Cuando
pensamos en la vida eterna es querer en Dios vivir para siempre, pero es en el
aquí y ahora cuando también tenemos que vivir esa vida de Dios
Hechos de los apóstoles 5, 27-33; Salmo 33;
Juan 3, 31-36
Leemos un libro porque alguien nos lo
ha recomendado, porque conocemos su autor y lo consideramos bueno, porque nos
gusta su literatura que es amena y agradable y trata de decirnos o enseñarnos
cosas, buscamos un pensamiento que nos ayude en la vida, o nos sirve de
entretenimiento con las cosas que nos cuenta, porque queremos aprender de lo
que otro nos trasmite o queremos conocer nuestra historia, muchos y variados
pueden ser los motivo por los que cojamos un libro en nuestras manos y
dediquemos nuestro tiempo a su lectura. Cada uno tenemos nuestros gustos,
tenemos nuestros sueños, buscamos algo para nuestra vida de una forma o de
otra.
Cuando nosotros nos acercamos a la
Biblia, ¿qué es lo que realmente vamos buscando? Es cierto que podemos
encontrar muchas de todas esas cosas que hemos expresado previamente porque
encontramos historias bellas, porque encontramos una bonita narración de
sucesos y también bella literatura, porque podemos encontrar orientaciones que
nos puedan valer para nuestra vida, pero la Biblia no se queda ahí.
Muchos buscan historia y tratan de
compaginar o comparar conocimientos sobre hechos históricos con otros datos que
pueden llegarnos por otros medios, pero la Biblia no se queda simplemente en un
libro histórico; podemos buscar bonitos pensamientos que nos pueden hacer
pensar sobre muchos aspectos de la vida, y es cierto que encierra una gran
sabiduría en sus páginas, pero la Biblia no es simplemente un libro de
consejos; podemos hacer comparación con movimientos filosóficos aparecidos en
la historia y habrá cosas que se nos reflejen en sus páginas, pero la Biblia no
es un simple libro de filosofía aunque mucho nos enseña sobre el sentido de la
vida.
Muchos incluso tratarán de decirnos que
en las cosas que se nos narran la Biblia tenía razón (y recuerdo un libro que
incluso llevaba ese nombre), pero no nos podemos quedar ahí, porque sería muy
parcial nuestro encuentro con la Biblia. Nosotros los cristianos decimos que la
Biblia es la Palabra de Dios, porque eso es lo que realmente tenemos que ir a
buscar en ella, ¿qué nos dice Dios? ¿Cómo se nos revela Dios? Y cuando decimos
que es la palabra de Dios no podemos entrar en radicalismos de tomarnos al pie
de la letra cada una de sus paginas, sino descubrir que es lo que hoy quiere
seguir diciéndonos Dios a través de aquellos hechos, de aquellos
acontecimientos, de aquellas palabras o incluso leyes con las que se
relacionaba con un pueblo concreto en unas circunstancias concretas.
La Palabra de Dios tiene que ser algo
vivo, algo que en verdad nos llegue a la vida, que nos pueda interrogar, o que
nos pueda abrir caminos, que nos haga plantearnos las cosas desde lo más hondo
de nosotros mismos y podamos en verdad sentirnos transformados por esa Palabra
de vida que llega a nosotros. Es necesario un espíritu de discernimiento y de reflexión
interior, pero es necesario dejarnos conducir por el espíritu de Dios que hoy a
través de la Biblia sigue hablándonos al corazón.
Fijémonos en lo que hoy nos ha dicho el
evangelio. Es toda una reflexión que el evangelista nos va ofreciendo a partir
de aquel encuentro de Nicodemo con Jesús. ‘El que Dios envió habla las palabras
de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha
puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea
al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él’.
Nos habla palabras de vida para que
creyendo en Jesús tengamos vida eterna. Ahí está lo importante. Lo que va a
transformar nuestro corazón, porque nos da vida eterna. Ha venido Jesús para
que tengamos vida y tengamos vida en abundancia, como se nos dirá en otro
lugar. Y eso es lo que tenemos que buscar cuando vamos a Jesús, cuando
escuchamos a Jesús, cuando creemos en El para llenarnos de vida eterna.
Como hemos venido reflexionando es la
manifestación del amor que Dios nos tiene, y por eso nos entrega a su Hijo, y
Jesús viene para que tengamos vida para siempre. Y pensamos en la vida más allá de la muerte,
porque en Dios queremos vivir para siempre, pero esa vida eterna es la que
ahora y aquí también tenemos que vivir cuando nos llenamos de Dios. No es
simplemente que seamos buenos e intentemos hacer cosas buenas, sino que vivamos
a Dios en lo que somos y en lo que hacemos, en todo nuestro ser porque así será
como participamos de su amor, pero con el mismo amor con que lo amamos, con
todo nuestro ser, con toda nuestra vida. Es lo que buscamos y nos trasmite la
Palabra de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario