No es
solo el camino que nosotros buenamente hagamos sino que Jesús nos pone en
camino para ser instrumentos de paz como anuncio del Reino de Dios
Nehemías 8, 1-4ª. 5-6. 7b-12; Sal 18; Lucas
10, 1-12
En camino vamos por la vida. En camino
hacia algo, hacia vivir la propia vida con todo lo que nos sucede o con todo lo
que nos vamos encontrando. No queremos quedarnos estancados en lo mismo y vamos
en búsqueda, aun con la incertidumbre de lo que vamos a encontrar sin embargo
con la curiosidad de lo nuevo que puede ir apareciendo ante nosotros.
Aunque siempre nos encontremos quizá en
un mismo lugar o rodeados de las mismas personas sin embargo algo nuevo nos va
saliendo a nuestro encuentro en esa convivencia con los demás, en el trabajo
que realizamos, en el hogar en que vivimos, o también en cosas insospechadas
que se van presentando ante nosotros. En nuestros deseos está el ir hacia algo
nuevo, hacia otros lugares, hacia mundo distintos, y si podemos viajamos porque
queremos conocer otros mundos, otras culturas, otro paisaje de la vida porque
no queremos quedarnos en lo mismo.
En ese camino o en ese viaje de la vida
deseamos que no nos falte paz y armonía, aunque ya sabemos que nos vamos a
encontrar un mundo en guerra, un mundo en violencia porque en muchas ocasiones
se hace difícil ese encuentro o esa convivencia entre personas y pueblos. Si en
nuestro corazón hay buenos sentimientos nuestro deseo es la paz; y no pensamos
solo en los grandes conflictos y guerras que asolan nuestro mundo en tantos
sitios, sino que pensamos ahí en ese lugar cercano donde realizamos nuestra
convivencia de cada día y fácilmente afloran también los conflictos y los
desencuentros en los que quisiéramos también poner paz. El hombre, todo hombre,
toda persona creo que a pesar de los pesares tiene sentimientos y deseos de paz
en su corazón y tendría que ser siempre un instrumento de paz.
Y eso que estamos viendo y sintiendo
que es algo que tendría que como connatural a la vida de toda persona, vemos
que para nosotros los cristianos es una misión especial. Es lo que escuchamos
hoy en el evangelio del envío que Jesús hace de sus discípulos. Los llamó, los
eligió y los escogió y los envió con la misión de la paz. Y porque lo
importante que han de realizar ese anuncio de la paz, quiere Jesús que vayan
desprendidos de todo, ni alforjas, ni dineros, ni previsiones sino abiertos a
ese mundo, que no siempre va a ser fácil, pero en el que tienen que ser
constructores de paz.
Es el saludo, es la primera palabra que
han de pronunciar, es el gesto y actitud que han de llevar en sus vidas, es la
disponibilidad de su corazón para llevar la paz y también para sentirse
acogidos por aquellos con los que se van a encontrar. No llevan contratado por
adelantado el hotel donde se van a hospedar, diríamos en lenguaje y rutinas de
nuestros tiempos modernos, sino que simplemente se quedarán en la casa donde
sean acogidos. Porque eso va a ser un signo también; si se sienten acogidos
dirán ‘está cerca de vosotros el Reino de Dios’. En la actitud pacifica
y de disponibilidad en la que van han de despertar los buenos sentimientos en
aquellos con los que se encuentren y aflorará entonces la hospitalidad y la
acogida, señales que son del Reino de Dios.
Si algún poder les concede Jesús es el
de sanar y curar. Cuando se habla de sanar y curar es normal que pensemos en
enfermos o en personas con discapacidades como pueda ser una invalidez, una
ceguera o el ser sordomudo, pero cuando Jesús habla de sanar nos está enviando
a algo más que curar uno cuerpos enfermos de sus discapacidades. En ese mundo
lleno de conflictos y violencias con que nos encontramos, donde quizá se haga
difícil la convivencia y falte la paz mucho hay que sanar en los corazones de
los hombres para lograr ese mundo de paz.
Es la misión del discípulo, es la
misión del cristiano también y especialmente hoy tendríamos que decir. Es la
misión que tenemos en el mundo de ser, como decíamos antes, siempre unos
instrumentos de paz, unos constructores de la paz. Ingente es la tarea. Es para
lo que hoy Jesús nos pone en camino también a nosotros. No es ya solo el camino
que nosotros buenamente hagamos, sino el camino nuevo que Jesús abre delante de
nosotros para que nos pongamos en camino para ser constructores de paz en
nuestro mundo hoy.
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