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viernes, 26 de mayo de 2017

No nos faltara nunca la alegría en nuestro corazón porque siempre brilla en nosotros la luz pascual de la presencia de Cristo resucitado

No nos faltara nunca la alegría en nuestro corazón porque siempre brilla en nosotros la luz pascual de la presencia de Cristo resucitado

Hechos 18,9-18; Sal 46; Juan 16,20-23a
‘Pero vuestra tristeza se convertirá en alegría… se alegrara vuestro corazón y nadie os quitara vuestra alegría…’ Sigue Jesús con palabras consoladoras para sus discípulos en su despedida. Palabras que anuncian el sentido pascual de todo lo que han de vivir a partir de ese momento; palabras que nos manifiestan también el sentido de pascua de todo lo que le ha de suceder a Jesús; pero son también palabras que nos sentido de pascua a lo que ha de ser nuestra vida. Hay un anuncio implícito de resurrección en las palabras de Jesús, porque es donde  van a alcanzar esa alegría completa.
Nuestra vida siempre es pascua, siempre hemos de vivirla con sentido pascual. Ya desde nuestro bautismo estamos participando en el misterio pascual de Cristo, pero es que todo lo que vivamos lo hemos de hacer con ese sentido de pascua. Por eso cuando llegan a nosotros los nubarrones de la vida con sus problemas, sus luchas, con las cosas que nos hacen sufrir, con esas angustias que parecen quitarnos la alegría del alma hemos de saber verlo como una participación en la pascua de Cristo; primero una participación en su pasión y en su muerte cuando somos capaces de poner todas esas cosas que nos hacen sufrir en el platillo de la ofrenda de la pasión de Cristo en su cruz.
No olvidemos que en su cruz El esta cargando con todo lo que es nuestra vida, nuestros crímenes y pecados, pero también nuestros sufrimientos y nuestras angustias, nuestras soledades y nuestras desesperanzas. El las esta haciendo suyas. Nosotros con lo que es la realidad de la vida nos ponemos a su lado, haciendo también nuestra ofrenda de amor con lo que le vamos a dar sentido y valor a lo que hacemos y a lo que vivimos.
Quizás humanamente nos sentimos abandonados, nos duele lo que puede parecer el triunfo de los demás o el triunfo del mal. Nos puede eso herir en nuestro interior, pero hemos de saber no perder la paz, no perder nuestra alegría interior, porque sabemos bien en quien nos apoyamos, quien esta con nosotros  y nos ayuda a llevar nuestra cruz. Es el sentido de pascua que le damos a nuestra vida, porque no perdemos la esperanza de la luz, de la vida, del triunfo del amor.
No nos desalentamos porque sabemos que con nosotros siempre esta el Señor, para eso nos dejo la promesa del Espíritu. No nos faltara nunca la alegría en nuestro corazón porque siempre brilla en nosotros la luz pascual. Es la alegría con que siempre tenemos que manifestarnos los cristianos, sean cuales sean las circunstancias de nuestra vida. Cuando nos falte esa alegría pensemos que algo le está pasando a nuestra fe. Ya hemos escuchado aquello de que un cristiano triste es un triste cristiano.

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