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miércoles, 24 de noviembre de 2021

No nos acobardemos ni tengamos miedo, mantengamos la firmeza y fidelidad que se manifieste en la perseverancia y encontraremos la salvación

 


No nos acobardemos ni tengamos miedo, mantengamos la firmeza y fidelidad que se manifieste en la perseverancia y encontraremos la salvación

Daniel 5,1-6.13-14.16-17.23-28; Sal.: Dn 3,62-67; Lucas 21,12-19

Mantenerse uno firme en sus convicciones no es fácil. Es más fácil acomodarnos. Es la tentación en la que todos estamos en las distintas facetas de la vida. Hoy se emplea mucho la frase de lo políticamente correcto; o sea aquello que tú tienes que pensar o decir para no ir a la contra de lo que todos dicen; porque ahora quieren mandar los que se creen en mayoría; y no hablo ahora de democracia política, sino del común sentir y hacer de la gente, de lo que todo hacemos. 

Hay corrientes de opinión y ahora todos tienen que pensar según esa corriente de opinión dominante; y las corrientes de opinión las crean algunos que más gritan, o más se manifiestan en la calle o en los medios de comunicación, los que van creando influencias en los demás, en la mayoría de la gente, y a esos hay que creerlos y seguirlos, no se puede ir a la contra. Y entonces para no resultar molestos o incómodos, nos acomodamos (vaya con todo sentido el juego de palabras incómodo-acomodarse). Si alguien quiere opinar distinto lo va a tener difícil. La verdad de la vida tiene que ser algo mucho más profundo.

Por eso al que quiere ser cristiano de verdad le va a costar, no le va a ser fácil. Porque muchas veces tendremos que remar en contra. Nuestros valores y nuestros principios son otros de los que el mundo o la sociedad tratan de imponer. Y nos va a costar mucho la fidelidad. Nuestro punto de partida tiene que ser el evangelio, esa buena nueva que Jesús nos ofrece que se convierte para nosotros en un sentido de vida.

Las motivaciones profundas que nosotros tenemos para nuestro trabajo por la justicia, para la construcción de nuestro mundo desde el amor, para conseguir la verdadera paz que nos dé una felicidad duradera y profunda tienen unas características muy especiales que nosotros mamamos (vamos a decirlo así) en el evangelio. Y eso choca con los intereses del mundo, eso choca con un sentido materialista de la vida, eso choca con los egoísmos que nos asaltan y las posturas interesadas de tanto que solo buscan sus ganancias o sus vanidades. Y nos vamos a encontrar entonces con un mundo enfrente, al menos con muchos que no les convencen nuestras ideas y tratarán de destruir lo que nosotros vayamos construyendo sin importarles el destruirnos a nosotros también.

Y de eso es de lo que nos está previniendo Jesús en el evangelio cuando nos habla de persecuciones y de cárceles o de que nos vamos a encontrar enfrente quizás hasta los más cercanos que tengamos a nuestra vida como pueden ser nuestros familiares o aquellos que consideramos amigos. ‘Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre… Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre…’

Pero Jesús nos dice que no nos acobardemos, que no tengamos miedo, que no estemos preocupándonos demasiado en como hemos de hacer nuestra defensa, porque su Espíritu estará con nosotros.  ‘Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro’.

Termina Jesús hablándonos de la firmeza, de la fidelidad de nuestra vida. Firmeza y fidelidad que se ha de manifestar en la perseverancia. Eso que nos cuesta tanto. Pronto nos cansamos. Pronto tiramos la toalla. Pronto nos parece todo tan oscuro que perdemos las ganas de luchar, de esforzarnos, de seguir adelante. ‘Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas’, nos dice Jesús.

Vemos a tantos en la vida, en diferentes aspectos o en diferentes situaciones que cuando encuentran la dificultad ya van derrotados, que podemos nosotros terminar haciendo igual. Además muchas veces queremos que la salida sea a nuestra manera, pero Dios abre caminos nuevos y distintos delante de nosotros. Si permanecemos fieles aun en los momentos más oscuros veremos que al final la luz de Jesús no nos faltará. Como nos dice hoy ‘ni un cabello de vuestra cabeza perecerá’. Confiemos en el Señor, en su Palabra, en la fuerza de su Espíritu que estará siempre con nosotros.

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