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jueves, 22 de junio de 2023

Una conversación de amor que nos hace disfrutar de la presencia de amor de Dios nuestro Padre, y nos llevará a una nueva sintonía de amor

 


Una conversación de amor que nos hace disfrutar de la presencia de amor de Dios nuestro Padre, y nos llevará a una nueva sintonía de amor

2Corintios 11,1-11; Sal 110; Mateo 6,7-15

Con humildad tenemos que comenzar pidiendo al Señor ‘enséñanos a orar’. No sabemos lo que pedimos, no sabemos lo que decimos, no sabemos como hacerlo. Rezamos, repetimos oraciones ya previamente formuladas, pero ¿llegamos a orar de verdad? ¿Llegamos a tener un auténtico encuentro con el Señor que nos ama porque es nuestro Padre?

En la vida nos quejamos de tantos formularios que tenemos que rellenar cuando queremos resolver cualquier asunto, cuando tenemos que acudir a la administración para solicitar algo que necesitamos, nos cansan los papeleos, nos gustaría que las cosas fueran más sencillas, añoramos quizás aquellos tiempos en que no existía tanta burocracia  y bastaba simplemente la palabra expresada con honradez y rectitud. Quizás desde unas exigencias legales, para darle una validez y permanencia a lo que tramitamos, ha surgido todo este entramado en que nos vemos envueltos en la sociedad hoy.

Lo digo como ejemplo de lo que quizás también hemos convertido nuestra relación con Dios. Nuestras celebraciones están ritualizadas, las palabras con que expresamos nuestras oraciones están previamente conformadas, y tenemos el peligro de que nuestra relación con Dios se nos quede ritualizada y nuestra oración sea solamente algo recitado y se nos puede quedar todo sin vida.

Confieso que siento pena en mi corazón cuando veo que quienes tienen que dirigir nuestra oración en la liturgia enseñándonos a orar, la manera de hacer las oraciones es simplemente como un recitado muchas veces sin calor ni sentido.  Son nuestras celebraciones que muchas veces van perdiendo vida, nos contentamos quizás con una presencia formal, pero tenemos el peligro de que falte una verdadera profundidad espiritual.

¿En que podemos terminar? Nuestra espiritualidad se hace superficial, nuestra fe se enfría y terminaremos perdiendo nuestra relacion con Dios. ¿Qué le ha pasado a tantos en nuestro entorno que hubo momentos que vimos con gran fervor pero que quizás ya lo han abandonado todo? Podemos terminar en que ya ni rezaremos, ni lleguemos a recitar aquellas oraciones aprendidas desde niños, pero que hoy se han quedado en un vacío en el corazón. Me preocupa ese enfriamiento espiritual que contemplamos en nuestras comunidades y parroquias, esa pendiente resbaladiza por la que podemos ir cayendo.

Necesitamos recuperar el verdadero sentido de nuestra oración. Escuchar de nuevo con los oídos del corazón bien abiertos lo que hoy nos enseña Jesús en el evangelio. No quiere Jesús simplemente enseñarnos una fórmula que repitamos sin más. Por eso nos dice de entrada que no son necesarias tantas palabras. Es una conversación de amor, y quienes se aman de verdad no necesitan decirse muchas cosas, pero sí necesitan sentir la presencia del uno junto al otro para alimentar ese amor y hacerlo crecer más y más. Habrá, es cierto, palabras, habrá gestos, habrá silencios, habrá momentos en que aprendamos a sentir el corazón, escuchar y cantar la sintonía del amor.

¿Qué nos está proponiendo Jesús con lo que hoy nos dice en el evangelio? Qué disfrutemos en esa presencia de amor del Padre. Y cuando disfrutamos de esa presencia va surgiendo la vida, va surgiendo dentro de nosotros todo eso que nos hace disfrutar de Dios porque es gozarnos también en el gozo de Dios.

Y surgirá todo eso que llamamos los valores del Reino de Dios, pero no nos quedemos en la palabra bonita, sino démonos cuenta cómo surgen en nosotros deseos de amor, y de paz, y de autenticidad en nuestra vida, y de búsqueda del bien y de lo bueno; vemos como van surgiendo esos deseos de sentirnos verdaderamente unidos, y nos comprenderemos, y nos perdonaremos, y evitaremos todo aquello que pueda mermar ese disfrute de Dios. Es lo que nos está señalando Jesús con esa propuesta que nos hace con ese estilo de oración, con esa conversación de amor que tiene que ser nuestra oración.

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