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viernes, 24 de febrero de 2017

Sintamos que el amor con todas sus consecuencias de entrega y de sacrificio no como una carga sino como una alegría, la alegría de nuestra vida

Sintamos que el amor con todas sus consecuencias de entrega y de sacrificio no como una carga sino como una alegría, la alegría de nuestra vida

Eclesiástico 6,5-7; Sal 118; Marcos 10,1-12
‘Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre’.
Así responde Jesús a la pregunta que le hacen los fariseos. Así nos manifiesta lo que es la voluntad del Señor. Así nos esta recordando lo que es la grandeza y la maravilla del amor.
Tenemos que recordarlo. Es meta y es ideal. Es camino. Un camino hermoso, el camino del amor verdadero, del amor que sabe entregarse y hasta es capaz de olvidarse de si mismo por el amor que tiene. Es el camino del amor que lleva a la unión mas profunda, ‘ya no son dos sino una sola carne’, nos dice Jesús recordando el texto bíblico con lo que esta establecido desde el principio, que va en lo mas hondo y profundo de nuestro ser, lo que es la voluntad del Dios que nos ha creado, y nos ha creado a su imagen y semejanza.
Sin embargo reconocemos que no es fácil, porque muchas veces el amor se puede viciar, se puede enfriar y debilitar. Lo tenemos en la experiencia de la vida. Ya lo sentían como un problema en el tiempo de Jesús con los planteamientos que le están haciendo los fariseos que expresan la real inquietud que hay en ellos, como sigue siendo problema de todos los tiempos y de hoy mismo.
No sabemos muchas veces encontrar solución. Se nos rompen tantas veces las relaciones de las parejas que incluso nos parecían más estables, mas enamoradas. Pero bien sabemos que la construcción y salvaguarda del amor no es tarea de un día, sino que tiene que ser tarea permanente. Hemos de cuidar el amor, porque pueden ser muchas las cosas que nos tienten por acá y por allá.
Cuidarlo desde el principio abonando bien nuestra vida en una profunda y verdadera formación. Sabemos que las cosas de la vida no son fáciles y hemos de prepararnos y fortalecernos para afrontar los problemas, para preservarnos de los peligros, para fundamentar nuestra vida en verdaderos valores y en profundos principios que nos ayuden a encontrar esa estabilidad emocional.
Sentir siempre el amor con todas sus consecuencias de entrega y de sacrificio no como una carga sino como una alegría, la alegría de nuestra vida, porque nos lleva por los caminos de la realización personal pero no de una forma aislada sino precisamente compartiendo nuestra vida con el ser que amamos; y eso nos dará mayor plenitud, las mayores satisfacciones, las alegrías mas profundas.
Y hay un fundamento que el creyente, el cristiano ha de saber poner muy bien. El amor es algo que nos sobrenaturaliza porque nos llena de Dios y entonces a Dios hemos de saber sentirlo y hacerlo siempre presente en nuestro amor. Frente a la debilidad de nuestra condición humana que nos inclina al pecado la gracia divina es nuestra más profunda fortaleza. Hagamos presente de verdad a Dios en nuestra vida y con su gracia nos sentiremos divinizados y se fortalecerá de verdad nuestro amor.
Y sepamos comprender, sepamos tener entrañas de misericordia, nunca nuestros juicios ni nuestros prejuicios empañen nuestra mente hasta llevarnos a juzgar o condenar a nadie. Sepamos ser comprensivos para alentar, para animar, para apoyar, para saber estar al lado de los que puedan padecer problemas en esta tarea tan hermosa del amor matrimonial. Y también que nuestra oración los acompañe, para que nunca un matrimonio cristiano olvide esa gracia del Sacramento que no solo fue en aquel momento de la celebración, sino que esa gracia se hace presente en cada momento de amor, de encuentro, de alegría matrimonial y familiar y se hace presente también en los momentos de dificultad para dar fuerza en esa situación. 

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