La vida del seguimiento de Jesús no son unas recetas o unas
normas de mínimos que cumplir sino un camino de amor siempre creativo con la
libertad del Espíritu
Gálatas 5, 18-25; Sal 1; Lucas 11, 42-46
‘Me tienes que dar
la receta’, habremos
escuchado o dicho más de una vez cuando la anfitriona de la casa nos ha
ofrecido una comida exquisita que ella misma ha elaborado. Que nos digan como
se hace, que nos digan sus ingredientes, que nos digan los pasos que tenemos
que dar y nos dirán que si lo hacemos con toda fidelidad nos saldrá a nosotros
igualmente bien.
Pero no andamos por
caminos culinarios sino con ello quiero expresar un poco o un mucho de lo que
hacemos en la vida. ¿Qué tenemos que hacer? y queremos, sí, los detalles de lo
que hemos de hacer, o mejor dicho esas cosas mínimas o indispensables para
quedarnos contentos. Son actitudes y posturas que fácilmente tenemos en la
vida, en que queremos lograr cosas, pero tampoco queremos complicarnos la vida
demasiado y es algo así como los mínimos ‘papeles’ que necesitamos para
conseguir que nos arreglen determinadas cosas o con las que queremos salir
airosos en la vida sin muchas complicaciones.
Pero eso afecta a lo
que puedan ser nuestros principios o postulados éticos, y como andamos en los
negocios sobre el filo de una navaja para no saltarnos la ley, pero para evitar
lo que nos pueda exigir demasiado. Y esto afecta a lo que es nuestra vida
cristiana. Cuántas veces en nuestras prácticas religiosas estamos a ver con cuántas
avemarías o padrenuestros resolvemos toda nuestra religiosidad.
Y de ahí van surgiendo
tradiciones, y normas, y preceptos y reglamentos con los que llenamos la vida,
pero que al mismo tiempo la vamos encorsetando y no dejamos que la fuerza del Espíritu
actúe en nosotros y caminemos con el espíritu de libertad de los hijos de Dios
que se guían por los caminos del amor. Y esto nos sucede hoy y ha sucedido
siempre; y esto ha provocada muchas veces la frialdad con que vivimos nuestra
vida cristiana y el poco compromiso al que queremos llegar; así aparecen las
superficialidades y las apariencias cuando queremos dar la impresión de algo,
pero en el fondo quizá no tenemos nada.
Hoy Jesús se lo echa en cara a los
fariseos de los que dice que andan muy preocupados por pagar ‘el diezmo de
la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de hortalizas, mientras, les dice,
pasáis por alto el derecho y el amor de Dios’. Les echa en cara que solo
busquen apariencias y honores externos buscando puestos de honor y recibir los
saludos de todos en las plazas. Pero al final, ¿qué queda? Como un sepulcro sin
lápida que nadie sabe quien está allí enterrado serán olvidados de todos y
hasta pisoteados.
Jesús quiere prevenir a los que quieran
seguirle. Bien sabemos que muchos cuando se decidían a seguirle también andaban
buscando de alguna manera esa ley de mínimos. ‘¿Qué tengo que hacer para
heredar la vida eterna?’ era una pregunta que se repetía, era una actitud
que podía estar en lo profundo de los que querían seguirle, por eso Jesús les
habla de las exigencias de su seguimiento y que seguirle a El no es ir en
búsqueda de esos honores y esos aplausos.
Jesús quiere prevenirnos hoy también a
nosotros porque algunas veces podríamos pensar que porque somos cristianos y
seguimos a Jesús a nosotros siempre tienen que salirnos las cosas fáciles,
nosotros no vamos a tener problemas y dificultades. No es eso lo que nos
garantiza Jesús aunque nos dirá que alcanzaremos la vida eterna. Pero nos habla
de las exigencias que tiene que haber en nuestra vida en que tenemos que saber
también tomar el camino de la cruz, pero nos habla de un sentido nuevo de vivir
donde ni buscaremos puestos de honor ni grandezas humanas. Entre nosotros no
cabe el estilo del mundo lleno de vanidades y de pedestales; nuestro estilo ha
de ser siempre el del servicio y el del amor. Por eso nos dirá que tenemos que
aprender a hacernos los últimos y los servidores de todos.
La vida cristiana no son unas recetas
donde todo está bien especificado ni unas normas de mínimos que nos contentamos
con cumplir. Es un camino de amor, es un camino abierto, es un camino lleno de
creatividad como siempre lo es el amor y donde siempre surgirá la iniciativa
nueva de cómo mejor servir al prójimo.
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