Por
puro don de la liberalidad del amor de Dios nos ha tomado en gracia, somos también,
como María, los que hemos encontrado gracia ante Dios que nos regala tanto amor
Isaías 7, 10-14; 8, 10b; Salmo 39; Hebreos
10, 4-10; Lucas 1, 26-38
Al leer el evangelio de este día en que
de alguna manera hacemos como paréntesis en el tiempo pascual en el que estamos
para celebrar el misterio de la Encarnación que hubiera correspondido al pasado
lunes santo me he querido fijar en una hermosa expresión con la que el ángel se
dirige a María. ‘No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios’.
Caer en gracia, es una expresión
coloquial con la cual queremos decir mucho. Cae en gracia una persona ante
otras cuando destaca por sus valores y cualidades, cuando aparece reluciente su
lealtad y su cercanía, cuando se hace merecedora por su forma de ser y de hacer
de la atención y del cariño de los demás. Cae en gracia una persona cuando
alguien generosa y gratuitamente le regala su amistad o le hace beneficiaron de
muchos dones, aunque parezca que la persona quizás no se lo merezca, pera a
quien le cae en gracia le hace ese regalo de sus preferencias.
Hoy el ángel del Señor viene a decirle
a María que le ha caído en gracia a Dios. Miramos su humildad y su sencillez,
miramos la disponibilidad y la generosidad con que manifiesta en la vida ante
Dios y ante los demás, miramos la ternura que se derrama de su presencia y
podíamos decir que el corazón de Dios se derrite ante María, ‘ha encontrado
gracia ante Dios’, y Dios le regala su gracia, le regala sus dones, le
regala el don de la maternidad divina, porque la quiere hacer su madre.
Pero yo me atrevo a decir, y lo uno a
la celebración de esta festividad, que en María nosotros también nos sentimos
agraciados ante Dios. No será por merecimientos propios porque tenemos que
reconocer nuestro pecado y la falta de lealtad con que tantas veces vivimos,
pero sí podemos decir que en María tenemos el regalo de Dios. Y como nos
explicaría san Juan en sus cartas, no es que nosotros hayamos amado a Dios sino
que Dios nos amó primero. Somos la criatura preferida de toda su creación
porque Dios todo lo realizó para nosotros y en nuestras manos ha puesto todas
las criaturas – recordemos los textos que nos hablan de la creación de Dios en
el Génesis – engrandeciendo al hombre cuando lo ha creado a su imagen y
semejanza.
Y Dios sigue pensando en nosotros, Dios
sigue amándonos y regalándonos su gracia para hacernos a nosotros también los
agraciados de Dios. Contemplar, pues, hoy a María ‘la que ha encontrado
gracia ante Dios’, nos hace pensar que lo hace por nosotros. Hemos
encontrado también gracia ante Dios. ¿Puede haber regalo más grande que lo que
Dios hace por nosotros, que por nuestro amor nos entrega a su Hijo único? Es el
misterio que hoy precisamente estamos celebrando, la Encarnación de Dios en el
seno de María, en las entrañas virginales de María para estar tan cerca de
nosotros que por nosotros se ha hecho hombre.
Es lo que leemos en el evangelio de
este día – la anunciación del ángel a María de que iba a ser la Madre de Dios
-, lo que nos expresa el profeta cuando nos habla de la Virgen que da a luz un
hijo que será para nosotros Emmanuel, Dios con nosotros, y es de lo que nos
habla la carta del apóstol que nos habla del sacrificio de Cristo por nosotros
porque no quiere otra cosa que hacer la voluntad de Dios.
Por puro don de la liberalidad de Dios
nos ha tomado en gracia, somos también los que hemos encontrado gracia ante
Dios que así nos regala tanto amor. ¿Cuál es la respuesta de lealtad que
nosotros hemos de dar a Dios ante tanta generosidad? también tenemos que
aprender a decir ‘Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad’, como
hemos repetido en el salmo. Así nos llenaremos y rebosaremos de la gracia de
Dios.
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