Juan Bautista testigo de la verdad hasta su muerte nos enseña a ser testigos ante el mundo por la autenticidad, rectitud y sinceridad de nuestra vida
1Corintios 2,1-5; Sal 118;
Marcos 6, 17-29
Celebramos hoy el martirio de Juan Bautista. En Junio celebrábamos con
gran alegría su nacimiento, con la alegría de todo el pueblo como ya expresaba
el mismo evangelio su nacimiento allá en las montañas de Judea por donde había
corrido la noticia. Hoy celebramos su martirio.
Como expresa la liturgia en las oraciones de esta fiesta Juan Bautista
fue el precursor del nacimiento y de la muerte de Jesús. Normalmente pensamos
en el Bautista como el Precursor, porque había venido a preparar los caminos
del Señor con su predicación y su testimonio allá en el desierto en las orillas
del Jordán donde bautizaba invitando a la penitencia y la conversión del
corazón para preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto. Le había
precedido en su nacimiento y eso hacía también que lo llamáramos el precursor,
el que había venido antes.
Sin embargo la liturgia de este día nos lo señala también como el
precursor de su muerte cuando hoy estamos celebrando su martirio. Es el testigo
de la verdad y por su fidelidad a esa verdad y a la rectitud llegó a dar su
vida. El que cuando preparaba los caminos del Señor a cuantos acudían a él les
señalaba caminos de rectitud, de justicia, de honradez, de solidaridad para
preparar los corazones, por esa valentía de su palabra dio testimonio con su
vida. A Herodes le señalaba que el camino de su vida estaba lleno de pecado
porque no hacía lo que era justo y recto, y las envidias y las intrigas lo
llevaron a la cárcel y a la muerte.
Ya escuchamos el evangelio. Herodías odiaba a Juan y tramaba como
quitarlo de en medio a pesar del aprecio que por otra parte parecía que Herodes
podía tenerle. Pero la debilidad de Herodes, en esa espiral de pecado en la que
se había visto envuelto terminaría por cortar la cabeza de Juan ante las
intrigas de Herodías. Cuando caemos en la pendiente del pecado todo parece que se
vuelve más resbaladizo bajo nuestros pies y poco a poco unas cosas nos
precipitan en otras. La verdad que Juan proclamaba resultaba incomoda a quienes
Vivian envueltos en la vanidad de la vida que hace que todo se vuelva falsedad
y mentira.
El testigo de la verdad que era Juan por la valentía de su palabra y
la rectitud de su vida lo convertiría así con su muerte en precursor de la
muerte de Jesús. También Jesús ante Pilatos se había proclamado testigo de la
verdad y que para eso había venido al mundo, para dar testimonio de la verdad.
Aquí sería ahora el escepticismo de Pilatos que se preguntaba qué era la
verdad, lo que le llevaría a la cobardía de lavarse las manos para tratar de
quitar de sí la mancha de la cobardía de la condena de Jesús.
Pero en la oración litúrgica de esta fiesta pedimos que ‘asi como Juan
murió mártir de la verdad y de la justicia, luchemos nosotros valerosamente por
la confesión de nuestra fe’. Y confesar nuestra fe no ha de ser solo con palabras,
sino que tenemos que confesarla con el testimonio de nuestra vida; y ese
testimonio de nuestra vida nos lleva a esa lucha por la verdad y por la
justicia. Nuestra fe nos compromete. Los cristianos tendríamos que ser las
personas más comprometidas del mundo por la verdad y por la justicia, por el
bien, por el testimonio del amor, por la solidaridad más profunda.
¿Daremos en verdad así testimonio de nuestra fe? ¿Hasta donde llega
nuestro compromiso por el amor y la justicia? ¿El estilo de nuestra vida nos
hace testigos de la verdad por nuestra autenticidad, por nuestra sinceridad,
por la rectitud de nuestra vida en consonancia con nuestras palabras?
POR QUE CADA SEGUNDO VE ESTO
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