con nuestro mundo? ¿Qué testimonio estamos dando como cristianos y
como Iglesia ante el mundo que nos rodea que les haga sentirse atraídos por el
Evangelio?
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