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lunes, 19 de junio de 2023

Tenemos que saber entrar en otra sintonía, salirnos de esa órbita para escuchar algo nuevo y distinto, entrar en la sintonía del amor que acalla y apaga todo deseo de venganza

 


Tenemos que saber entrar en otra sintonía, salirnos de esa órbita para escuchar algo nuevo y distinto, entrar en la sintonía del amor que acalla y apaga todo deseo de venganza

2Corintios 6, 1-10; Sal 97;  Mateo 5, 38-42

Algunos incluso se lo toman a broma, como si las palabras de Jesús fueran dichas de una manera superficial. Las palabras de Jesús encierran siempre un gran contenido y aunque nos parezcan simples imágenes como si fueran puestas de una forma retórica casi como si fueran un adorno, el sentido de las palabras de Jesús siempre tienen una gran hondura y ojalá fuéramos valientes para aceptarlas y convertirlas en verdadera pauta de nuestra vida.

Es aquello de poner la otra mejilla, como su eso fuera una cobardía porque nos dejaríamos violentar antes que nosotros caer en esa misma violencia. Y ya sabemos muy bien que si no ponemos freno, y una imagen de ello es el poner la otra mejilla cuando nos han agraviado, la violencia seguirá engendrando más violencia, convirtiéndose en una espiral difícil de detener cuando comienza a girar porque cada vez adquirirá más velocidad, más intensidad.

En una palabra nos viene a decir Jesús, ‘no hagáis frente al que os agravia’. Ese ser capaces de poner freno cuando la violencia comienza a crecer será algo que desestabiliza al que viene a nosotros con violencia, porque lo que espera es nuestra respuesta, para sentirse fuerte y con más razones para seguir con su violencia. Pero es algo que nos cuesta mucho entender. Nos es más fácil entender que quien ha sido agraviado u ofendido responda buscando una compensación, que podemos darle el nombre que queramos, pero que a la larga es una venganza. El amor propio herido, el orgullo que ha sido machacado con esa violencia con que han actuado contra nosotros, grita muy fuerte dentro de nosotros clamando venganza.

Tenemos que saber entrar en otra sintonía, salirnos de esa órbita para escuchar algo nuevo y distinto; nos es difícil porque todo canta a nuestro lado en contra nuestra, en contra de esos principios y valores que nos ofrece Jesús en el Evangelio. Y es ahí donde tenemos que mostrar la diferencia, presentarnos como una imagen de que es posible algo distinto, que es posible un mundo sin violencia. Es el mundo que quiere construir Jesús para nosotros cuando nos habla del Reino de Dios. No es fácil, es cierto.

Como base de todo Jesús ha puesto en nosotros el amor. Y el va por delante en esa muestra de amor, porque lo primero es el reconocimiento del amor que El nos tiene, y que es con lo que nosotros tenemos que responder. Jesús nos enseña a ser hermanos, porque somos todos hijos del mismo Padre que hace salir el sol sobre malos y buenos, como ya nos ha dicho en otro momento del evangelio. Y los hermanos que se aman, se comprenden y se ayudan, los hermanos que se aman son capaces de perdonarse no siete veces sino setenta veces siete porque lo que tiene que estar predominando siempre es el amor. Si alguien ha roto ese lazo del amor, no vamos nosotros a seguir haciendo leña del árbol caído, sino que tenemos que reconstruir, restaurar, rehacer ese lazo del amor.

Es lo que nos está pidiendo Jesús, cuando nos dice que no hagamos frente al que nos agravia. Es el camino que tenemos que saber emprender. No es una broma lo de poner la otra mejilla, es una actitud profunda que hemos de tener en la vida.

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