Confió Jesús en Pedro a pesar de debilidad y negación, confía en nosotros y en su Iglesia a pesar de nuestros tropiezos y caídas tendiéndonos siempre su mano
Hechos 12, 1-11; Sal 33; 2Timoteo 4, 6-8. 17-18; Jn. 21,
15-19
‘Tú, Simón, el hijo de Juan, en adelante te llamarás Cefas, Pedro’.
Fue como el saludo y el recibimiento. Es que su hermano Andrés la tarde
anterior se había ido con Jesús y ahora la mañana siguiente fue la búsqueda de
Simón y le había dicho que habían encontrado al Mesías. Eso de las inquietudes parecía
que era de familia, pues en sus búsquedas Andrés se había venido a la orilla
del Jordán para escuchar al Bautista y a la indicación de este se había ido con
Juan el Zebedeo detrás de Jesús.
Por eso aquella recepción y aquel saludo, pero también el gesto
significativo del cambio de nombre. Ya se intuía lo que Jesús esperaba de aquel
nuevo discípulo. ‘Te llamarás de ahora en adelante Pedro’. Un signo de
confianza, pero de confianza en el futuro. Un signo de confianza como para de
alguna manera estarle anunciando que tiene una misión reservada para él.
Más tarde, cuando después de llevar tiempo siguiendo a Jesús, porque
un día les había invitado a dejar lo que estaban haciendo para seguirle y habían
dejado barcas y redes en un hermoso gesto de disponibilidad, ante la confesión
de Simón Pedro de quien era Jesús para El – ‘Tú eres el Ungido de Dios, el
Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios vivo’ – ya Jesús comenzará a dar
significado a aquel cambio de nombre. ‘Serás piedra y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia’. El significado del nombre de Pedro es piedra, y ahora se
entenderá por qué Jesús le llama Pedro, piedra, porque será la piedra sobre la
que fundará la Iglesia, sobre la que se va a fundamentar aquella nueva
comunidad del Reino de Dios que va a nacer y que ahora Jesús está preparando.
Con este entusiasta discípulo en el que crece cada más y más su amor
por Jesús, éste tendrá unos apartes especiales. Será testigo de su
transfiguración en el Tabor, entrará con Jesús en el aposento donde yace muerta
la niña de Jairo aunque Jesús diga que solo está dormida para ser testigo de su
vuelta a la vida, habrá momentos de conversación mas intima donde Pedro le
manifestará a Jesús que no puede permitir que le pase nada de todo aquello que
anuncia que sucederá en Jerusalén teniendo Jesús un exabrupto con Pedro
apartándolo de su lado como si fuera un diablo tentador, finalmente podrá estar
cerca de Jesús en la oración y la agonía de Getsemaní aunque se caigan de sueño
y se les cierren los ojos.
Podríamos decir que Jesús lo va preparando. Tendrás que mantenerte
firme, le dirá en una ocasión, porque cuando te recuperes de tus debilidades en
las que incluso caerás tendrás que ser el sostén de la fe de los hermanos. Y
vaya sí que es débil a pesar de sus porfías de amor, porque tres veces le
negará antes de que aquella noche cante el gallo. Tarde se dará cuenta de que
se ha metido en la boca del lobo, pero llorará con amargas lágrimas su traición
que un día se verá compensada con una triple protesta de amor. ‘Señor, tú lo
sabes todo, tu sabes que te quiero’. Y Jesús le confiará ser pastor de su
rebaño ‘apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas’, le dirá.
Así aparecerá pronto Pedro como nexo de unión de los discípulos, de
los apóstoles. Incluso en los momentos oscuros de la pasión allá quedan
escondidos en el cenáculo y pedro en medio de ellos. Será el primero que ante
el anuncio de Magdalena correrá con Juan para llegar hasta el sepulcro y
constatar que está vació. Juan, dice el evangelio, creyó al ver el sepulcro vacío,
de Pedro no se dice nada, pero sabemos que de manera especial Jesús resucitado
se le aparecerá a él.
Después de la Ascensión, en la espera del cumplimiento de la promesa
del Padre y de Jesús, ya aparece el liderazgo de Pedro, como lo había anunciado
Jesús, porque con el están todos reunidos y a su iniciativa se elegirá al que
sustituya al traidor que se había suicidado. Luego tras la inundación de sus
corazones con el Espíritu divino será el primero que se enfrente a la multitud
para anunciarles que aquel a quien ellos habían crucificado Dios lo había
resucitado de entre los muertos constituyéndolo Señor y Mesías.
Cuando hoy estamos celebrando esta fiesta de San Pedro – no podemos
olvidar a san Pablo a quien hoy también celebramos – con estos breves retazos
de lo que aparece de él en el evangelio nos podremos hacer unas consideraciones
que nos ayuden también en nuestro camino de fe y en nuestro camino de
seguimiento de Jesús. Aparece siempre la
disponibilidad generosa de Simón que se deja guiar que aunque en sus impulsos
le haga tropezar y caer siempre estará ese amor total del corazón de Pedro para
seguir a Jesús, para proclamar que su Palabra es y será siempre palabra de vida
eterna y que está dispuesto a todo por seguir a Jesús.
No temamos tener una disponibilidad así de un corazón generoso y
siempre dispuesto a dar, a seguir a Jesús, a hablar valiente y claramente de
él. Podremos incluso equivocarnos, tropezar y caer – no tengamos miedo – que si
hay suficiente amor generoso en nuestro corazón pronto nos levantaremos y
seguiremos con los mismos impulsos.
Es algo que no hace falta a los cristianos de nuestro tiempo. Nos
entran miedos y temores, queremos guardar la ropa, queremos guardarnos por si
acaso vamos a tener dificultades o tropezar. Pero los valientes serán los que
den testimonio y el señor mirará esa generosidad de nuestro corazón y estamos
seguro que cuando nos parezca que nos hundimos como Pedro allá en las aguas del
lago, la mano de Jesús está ahí y nos levanta.
No seamos cobardes, hombres de poca fe, sino que tengamos ese arrojo y
esa valentía como le vemos a Pedro que siempre querrá estar cerca de Jesús y
que con esa misma valentía lo anunciará incluso a aquellos que crucificaron a
Jesús y a nosotros nos pueden llevar al martirio. El ángel del Señor estará con
nosotros para arrancarnos de esas cárceles de nuestras cobardías.
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