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martes, 22 de febrero de 2022

La respuesta que demos a lo que significa Jesús para nosotros es el anuncio que tenemos que hacer en medio de la sociedad neopagana en la que vivimos ¿nos entenderán?

 


La respuesta que demos a lo que significa Jesús para nosotros es el anuncio que tenemos que hacer en medio de la sociedad neopagana en la que vivimos ¿nos entenderán?

1Pedro 5, 1-4; Sal 22; Mateo 16, 13-19

No hace muchos días hemos escuchado el texto paralelo del que hoy se nos ofrece según el evangelista san Mateo con motivo de la fiesta litúrgica de la Cátedra de san Pedro.


Jesús que marcha a lugares apartados con sus discípulos y que son momentos, como reflexionábamos entonces, de una mayor intimidad entre Jesús y sus discípulos. De ahí esa doble pregunta que se nos ofrece hoy también en el evangelio, sobre lo que pensaban los demás del Hijo del Hombre y sobre lo que realmente piensa sus discípulos, aquellos que ha escogido de manera especial y que van a ser luego sus enviados por todas partes para hacer el anuncio del evangelio.

Hoy quisiera detenerme en una circunstancia que nos ofrece el evangelio y que puede tener una aplicación muy efectiva sobre el mismo momento que nosotros estamos viviendo. En esta ocasión Jesús ha marchado casi fuera del territorio palestino, pero está junto a una ciudad pagana, Cesarea de Filipo. Como el mismo nombre indica es una ciudad levantada como un homenaje al Cesar, una ciudad con muchas connotaciones de lo que tendría que ser una ciudad bajo el imperio romano; una ciudad en la que se daba culto a los ídolos de Roma y en su honor habría muchos templos levantados, pero donde el mismo César, el mismo emperador era considerado como un dios al que le daban culto.

Y es ahí, en esa connotación geográfica y social donde surge la doble pregunta de Jesús entonces. ‘¿Quién dice le gente que es el Hijo del Hombre?... Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?’ ¿Podrían hablar en aquel lugar con un sentido que todos entendiesen que Jesús era el Mesías, el enviado de Dios? ¿Cómo podría sonar este mensaje a los oídos de aquellas gentes tan acostumbradas a oír hablar de diferentes dioses, pues tenían dioses para todo? Dioses para el amor y el sexo como dioses para la guerra, dioses que bramaban por así decirlo en las profundidades de los mares, o dioses que aparecían por encima de las tormentas, dioses de la familia – los lares familiares – y dioses para el comercio… ¿Qué podría significar de nuevo para ellos que les hablases de que Jesús también era Dios? No era fácil en lugares así el anuncio del evangelio de Jesús con todo su significado y sentido.

Pero decíamos que este evangelio puede tener una aplicación muy efectiva al momento presente, al momento que hoy estamos viviendo. ¿Se diferenciarán en mucho nuestras ciudades, nuestra sociedad de aquella sociedad pagana que hemos visto personificada, por así decirlo, en la ciudad de Cesarea de Filipo? ¿No viviremos ciertamente en una sociedad que digamos lo que digamos es una sociedad secularizada, donde el elemento religioso está dejando de tener relevancia, pero más aun una sociedad pagana que vive también apegada a sus dioses, a sus ídolos, llámense también dinero o sexo, guerra o tantas otras vanidades a las que adoramos también como dioses de nuestra vida?

Y yo diría que ahí, en medio de esa sociedad en la que vivimos, y que esa es la triste realidad, porque ya se ha perdido un verdadero sentido religioso, se vive la vida con poca trascendencia, donde sustituimos nuestra espiritualidad cristiana por cualquier moda que venga de cuanto más lejos mejor para que nos resulte más exótica, donde ya es normal encontrarnos a jóvenes y a no tan jóvenes a los que no dice nada el hecho religioso, no les dice nada la religión, no les dice nada la fe, y viven sin Dios prescindiendo de todo lo que suene a espiritual o cristiana. Te lo dicen claramente estoy bautizado porque mi abuela se empeñó en que me bautizaran, hice la primera comunión porque todos los niños la hacían y era una fiesta bonita en aquella edad, o yo no estoy bautizado pero nada me pregunto sobre Dios o la religión porque no me dice nada.

Y en medio de ese mundo hoy nos resuenan las preguntas de Jesús, la doble pregunta. ¿Cuál sería la respuesta? A la primera ya lo vemos claramente si queremos ser sinceros, pero a la segunda que nos pregunta directamente a nosotros lo que pensamos de Jesús, ¿qué le responderíamos? Porque dependiendo de la respuesta que demos es lo que luego tenemos que ir a anunciar a esas gentes que nos rodean y en esas condiciones de neopagismo que vive nuestra sociedad.

¿Qué es lo que creemos de Jesús y que tenemos que decir a nuestra gente contemporánea?

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