Necesitamos
saber estar con un testimonio de fe y de esperanza al lado de los que pasan por
momentos oscuros que les hace perder el rumbo de sus vidas
Daniel 2,31-45; Sal.: Dn 3,57-61; Lucas
21,5-11
Confieso que
algunas veces me siento impotente cuando me encuentro con alguien que ha
perdido las esperanzas en su vida, se siente derrotado, se siente solo sin
saber a donde tender una mano para encontrar un apoyo, te dice que se encuentra
como en un túnel oscuro al que no le ve salida. Ha perdido las esperanzas y la ilusión,
se siente sin fuerzas para luchar y camina como desorientado sin saber qué
camino tomar. Son tormentas difíciles muchas veces de superar. Es en la lucha
de los problemas personales desde el interior de su corazón, son los problemas
que le va presentando la vida algunas veces uno tras otro sin soluciones
intermedias, es una vida en la que cuesta mirar hacia arriba porque se
encuentra tan embarrado que no sabe quitarse ese barro que le atenaza los pies.
¿De qué le
hablas? ¿Qué le puedes decir que a él no le suenen como palabras repetidas y
para él vacías de sentido? Quizás nos embarramos tanto en la vida presente, en
lo material, en esos problemas que van surgiendo que nos cuesta mirar hacia lo
alto y no hay altura de miras en su corazón. El mundo parece que se les viene
encima y su vida la ven como una ruina.
¿Qué hacemos?
al menos ponernos a su lado con la esperanza que aún queda en nuestro corazón,
caminar su camino pero sintiéndonos nosotros seguros de nuestra esperanza,
aunque algunas veces no sepamos como manifestarla. Esas personas necesitan un
testimonio, algo que ellos vean en los demás que les pueda dar luz, y eso es lo
que un creyente tiene que hacer al caminar a su lado, sintiendo la debilidad
también, pero con el paso firme de quien sabe apoyarse en el Señor. Es difícil
también el camino para el que acompaña, pero el creyente sabe donde encontrar
el camino y la luz para ese camino.
Hoy el
evangelio – y lo vamos a escuchar de una manera u otra en los próximos días –
nos habla de los tiempos finales. Parte Jesús del esplendor del templo de
Jerusalén que están contemplando anunciando que un día todo eso se vendrá abajo
y no quedará piedra sobre piedra. Cuando el evangelista nos trascribe estas
palabras de Jesús ya esas cosas habían sucedido, porque en los años setenta de
aquel primer siglo fue la destrucción de Jerusalén. Pero ahora en el relato
simplemente nos refleja lo que era el pensamiento de los judíos y de los
seguidores de Jesús en aquel momento. Por eso Jesús les dice que tendrán tiempos
finales, pero que ese tiempo final no es tan inmediato.
Pero en esas
palabras de Jesús también podemos reflejadas esas circunstancias que nos
acompañan en la vida, tal como veníamos describiendo desde el principio de esta
reflexión. Jesús nos invita a la confianza y a creer en su palabra, como nos
dirá en otros momentos. Cuando la cena pascual los discípulos intuían que algo
difícil había de pasar y Jesús les invita a confiar en su palabra, Jesús les
invita a fiarse de El y hacer su mismo camino. Yo soy el camino y la verdad
y la vida, les dirá entonces.
Es lo que
tenemos que saber seguir escuchando en estos momentos difíciles por los que
podamos estar pasando. Serán circunstancias de la vida semejante a lo que antes
describíamos, o serán también las circunstancias y momentos difíciles que
podamos estar pasando por otros motivos. También el mundo parece que se nos
viene encima, cuando contemplamos catástrofes naturales que llenan todo de
destrucción y parece que hacen perder las esperanzas a aquellos que las están
padeciendo.
Es difícil
estar al lado de esas personas, tampoco sabemos en ocasiones cómo levantar el
ánimo, pero lo que antes decíamos, tenemos que saber estar ahí con el
testimonio de nuestra vida, con nuestro amor y con nuestra solidaridad, con el
saber estar cerca y hacer que nuestra serenidad nacida de nuestra fe y nuestra
esperanza trate de contagiar a los que están pasando por momentos oscuros.
Ahí está el
testimonio de fe y de esperanza que nosotros los que creemos en Jesús siempre
tenemos que saber dar. Habrá quien no lo entienda, porque buscan otras
soluciones, pero nuestro testimonio no puede faltar.
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