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sábado, 26 de mayo de 2018

Fijémonos en lo pequeño y descubriremos su belleza, nos encontraremos con su verdadera grandeza, porque solo los que se hacen como niños entenderán el reino de los cielos



Fijémonos en lo pequeño y descubriremos su belleza, nos encontraremos con su verdadera grandeza, porque solo los que se hacen como niños entenderán el reino de los cielos

Santiago 5,13-20; Sal 140; Marcos 10,13-16

Las cosas más insignificantes cuando uno se fija en ellas descubre lo bonitas que son. Fue una reflexión que me surgió en la conversación con un amigo que me decía qué bonita era una sencilla y pequeña flor que en una fotografía había subido a Instagram. No era ninguna fotografía extraordinaria, pero yo me había fijado en el detalle para fotografiarla y mi amigo para admirarla. Muchas veces yo mismo había pasado junto a aquel seto y no me había fijado en sus flores; hoy me detuve junto a él y le hice la mencionada fotografía. ‘¡Qué bonita!’ decía mi amigo y me surgió esa respuesta. Las cosas más insignificantes cuando uno se fija en ellas ve lo bonitas que son.
Hemos perdido quizá la capacidad de admirarnos ante muchas cosas bellas que tenemos ante los ojos, pero que en nuestras prisas o en nuestros intereses por otras cosas no les prestamos atención. Y perdemos la oportunidad de admirar su belleza. Son las cosas de la naturaleza o las que las manos del hombre ha elaborado; pero no son solo las cosas, son también las personas; también tienen sus detalles, también hay valores que admirar en toda persona, y no solo vamos a buscar las más importantes, los que hacen cosas mas llamativas que para que les prestemos atención; son los pequeños y los que nos parecen insignificantes. Quizá ellos valoran mas ese pequeño detalle y los cultivan con mayor intensidad en sus vidas, aunque nadie se fije en ellos. Que ciegos vamos tantas veces por la vida.
De eso nos está hablando Jesús hoy para hablarnos del Reino de Dios. La oportunidad vino porque muchas madres traían a sus niños pequeños para que Jesús los bendijera. Pero ya sabemos como son los niños, pronto empiezan a enredar con sus juegos, se acercan con toda confianza a Jesús y diríamos que Jesús estaba gozando rodeado de los pequeños. Pero allá viene celosamente Pedro que no quiere que molesten al Maestro y ya le está pidiendo a las madres que se lleven a los niños porque molestan a Jesús.
‘Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él’. Reacciona Jesús inmediatamente. ‘No se lo impidáis, de los que son como ellos es el Reino de Dios’.
Pero si los pequeños son una cosa insignificante. En aquellos tiempos y con aquella cultura no eran tenidos en cuenta para nada. Que todavía en algunos ambientes queda algo de eso. Pero es que Jesús habla de ser como ellos, porque así es como entenderemos el Reino de Dios.
Ahí está lo pequeño, porque será a los sencillos y a los pequeños a los que se revela mejor el Padre del cielo. Será el valorar lo pequeño porque el que no sabe valorar lo pequeño no sabrá valorar luego lo que es verdaderamente importante; es que eso que nos parece pequeño ya es importante también; y será la fidelidad de las cosas pequeñas. Y podríamos seguir fijándonos en muchas mas cosas.
Pero es que Jesús nos dice que hay que ser como los niños. Sí, los niños con los ojos abiertos siempre porque siempre quieren conocer, quieren saber, ahí están todas esas preguntas que algunas veces nos pueden parecer impertinente. Pero es algo más, son los pequeños que se admiran ante todo, porque en todo se fijan, quizá en lo que ya no nos fijamos los mayores.
Son los pequeños que van con simplicidad y sencillez, que mientras nosotros no los hayamos maleado van por la vida sin malicia, con corazón puro y humilde. Son los pequeños siempre abiertos al amor, y para quienes no hay esas distinciones que luego nosotros los mayores nos hacemos, que si la raza y el color, que si esta familia o aquella, que si de este lugar o con estos antecedentes; de cuantas malicias vamos los mayores llenando la vida y haciendo distinciones y apartándonos de los demás.
Que importantes son los pequeños, las cosas pequeñas, la sencillez y la humildad en nuestras relaciones, la valoración siempre de lo bueno y del pequeño detalle. Tenemos que aprender a fijarnos en esas pequeñas cosas, tenemos que aprender a fijarnos en los pequeños no solo en las cosas, tenemos que tener ese corazón puro y sin malicia, tenemos que tener esa capacidad de admiración para descubrir esos pequeños detalles que hacen verdaderamente grandes a las personas. Cuánto tenemos que aprender. Fijémonos en lo pequeño y descubriremos su belleza, nos encontraremos con su verdadera grandeza.

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