Sintamos que el amor con todas sus consecuencias de entrega y de sacrificio no como una carga sino como una alegría, la alegría de nuestra vida
Eclesiástico
6,5-7; Sal 118; Marcos 10,1-12
‘Al principio de la creación
Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a
su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo
que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe
el hombre’.
Así responde Jesús a la pregunta que le hacen los fariseos. Así nos
manifiesta lo que es la voluntad del Señor. Así nos esta recordando lo que es
la grandeza y la maravilla del amor.
Tenemos que recordarlo. Es meta y es ideal. Es camino. Un camino
hermoso, el camino del amor verdadero, del amor que sabe entregarse y hasta es
capaz de olvidarse de si mismo por el amor que tiene. Es el camino del amor que
lleva a la unión mas profunda, ‘ya no son dos sino una sola carne’, nos
dice Jesús recordando el texto bíblico con lo que esta establecido desde el
principio, que va en lo mas hondo y profundo de nuestro ser, lo que es la
voluntad del Dios que nos ha creado, y nos ha creado a su imagen y semejanza.
Sin embargo reconocemos que no es fácil, porque muchas veces el amor
se puede viciar, se puede enfriar y debilitar. Lo tenemos en la experiencia de
la vida. Ya lo sentían como un problema en el tiempo de Jesús con los
planteamientos que le están haciendo los fariseos que expresan la real
inquietud que hay en ellos, como sigue siendo problema de todos los tiempos y
de hoy mismo.
No sabemos muchas veces encontrar solución. Se nos rompen tantas veces
las relaciones de las parejas que incluso nos parecían más estables, mas
enamoradas. Pero bien sabemos que la construcción y salvaguarda del amor no es
tarea de un día, sino que tiene que ser tarea permanente. Hemos de cuidar el
amor, porque pueden ser muchas las cosas que nos tienten por acá y por allá.
Cuidarlo desde el principio abonando bien nuestra vida en una profunda
y verdadera formación. Sabemos que las cosas de la vida no son fáciles y hemos
de prepararnos y fortalecernos para afrontar los problemas, para preservarnos
de los peligros, para fundamentar nuestra vida en verdaderos valores y en
profundos principios que nos ayuden a encontrar esa estabilidad emocional.
Sentir siempre el amor con todas sus consecuencias de entrega y de
sacrificio no como una carga sino como una alegría, la alegría de nuestra vida,
porque nos lleva por los caminos de la realización personal pero no de una
forma aislada sino precisamente compartiendo nuestra vida con el ser que
amamos; y eso nos dará mayor plenitud, las mayores satisfacciones, las alegrías
mas profundas.
Y hay un fundamento que el creyente, el cristiano ha de saber poner
muy bien. El amor es algo que nos sobrenaturaliza porque nos llena de Dios y
entonces a Dios hemos de saber sentirlo y hacerlo siempre presente en nuestro
amor. Frente a la debilidad de nuestra condición humana que nos inclina al
pecado la gracia divina es nuestra más profunda fortaleza. Hagamos presente de
verdad a Dios en nuestra vida y con su gracia nos sentiremos divinizados y se
fortalecerá de verdad nuestro amor.
Y sepamos comprender, sepamos tener entrañas de misericordia, nunca
nuestros juicios ni nuestros prejuicios empañen nuestra mente hasta llevarnos a
juzgar o condenar a nadie. Sepamos ser comprensivos para alentar, para animar,
para apoyar, para saber estar al lado de los que puedan padecer problemas en
esta tarea tan hermosa del amor matrimonial. Y también que nuestra oración los
acompañe, para que nunca un matrimonio cristiano olvide esa gracia del
Sacramento que no solo fue en aquel momento de la celebración, sino que esa
gracia se hace presente en cada momento de amor, de encuentro, de alegría
matrimonial y familiar y se hace presente también en los momentos de dificultad
para dar fuerza en esa situación.
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