Aprendamos a nacer de nuevo y hacernos niños para descubrir cada día la
novedad del Evangelio
Eclesiástico
17,1-13; Sal 102; Marcos 10,13-16
‘Jesús se enfadó y les dijo:
«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis…’ Fue la reacción de Jesús a la actitud de los discípulos
con los niños, aunque quería enseñarnos algo más. Las madres entusiasmadas los traían
a Jesús para que los bendijera; cuantas veces vemos como una madre orgullosa de
su niño lo acerca a una persona mayor para que lo bendiga, o simplemente para
que se goce con el niño.
Y es normal que los niños cuando
entran en confianza se pongan juguetones y hacia aquellos en quienes encuentran
bondad y cariño pronto se acercan a ellos y casi los miran como si fueran de su
edad para sus juegos. Pero también vemos personas ariscas a los que molestan
los niños y no aguantan las importunidades de los niños y tratan de quitárselos
de encima.
Algo así sucedió en aquel
momento. Los discípulos más cercanos no querían que los niños molestasen a Jesús
y trataban de quitarlos de en medio. ‘Les regañaban’, dice el
evangelista. Y ahí vemos la reacción de Jesús. El evangelista nos dice que Jesús
se enfado. ¿Por qué iban a alejar a los niños de su presencia? ‘Dejad que
los niños se acerquen a mi…’ les dice. Dejad que se acerquen y aprendan
ustedes, porque tienen que hacerse como niños, con esa ingenuidad si lo queréis
llamar así, pero con esa confianza, con esa cercanía, con esos deseos de
aprender y de buscar, con esos ojos abiertos para descubrir las cosas nuevas
que la vida les va mostrando. ‘De los que son como ellos es el reino de
Dios’.
En este caso no se trata como en
otro momento Jesús querrá también enseñarnos de acoger al niño que es acoger al
pequeño, valorar lo pequeño, acoger a todos, porque quien acoge al mas humilde
esta acogiendo a Jesús. Hoy el mensaje va por otro camino porque nos dice ahora
hacerse como niños. No olvidemos lo que Jesús le decía a Nicodemo, ‘hay que
nacer de nuevo’. Nacer de nuevo, hacerse pequeño, hacerse niño para
comenzar de nuevo. ¿No es la conversión, el cambio total del corazón, de las
actitudes, de la manera de ver las cosas y de vivir la primera exigencia que
nos propone Jesús en el evangelio para aceptar y creer en la Buena Nueva del
Reino de Dios?
El niño no sabe nada y siempre
quiere aprender, conocer lo nuevo. El niño se abre a la vida y comienza a
vivir, todo es nuevo para el. Algunas veces nos creemos demasiado ‘sabidos’,
nos parece que nos lo sabemos todo y quien nos va a enseñar. Cuando somos
mayores nos aparecen esos orgullos, nos falta esa humildad de reconocer que
podemos aprender algo nuevo, podemos encontrar algo nuevo.
Y muchas veces podemos tener esa
actitud ante el evangelio y el evangelio deja de serlo para nosotros. El
evangelio siempre es buena noticia y si es noticia es algo nuevo, porque lo
viejo, lo sucedido hace tiempo ya no es noticia. Y tenemos el peligro de
acercarnos al evangelio así, viéndolo como noticia, como cosas de otro tiempo.
Nos falta descubrir esa novedad del cada día en el evangelio para poder
encontrarnos con esa luz que nos ilumina, nos salva, nos da nueva vida.
Por eso terminara diciendo Jesús:
‘Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en
él’. Y el evangelista continua diciéndonos que los abrazaba y que los
bendecía. Así tenemos que sentir ese abrazo del Señor a nuestra vida si nos
llenamos de esa humildad y sentiremos en nosotros su bendición que nos da nueva
vida.
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