Vistas de página en total

viernes, 14 de abril de 2017

El camino de la vida pasa por la cruz pero envuelto en el amor siempre nos conduce al triunfo de la vida y de la resurrección

El camino de la vida pasa por la cruz pero envuelto en el amor siempre nos conduce al triunfo de la vida y de la resurrección

Meditación a la sombra de la cruz

Isaías 52, 13-53, 12; Sal 30; Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9; Juan 18, 1 - 19, 42
El camino de la vida pasa por la cruz pero cuando va envuelto en el amor siempre nos conduce al triunfo de la vida y de la resurrección. Es lo que hoy estamos contemplando. Hoy es un día para la contemplación. No son necesarias muchas palabras, solo es necesario sentarnos a la sombra de la cruz. Y ponernos a pensar, a meditar, a contemplar la vida, la nuestra y la de los demás, reflejadas en la sombra de la cruz de Jesús a cuyos pies queremos ponernos.
No es fácil, ponernos a su sombra, contemplar toda su tragedia. Cuantas veces en la vida la rehuimos. Acaso la revestimos con muchas joyas para hacerla mas agradable o la envolvemos en suaves sedas para no sentir su crudeza. Con cuantas cosas en la vida queremos disimular la cruz.
Ponernos a la sombra de la cruz de Jesús nos hace contemplar, si, con toda su crudeza lo duro que es una cruz. Es la cruz de Jesús con toda su tragedia de dolor, de sufrimiento, de injusticia, de la maldad de todos aquellos que quisieron llevarle a la cruz. Pero es la cruz que nos encontramos cada día en los caminos de la vida. serán nuestros sufrimientos cuando nos llega el dolor o la enfermedad; serán nuestros sufrimientos quizás en nuestras soledades que acaso por nuestro egoísmo nos hemos buscado nosotros mismos, o las soledades a las que otros nos han llevado; serán los fracasos cuando no hemos logrado aquello en lo que tanto nos habíamos empeñado, por nuestros errores, porque no supimos encontrar el camino para realizarlo; serán las incomprensiones, los desaires, los malos juicios que de nosotros otros hacen, las acusaciones con razón o sin ella que tanto nos duelen, los abandonos en que nos sumen tantos que se olvidan de nosotros o no nos tienen en cuenta. Muchas cosas que nos llevan a la cruz, que nos hacen sufrir. Es duro.
Pero, cuidado, no nos quedemos solo mirando nuestra cruz. Tengamos la valentía de mirar en torno para darnos cuenta de tantas cruces que cargan sobre los hombros de nuestros hermanos. Porque quizás nosotros también los hemos dejado solos, de tanto pensar solo en nosotros mismos. Miremos, si, cara a cara el dolor y el sufrimiento de tantos a nuestro alrededor, en sus enfermedades, en sus soledades, en su pobreza. Pensamos en los enfermos incurables, en aquellos a los que sobrevino cuando menos lo esperaban la enfermedad que parece que ya no tiene remedio y sufren desesperados, con angustia, sin encontrar fuerzas para seguir adelante.
Miremos, cara a cara, el dolor y sufrimientos de los que son injustamente tratados por la vida, decimos, por no atrevernos quizás a decir por la crueldad de los demás que los hace injustos, o por nuestra crueldad que nos hace perder la capacidad de la compasión. La cruz del sufrimiento de tantos que se sienten fracasados en la vida porque ven sus sueños rotos, porque han perdido la ilusión, porque todo lo que encuentran son los obstáculos que ponen los ambiciosos o los avariciosos que todo lo quieren para si y no quieren permitir que otros avancen en la vida.
La cruz del sufrimiento de los que se ven discriminados, de los que no son aceptados en la sociedad porque proceden de otros lugares, porque son de otra raza, porque tienen otra condición, porque tienen otras orientaciones en la vida, porque quizás un día cometieron unos errores y estarán siempre cargando con la culpa. La cruz y el sufrimiento de los que no se sienten perdonados, de aquellos a los que se le niega el saludo, con los que ya no se quiere contar y se les aísla en la vida para que coman el pan amargo de la soledad.
Nuestro pensamiento puede ir más allá para llegar a los lugares de la guerra o de los que parece que eternamente están condenados a vivir en la miseria y el hambre a lo largo del mundo por la insolidaridad de los que se creen más fuertes, o pudiera estar en sus manos el remedio o la solución a sus males. Es una cruz muy grande la que atraviesa de lado a lado nuestro mundo.
Miramos todas esas cruces y muchas más que hay seguro a lo largo del mundo, no somos capaces de ser exhaustivos, y al mismo tiempo queremos mirar la cruz de Cruz a cuya sombra nos hemos postrado. En esa cruz de Jesús están todos esos sufrimientos, todo ese dolor, pero en Jesús estamos contemplando algo mas que es el amor. Y porque contemplamos ese amor de Jesús sabemos que vendrá la victoria de la vida sobre la muerte, de la gracia sobre el pecado. Es lo que ahora tenemos que aprender de Jesús, a envolver, si, esa cruz con el amor para convertirla en ofrenda. Es lo que la va a transformar.
Por eso, ese silencio nuestro a la sombra de la cruz y esa contemplación que estamos haciendo la vamos a convertir en oración. Pedimos el amor, pedimos vernos envueltos en ese amor de Jesús para darle un sentido a nuestro dolor, a nuestra cruz. Vamos a pedir que el amor ilumine todas esas sombras dolor que hay en nuestro mundo para que haya una verdadera transformación de nuestra humanidad. Una humanidad, empezando por la nuestra, que tiene que hacerse más humana, y lo podremos realizar con la fuerza del amor.
Desgranemos ahora hecho oración ante la cruz de Jesús de nuevo todas esas cruces de sufrimiento que hemos contemplado y otras muchas mas que podamos conocer. Pidamos, si, que nosotros nunca más seamos causa de cruz para los demás por nuestra insensibilidad, nuestro desamor, nuestras incomprensiones, nuestras discriminaciones que también hacemos tantas veces, nuestra forma injusta de tratar a los demás, nuestra violencia. Que nos transformemos nosotros primero que nada porque pongamos verdadero amor en nuestro corazón.
Pidamos que se transformen los corazones, que en verdad seamos una humanidad nueva, que cambien nuestras formas de relacionarnos los unos con los otros, que creemos entre todos un mundo de mayor justicia y de mas fraternidad. Pidamos por los que sufren esos males para que en el Señor encuentren fuerza para cargar con su cruz y transformarla en oblación de amor encontrando un sentido y un valor a sus sufrimientos, al mismo tiempo que logran para los suyos un mundo mejor.
En Jesús a quien hoy contemplamos colgado de la cruz encontraremos la victoria, porque El nos esta enseñando a envolver nuestra vida en el amor. Con Cristo crucificado a quien contemplamos de manera especial en este día de viernes santo sabemos que llegaremos al triunfo y a la victoria de la vida en la resurrección.

No hay comentarios:

Publicar un comentario