Es necesario de una vez por todas ponernos en camino para ir al encuentro de nuestro mundo con la Buena Nueva de la Paz que nos ofrece Jesús y tanto necesitamos
2Timoteo 4,9-17ª; Sal 144; Lucas
10,1-9
‘¡Poneos en camino!... Paz a esta casa… Está cerca de vosotros el
Reino de Dios…’ Un mandato, una misión que compartir, un anuncio, es el
encargo que Jesús les hace a los discípulos que envía. Es el encargo que
nosotros también recibimos.
‘¡Poneos en camino!’ Quien ha recibido el mensaje de la
salvación no puede quedarse encerrado en si mismo, no se lo puede guardar solo
para él. Como Jesús tenemos que ponernos en camino; así lo vemos en el
evangelio. No espera a que vengan a El; va allí donde está la gente, donde hay
personas que sufren, donde hay gente ansiosa de paz. Camina por los pueblos y
aldeas de Galilea, va siempre es búsqueda del que está atormentado, se hace el
encontradizo con los que sufren por cualquier motivo, para todos tiene un gesto
y una palabra de esperanza. Es siempre un camino de amor el que va realizando Jesús
porque se va encontrando con las personas, porque va llevando la paz a los
corazones, porque El mismo es Buena Nueva, es Evangelio para los demás, porque
su presencia está anunciando un mundo nuevo, una vida nueva.
‘Paz a esta casa’. Es el anuncio de la paz; no una paz que
buscamos en lugares lejanos, sino que la hemos de encontrar y disfrutar allí
donde estamos, donde está nuestra vida que es donde están los conflictos. No es
una paz lejana o que nos venga impuesta, sino que es una paz que hemos de
aprender a sentir dentro del corazón; es la paz que nace de la misericordia y
del perdón; es la paz que se vive cuando vivimos de verdad en el amor, cuando
amamos; quienes aman no solo sienten la paz en su corazón sino que la hacen
sentir a los demás; quienes aman de verdad son siempre instrumentos de paz,
sembradores de paz, constructores de la paz.
‘Está cerca de vosotros el Reino de Dios’. Cerca porque hemos
de sentirlo en nuestra vida; cerca porque cuando buscamos la paz con nuestro
amor, con nuestra misericordia, con el perdón que recibimos y que también damos
a los demás, estamos haciendo presente el Reino de Dios; cerca porque cuando
vamos escuchando la Buena Nueva que es Jesús y lo vamos reconociendo como verdadero Señor de nuestra vida ya
comienza a haber un mundo nuevo en nosotros y entre aquellos que nos rodean.
Hoy estamos celebrando a san Lucas, evangelista. El supo trasmitirnos
esa Buena Nueva de Jesús que nos dejó plasmado en su Evangelio y en como lo
vivían las primeras comunidades cristianas como nos narra en los Hechos de los
Apóstoles. Su celebración nos impulsa y nos compromete a ser nosotros también
evangelio, porque nos pone en camino para hacer ese anuncio de la paz y del
Reino de Dios. Nuestra vida, a través de nuestro compromiso, de lo que pensamos
y de lo que hacemos, de nuestros gestos y de lo que decimos ha de ser siempre
signo de Evangelio.
Muchos son los que necesitan ese anuncio, esos gestos y signos de
nuestra vida para impregnarse también de la Buena Nueva de Salvación que Jesús
nos trae. Muchos son, igual que en los tiempos de Jesús, los que están
esperando esa Buena Noticia, necesitan recibir esa Buena Noticia desde sus
vidas atormentadas, desde las oscuridades que los envuelven, desde sus
desesperanzas y angustias, desde tantos sufrimientos en su cuerpo o en su
espíritu, desde tantos vacíos que necesitan encontrar una luz y un sentido para
sus vidas.
Hoy la Iglesia con intensidad desde la figura y desde los gestos y
palabras del Papa Francisco nos está invitando también a ponernos en camino.
Hemos vivido demasiado hacia adentro y el Papa nos recuerda que hemos de salir
a las periferias, allí donde es necesario que sea anunciado el Evangelio de Jesús.
En ese sentido van los planes pastorales en nuestras diócesis y en nuestras
parroquias en los que es necesario que nos impliquemos más. La misma
celebración del Domund que celebraremos el próximo domingo, domingo de las
Misiones, nos lo recuerda también.
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