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miércoles, 21 de junio de 2023

No hacemos las cosas buscando recompensa o compensación, sino porque hay algo profundo dentro de nosotros que dará intensidad a la vida

 


No hacemos las cosas buscando recompensa o compensación, sino porque hay algo profundo dentro de nosotros que dará intensidad a la vida

2Corintios 9,6-11; Sal 111; Mateo 6,1-6.16-18

Bueno, hay que decirlo así, a todos nos gusta una alabanza, una muestra de agradecimiento, que nos reconozcan lo que hemos hecho. Es muy humano. Podemos decir también que un reconocimiento puede ser un aliciente, un estímulo en esa lucha interior por salirnos de nosotros mismos para hacer algo distinto, para hacer algo que sea bueno también para los otros. Y realmente hemos de decir que no podemos quitar esos estímulos de la vida. Aunque sabemos que las cosas hay que hacerlas no por los reconocimientos que tengamos, sino desde nuestra responsabilidad, desde la humanidad que llevemos en el corazón.

Es cierto que demasiados hay en la vida que no saben actuar sino por el aplauso, por la plaquita que nos den o pongan en algún lugar con nuestro nombre. Forma parte, como decíamos, de nuestra condición humana, que halaguen nuestro yo. Pero ¿qué tiene que ser lo importante? ¿Nuestro amor propio o un amor autentico que nos lleve a darnos por los demás? Nos ponemos en plan de razonamientos y todos lo vemos muy claro, pero luego quizás será lo que hagamos en el día a día. Y bien sabemos de cuantos se suben con mucha ligereza al pedestal para recibir los aplausos.

Jesús hoy en el evangelio viene a prevenirnos y nos habla en tres situaciones muy concretas de la vida, la limosna, el ayuno y la oración, aunque por supuesto lo podemos ampliar a todos los aspectos de la vida. Quizás el evangelista nos ha recogido solamente estas situaciones por esa denuncia constante que Jesús hace en el evangelio de las actitudes y de las posturas de los fariseos. Porque los ejemplos que está poniendo Jesús para concretar esas situaciones bien retratan las costumbres de los fariseos acostumbrados a figurar y a que todo lo que hacían tuviera su resonancia para recibir las alabanzas de la gente.

Nos deja Jesús una sentencia muy sencilla y muy bonita. ‘Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha’. Es la ofrenda callada y anónima de aquella pobre viuda en el templo. Si hoy la conocemos es porque fue Jesús el que en ella se fijó y nos quiso dar una lección, pero la generosidad de aquella mujer había pasado desapercibida para todos. Es la tarea de nuestro amor, es el silencio de nuestra generosidad, es el corazón que calladamente se pone al lado del otro sin que nadie lo note, pero que va a levantar el animo de quien sufre en soledad, es ese gesto que pasará desapercibido para la mayoría de los presentes pero que lo sentirá en su corazón quien está buscando fuerzas para levantarse y en esa mirada silenciosa, en esa sonrisa que pasa desapercibida para los demás él escucha esa palabra que le da aliento y que le da fuerza.

Y nos hablará Jesús de cuales han de ser las actitudes y las posturas de nuestra relación con Dios, ya sea la oración, ya sean nuestros actos penitenciales. ‘Entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará’. Si nuestra oración no sale del corazón nunca llegará a Dios. No son las palabras repetidas en altavoz como una cantinela, mientras quizás nuestros pensamientos y nuestro corazón están muy lejos del lugar en que te encuentras, las que van a llegar al corazón de Dios. Decimos tantas veces que Dios no nos escucha, pero es que realmente nosotros hemos hablado con Dios, ¿nuestra oración ha sido realmente un encuentro vivo con el Dios que tanto nos ama?

Pero ya decíamos que estas pautas que hoy Jesús nos propone nos valen para todas las situaciones de nuestra vida. Es todo ese desarrollo de nuestra vida interior, como será el cumplimiento de nuestras responsabilidades personales, familias o en el ámbito de nuestra sociedad. ¿Por qué hacemos las cosas? ¿Solamente buscamos una recompensa o una compensación? ¿Habrá algo profundo dentro de nosotros mismos que sea lo que nos mueva a darle toda esa intensidad a nuestra vida?

 

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