Los ángeles son presencia de Dios en nuestra vida y también,
por qué no, en nuestra historia, que nos impulsan siempre al bien y nos aleja
del mal
Éxodo 23, 20-23ª; Sal 90, 1-2. 3-4. 5-6.
10-11; Mateo 18, 1-5- 10
En este dos de octubre la liturgia de
la Iglesia nos invita a celebrar a los Santos Ángeles Custodios. Quizás a los
mayores el oír hablar de los Ángeles Custodios nos rememora años de nuestra
infancia con aquellas oraciones infantiles que nos enseñaban a rezar a los Ángeles
que en cada esquinita de nuestra cama guardaban nuestros sueños, o quizá nos
viene a la memoria aquel cuadro que solía haber en nuestras casa del Ángel que
cuidaba del niño que no se cayera en aquel lugar de peligro.
Y con ello nos hemos quedado en una
imagen muy infantil que con el paso de los años quizá hemos desechado y
nosotros mayores ya en lo menos que pensamos es en ese ángel que está junto a
nosotros y nos cuida y previene de toda clase de mal o peligro. Ya ni siquiera
en nuestros hogares se les menciona a nuestros niños ni el ángel de la guarda
ni por tanto algún sentido religioso de la vida que le haga entrar en relación
con Dios.
Hoy también hay ciertas corrientes que
nos hablan de los Ángeles como de unos talismanes misteriosos que nos alejan de
peligros o nos dan suerte en la vida; en las redes sociales habremos recibido
en más de una ocasión esas cadenas que nos hablan de los Ángeles que nos envían,
pero que también nosotros hemos de enviar porque de lo contrario la desgracia
se cebaría sobre nosotros. Confusiones y más confusiones que muchas veces se
llenan de superstición y que nos alejan de un verdadero sentido religioso de
nuestra relación con Dios a través de sus ángeles.
Claro que todo lo que entra en relación
con el misterio de Dios muchas veces cuando
no nos sabemos explicar lo llenamos de imaginación con el peligro de que
al final nos quedemos con las imágenes pero no lleguemos a penetrar en el
misterio. En referencia a los Ángeles Custodios que hoy nos invita a celebrar
la liturgia tendríamos que hacernos una buena reflexión para que comprendamos
su verdadero sentido y significado.
En la Biblia, y hablo también de todo
el Antiguo Testamento, se nos hace referencia continuamente de la presencia de
Dios que camina junto al hombre y a su pueblo. Pero una forma de expresar esa
presencia de Dios es a través de sus Ángeles. En las visitas, llamémoslas así,
de Dios a los grandes patriarcas Abrahán, Isaac, Jacob para hablarnos de esa
presencia de Dios en muchas ocasiones se habla del Ángel del Señor. Es a través
de ese Ángel del Señor como Dios se les comunica, se les manifiesta, les hace
comprender su voluntad y señala la que son los designios de Dios para la
humanidad.
Será el Ángel del Señor el que
anunciará, por ejemplo, el nacimiento de los llamados Jueces de Israel en
aquellos tiempos tan turbulentos y difíciles pero donde Dios quería hacer
sentir se presencia junto a su pueblo. Será un Ángel del Señor el que vaya
junto a su pueblo guiándolos de día y de noche a través del desierto camino de
la tierra prometida. ‘Voy a
enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino y te lleve al
lugar que he preparado’,
le dice Dios a Moisés cuando le confía la misión de llevar a su pueblo a la
tierra que le ha prometido.
En la
brevedad de esta reflexión no podemos aducir más textos del Antiguo Testamento
que nos manifiestan esa presencia de Dios junto a su pueblo con esa expresión
de sus Ángeles que le cuidan y le dirigen. Podemos pensar también en el ángel
que acompañó a Tobías en su camino y que decía como estaba también ante el
trono de Dios para presentar sus oraciones al Todopoderoso.
En el
texto que hoy hemos escuchado en el evangelio Jesús habla de los ángeles de
aquellos niños que están en la presencia de Dios. Esa presencia de Dios a
nuestro lado que se manifiesta en la presencia de su Ángeles que nos acompañan,
nos inspiran y nos iluminan en nuestro camino. Cuántas veces nosotros en la
vida no hemos sentido como una moción interior que nos quería apartar de un
camino – y no me refiero solo a un camino geográfico – porque nos inspiraban
algo mejor, porque hacían surgir en nosotros ese deseo de lo bueno, esa
inspiración de algo que ni siquiera habríamos imaginado, pero que allí esta
latente en nuestro interior impulsándonos a una obra buena y mejor.
Es esa gracia
de Dios, esa presencia de Dios en nosotros que quizá algunas veces no queremos
escuchar pero que ahí está queriendo alejarnos de lo malo e impulsarnos a lo
bueno. Espíritus puros decimos que son los ángeles, una participación del Espíritu
divino que así nos hace sentir la presencia de Dios en nuestra vida. Más oídos
atentos tendríamos que tener en nuestro corazón para saber escuchar, para
dejarnos conducir, para dejarnos llenar del Espíritu de Dios que se hace
presente en nosotros.
Lejos de
nosotros supersticiones y miedos a maleficios que en ciertos ambientes rodean
la imagen de los Ángeles desvirtuando su verdadero sentido. Muchas cosas
tenemos que purificar de esas religiosidades que nos acompañan y que muchas
veces se van alejando de un verdadero sentido cristiano.
Los
ángeles son presencia de Dios en nuestra vida y también, por qué no, en nuestra
historia, y siempre la presencia de Dios nos impulsa al bien y nos aleja del
mal. ‘Delante de tus ángeles tañeré para ti’, como decimos en los
salmos. O también podemos recordar aquello otro ‘a sus ángeles ha dado
órdenes para que te guarden en tus caminos’.
No hay comentarios:
Publicar un comentario