Es necesario sentir cada día en nuestra vida la presencia del Espíritu de Jesús en nosotros que nos haga ir realizando cuando de El aprendemos en el Evangelio
Hechos
17,15.22-18,1; Sal 148; Juan 16,12-15
El recuerdo de aquellos seres que amamos, aunque ya no estén con
nosotros son siempre un estimulo para nuestro quehacer; pensamos en aquellas
cosas que nos decían, aquellos principios y valores que trataron de inculcarnos
y aunque quizás en tiempos nos parecía que los habíamos olvidado vuelven a
nuestra mente y nos damos cuenta que poniéndolos por obra logramos un mejor
camino en la vida. Recordamos así a nuestros padres, recordamos a nuestros
maestros – y digo maestros porque fueron algo mas que profesores – porque nos
enseñaron para la vida, fueron maestros en la vida, como recordamos a aquellas
personas que ejercieron alguna influencia en nosotros y nuestras buenas
costumbres. Quisiéramos recordar todo lo que nos enseñaron porque quizás
algunas cosas hayan pasado al baúl del olvido y ya quisiéramos tenerlos de
nuevo a nuestro lado para continuar recibiendo sus enseñanzas.
¿Era algo así lo que recordaban los discípulos de Jesús y que en el
caso de los evangelistas trataron de trasmitírnoslo por escrito? Algo así pero
mucho más. La presencia de Jesús no era solo un recuerdo de sus buenas
enseñanzas. La presencia de Jesús era algo que podían sentir de forma muy viva
en sus vidas. Y es que Jesús estaría siempre con nosotros por la fuerza y la
presencia de su Espíritu. Es lo que Jesús les promete.
‘Cuando venga él, el Espíritu
de la verdad, os guiará hasta la verdad plena…’ son las palabras que le escuchamos decir hoy a
Jesús. Podremos recordarlo todo, podremos caminar por ese camino nuevo del
Reino de Dios, podremos revivir sus enseñanzas y su vida, podremos conocer en
toda su plenitud a Jesús descubriendo todo el misterio de su vida, podremos ir
viviendo nosotros esos valores nuevos que El quiere trasmitirnos.
No actuamos solos ni por
nosotros mismos, solo con nuestro saber o con nuestra fuerza. Si así lo hiciéramos
no llegaríamos a conocer a Jesús ni todo el sentido de su vida. Es lo que les
pasa a tantos que sin el estimulo de la fe y sin dejarse conducir por su Espíritu
quieren hablar de Jesús, de evangelio, de iglesia, de religión y así salen las
mas disparatadas ideas, la mezcla que se hace de conceptos, la visión
excesivamente terrenal y hasta política que se tiene de la Iglesia en tantas
ocasiones.
No nos extraña que en personas
ajenas a la fe se puedan tener esas visiones, pero lo triste es que en los que nos
llamamos cristianos y creyentes muchas veces actuemos y pensemos de una forma
semejante. Nos quedamos también en esas visiones tan terrenas ya porque nos
dejamos influenciar por nuestro entorno, o también porque no nos dejamos
conducir por el Espíritu del Señor. Es a quien tenemos que invocar, es la
Sabiduría del Espíritu la que hemos de pedir.
Bueno es recordarlo de manera
especial en este tiempo pascual cuando nos acercamos a la fiesta de Pentecostés
y en la palabra de Jesús vamos escuchando ese anuncio que nos va haciendo del
Espíritu que nos va a enviar y así nos preparemos para esa fiesta pero para
sentir cada día en nuestra vida esa presencia del Espíritu de Jesús en nosotros
que nos haga ir realizando cuando de El aprendemos en el Evangelio.
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