Pongamos
un buen cimiento a nuestra vida, pongamos la firmeza de los valores del
evangelio en lo hondo de nuestro corazón
2Reyes 24,8-17; Sal 78; Mateo 7,21-29
No voy de arquitecto ni de ingeniero – ya mi amigo me diría que soy
bastante malo y que de eso quizás no entiendo mucho – pero todos bien sabemos
lo importante que es en toda edificación una buena cimentación. Si tenemos que
hacer una buena construcción ya nos buscaremos no solo un buen constructor sino
un buen arquitecto o un buen ingeniero que nos planifique todo muy bien, para
no lamentar fallos posteriores.
Pero bien nos daremos cuenta que no hablo ahora de esas construcciones
sino de la construcción de la propia vida en la que hemos de poner sólidos
fundamentos, sólidos cimientos para que podamos lograr lo mejor de nosotros
mismos en la vida. Ya nuestros padres y educadores se han preocupado de darnos
buenos principios que nos hagan ir comprendiendo la vida en la medida en que
hemos ido creciendo y madurando, pero nosotros mismos también hemos de sentir
esa preocupación por ese cimiento de nuestra vida que nos haga alcanzar lo
mejor.
Quizá nos fijamos demasiado en los demás, antes que fijarnos en
nosotros mismos – aunque de eso ya hemos reflexionado más de una vez
seguramente – pero nos damos cuenta de con cuanta superficialidad se corre por
la vida. Hemos hecho de la vida una carrera y nos hemos apresurado tanto que no
nos hemos preparado debidamente antes. Faltan principios, faltan valores, nos
confundimos muchas veces y nos vamos tras lo que más relumbra en un determinado
momento sin darnos cuenta que solo es un oropel, un oro falso que reluce. No le
hemos sabido dar profundidad a la vida buscando los mejores cimientos, los
mejores valores que nos fundamenten pero también nos hagan mirar bien alto para
darle altos vuelos a nuestra existencia.
Necesaria esa profundidad en la vida en todos los aspectos;
humanamente hemos de ir madurando y creciendo día a día en esos valores.
Necesario profundizar en una espiritualidad honda, recia, para mantenernos firmes
frente a tanto materialismo como nos invdade en la vida; buscamos solo
satisfacciones prontas, del momento, nos apegamos a cosas materiales pensando
que ahí tenemos la raíz de la felicidad, pero pronto nos damos cuenta de que
estamos vacíos por dentro, de que nos falta esa profundidad para saber
encontrar el mejor sentido de las cosas, de la vida, de lo que hacemos, pero
sobre todo de lo que somos. Nos es muy necesario para sacar lo mejor de
nosotros mismos.
Y esto atañe a lo que es nuestra vida cristiana. No la podemos llenar
de ritualismos vacíos, de costumbres o tradiciones a las que no les demos el
verdadero sentido y profundidad. Sí, muchas veces nos decimos cristianos, nos
decimos que somos muy religiosos, pero nos falta hondura, nos falta verdaderos
cimientos, y andamos de acá para allá buscando espiritualidades que nos vienen
no sé de donde y sin embargo tenemos en nuestras manos el evangelio y no lo
tocamos.
Qué desconocimiento tenemos muchos de lo que es el evangelio de Jesús;
así no avanzamos de verdad en nuestra vida cristiana, y luego decimos que no
nos dice nada la Iglesia, la religión, la vida cristiana. Pero no nos hemos
preocupado de conocer el evangelio, de leerlo a fondo, de reflexionar
profundamente en lo que Jesús nos enseña.
Hoy Jesús nos pone la imagen de la casa edificada sobre arena o de la
casa edificada sobre roca; ya sabemos como puede terminar una u otra cuando
vengan las dificultades, los temporales de la vida. Y nos quiere decir Jesús
que busquemos el verdadero fundamento. ‘El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a
aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca… El que escucha estas
palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que
edificó su casa sobre arena...’
Pongamos un buen cimiento a
nuestra vida, pongamos la firmeza de los valores del evangelio en lo hondo de
nuestro corazón. Dejemos atrás de una vez por todas esas superficialidades que
tanto daño nos hacen. En Jesús encontremos ese verdadero sentido para nuestra
vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario