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martes, 23 de noviembre de 2021

Necesitamos saber estar con un testimonio de fe y de esperanza al lado de los que pasan por momentos oscuros que les hace perder el rumbo de sus vidas

 


Necesitamos saber estar con un testimonio de fe y de esperanza al lado de los que pasan por momentos oscuros que les hace perder el rumbo de sus vidas

Daniel 2,31-45; Sal.: Dn 3,57-61; Lucas 21,5-11

Confieso que algunas veces me siento impotente cuando me encuentro con alguien que ha perdido las esperanzas en su vida, se siente derrotado, se siente solo sin saber a donde tender una mano para encontrar un apoyo, te dice que se encuentra como en un túnel oscuro al que no le ve salida. Ha perdido las esperanzas y la ilusión, se siente sin fuerzas para luchar y camina como desorientado sin saber qué camino tomar. Son tormentas difíciles muchas veces de superar. Es en la lucha de los problemas personales desde el interior de su corazón, son los problemas que le va presentando la vida algunas veces uno tras otro sin soluciones intermedias, es una vida en la que cuesta mirar hacia arriba porque se encuentra tan embarrado que no sabe quitarse ese barro que le atenaza los pies.

¿De qué le hablas? ¿Qué le puedes decir que a él no le suenen como palabras repetidas y para él vacías de sentido? Quizás nos embarramos tanto en la vida presente, en lo material, en esos problemas que van surgiendo que nos cuesta mirar hacia lo alto y no hay altura de miras en su corazón. El mundo parece que se les viene encima y su vida la ven como una ruina.

¿Qué hacemos? al menos ponernos a su lado con la esperanza que aún queda en nuestro corazón, caminar su camino pero sintiéndonos nosotros seguros de nuestra esperanza, aunque algunas veces no sepamos como manifestarla. Esas personas necesitan un testimonio, algo que ellos vean en los demás que les pueda dar luz, y eso es lo que un creyente tiene que hacer al caminar a su lado, sintiendo la debilidad también, pero con el paso firme de quien sabe apoyarse en el Señor. Es difícil también el camino para el que acompaña, pero el creyente sabe donde encontrar el camino y la luz para ese camino.

Hoy el evangelio – y lo vamos a escuchar de una manera u otra en los próximos días – nos habla de los tiempos finales. Parte Jesús del esplendor del templo de Jerusalén que están contemplando anunciando que un día todo eso se vendrá abajo y no quedará piedra sobre piedra. Cuando el evangelista nos trascribe estas palabras de Jesús ya esas cosas habían sucedido, porque en los años setenta de aquel primer siglo fue la destrucción de Jerusalén. Pero ahora en el relato simplemente nos refleja lo que era el pensamiento de los judíos y de los seguidores de Jesús en aquel momento. Por eso Jesús les dice que tendrán tiempos finales, pero que ese tiempo final no es tan inmediato.

Pero en esas palabras de Jesús también podemos reflejadas esas circunstancias que nos acompañan en la vida, tal como veníamos describiendo desde el principio de esta reflexión. Jesús nos invita a la confianza y a creer en su palabra, como nos dirá en otros momentos. Cuando la cena pascual los discípulos intuían que algo difícil había de pasar y Jesús les invita a confiar en su palabra, Jesús les invita a fiarse de El y hacer su mismo camino. Yo soy el camino y la verdad y la vida, les dirá entonces.

Es lo que tenemos que saber seguir escuchando en estos momentos difíciles por los que podamos estar pasando. Serán circunstancias de la vida semejante a lo que antes describíamos, o serán también las circunstancias y momentos difíciles que podamos estar pasando por otros motivos. También el mundo parece que se nos viene encima, cuando contemplamos catástrofes naturales que llenan todo de destrucción y parece que hacen perder las esperanzas a aquellos que las están padeciendo.

Es difícil estar al lado de esas personas, tampoco sabemos en ocasiones cómo levantar el ánimo, pero lo que antes decíamos, tenemos que saber estar ahí con el testimonio de nuestra vida, con nuestro amor y con nuestra solidaridad, con el saber estar cerca y hacer que nuestra serenidad nacida de nuestra fe y nuestra esperanza trate de contagiar a los que están pasando por momentos oscuros.

Ahí está el testimonio de fe y de esperanza que nosotros los que creemos en Jesús siempre tenemos que saber dar. Habrá quien no lo entienda, porque buscan otras soluciones, pero nuestro testimonio no puede faltar.

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