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martes, 5 de junio de 2018

Autenticidad, sinceridad, veracidad, congruencia que manifiestan la madurez de nuestra vida y también la madurez de nuestra fe para anunciar el evangelio de Jesús


Autenticidad, sinceridad, veracidad, congruencia que manifiestan la madurez de nuestra vida y también la madurez de nuestra fe para anunciar el evangelio de Jesús

2Pedro 3,12-15a.17-18; Sal. 89; Marcos 12, 13-17
Autenticidad, sinceridad, veracidad, congruencia… valores importante, valores necesarios, valores que en teoría todos quisiéramos tener en cuenta, pero que muchas veces se diluyen desde los intereses que tengamos en la vida.
La madurez de nuestra vida pasa por tener en cuenta esos valores y saber vivir con autenticidad. Pero nos entran fácilmente cobardías o temores ante el hecho de que nos conozcan de verdad como somos; y entramos en disimulos, en aparentar lo que no somos, en ser capaces de decir en teoría cosas muy bonitas, pero en la realidad de la vida ocultamos mucho ante el temor de que nos conozcan. Tratamos quizá de acomodarnos, porque lo que nosotros pensamos o lo que queremos que sean metas u objetivos de nuestra vida no son del agrado de los que nos rodean, no son cosas que puedan entrar en el interés de los demás, la gente pueda tener otras opiniones o intereses y nos puede parecer que nadamos a contracorriente, y nos da miedo.
Creo que tenemos que aprender a ser valientes y sinceros. La vida la vamos construyendo entre todos y también nuestros valores son importantes. Y aquellos valores en los que creemos no tenemos por qué ocultarlos, porque nos pueda parecer que lo que hay a nuestro alrededor va por otro camino. Quizá haya quien nos quiera hacer callar, no permitir que nosotros ofrezcamos nuestra idea y nuestro pensamiento. Por eso tenemos que ser valientes para ofrecer nuestra verdad, nuestra manera de ver las cosas.
No imponemos, pero que tampoco traten de imponernos sus ideas. Que de eso hay mucho en la sociedad en la que estamos; cuantos se quejan de que si en otro tiempo no tenían libertad o se imponían las ideas de los que estaban en el poder, pero ahora tratan de hacer lo mismo. Nos hace falta un sentido de dialogo humilde, en que de verdad nos escuchemos y nos respetemos mutuamente.
Me surge esta reflexión que nos puede ayudar en muchos aspectos de la vida en que vivimos, de lo que sucede en nuestra sociedad, a partir de lo que escuchamos en el evangelio en que incluso quienes se tenían como enemigos eran capaces de reconocer de Jesús. Es cierto que van con preguntas capciosas queriendo implicar a Jesús en cuestiones de la vida social o incluso político de su tiempo, y que Jesús no rehuye sino que también nos da unas claves de actuación para que vivamos también con responsabilidad nuestros deberes cívicos de contribución con nuestros impuestos a la marcha de la comunidad.
‘Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie; porque no te fijas en lo que la gente sea, sino que enseñas el camino de Dios sinceramente’. Ya Jesús nos dirá de si mismo que El es el Camino, y la Verdad, y la Vida y que quien cree en El encontrará la salvación. ‘Tu lo dices, yo lo soy’, responderá sin rodeos ante Poncio Pilatos como no había ocultado su condición cuando el Sumo Sacerdote lo conjura por el nombre del Dios vivo y responderá abiertamente que es el Hijo de Dios a quien veríamos venir entre las nubes del cielo. Ya antes en Getsemaní ante los que venían a prenderle les responderá ‘Yo soy’. Es la Verdad que no se oculta.verdad
Nos vale para reafirmar nuestra fe en Jesús. Nos vale para recordarnos nuestras responsabilidades y deberes cívicos que no podemos rehuir. Nos vale para que en todo tengamos la valentía de ser sinceros y auténticos. No vale para perder la cobardía que tantas veces nos invade a la hora de hacer el anuncio del Evangelio en un mundo que lo pueda rechazar pero que sin embargo está hambriento de verdaderos valores y hambriento de Dios.

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