No nos faltara nunca la alegría en nuestro corazón porque siempre brilla en nosotros la luz pascual de la presencia de Cristo resucitado
Hechos
18,9-18; Sal 46; Juan 16,20-23a
‘Pero vuestra tristeza se convertirá en alegría… se alegrara
vuestro corazón y nadie os quitara vuestra alegría…’ Sigue Jesús con
palabras consoladoras para sus discípulos en su despedida. Palabras que
anuncian el sentido pascual de todo lo que han de vivir a partir de ese
momento; palabras que nos manifiestan también el sentido de pascua de todo lo
que le ha de suceder a Jesús; pero son también palabras que nos sentido de
pascua a lo que ha de ser nuestra vida. Hay un anuncio implícito de
resurrección en las palabras de Jesús, porque es donde van a alcanzar esa alegría completa.
Nuestra vida siempre es pascua, siempre hemos de vivirla con sentido
pascual. Ya desde nuestro bautismo estamos participando en el misterio pascual
de Cristo, pero es que todo lo que vivamos lo hemos de hacer con ese sentido de
pascua. Por eso cuando llegan a nosotros los nubarrones de la vida con sus
problemas, sus luchas, con las cosas que nos hacen sufrir, con esas angustias
que parecen quitarnos la alegría del alma hemos de saber verlo como una
participación en la pascua de Cristo; primero una participación en su pasión y
en su muerte cuando somos capaces de poner todas esas cosas que nos hacen
sufrir en el platillo de la ofrenda de la pasión de Cristo en su cruz.
No olvidemos que en su cruz El esta cargando con todo lo que es
nuestra vida, nuestros crímenes y pecados, pero también nuestros sufrimientos y
nuestras angustias, nuestras soledades y nuestras desesperanzas. El las esta
haciendo suyas. Nosotros con lo que es la realidad de la vida nos ponemos a su
lado, haciendo también nuestra ofrenda de amor con lo que le vamos a dar
sentido y valor a lo que hacemos y a lo que vivimos.
Quizás humanamente nos sentimos abandonados, nos duele lo que puede
parecer el triunfo de los demás o el triunfo del mal. Nos puede eso herir en
nuestro interior, pero hemos de saber no perder la paz, no perder nuestra alegría
interior, porque sabemos bien en quien nos apoyamos, quien esta con
nosotros y nos ayuda a llevar nuestra
cruz. Es el sentido de pascua que le damos a nuestra vida, porque no perdemos
la esperanza de la luz, de la vida, del triunfo del amor.
No nos desalentamos porque sabemos que con nosotros siempre esta el
Señor, para eso nos dejo la promesa del Espíritu. No nos faltara nunca la
alegría en nuestro corazón porque siempre brilla en nosotros la luz pascual. Es
la alegría con que siempre tenemos que manifestarnos los cristianos, sean
cuales sean las circunstancias de nuestra vida. Cuando nos falte esa alegría
pensemos que algo le está pasando a nuestra fe. Ya hemos escuchado aquello de
que un cristiano triste es un triste cristiano.
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