Un mensaje desconcertante pero que si aprendemos a vivirlo llenaremos de una nueva luz nuestra vida y nuestro mundo
Colosenses
3, 1-11; Sal 144; Lucas 6, 20-26
El mensaje de las bienaventuranzas siempre es
totalmente desconcertante. Parece que no se pudieran decir unas palabras así.
Son incomprensibles para nuestra manera humana de entender y nos queremos dar
muchas explicaciones.
El texto de Lucas es más breve y escueto, pero
podríamos decir también que más duro. Simplemente nos dice: ‘dichosos los pobres… dichosos los que
tienen hambre… dichosos los que lloran…’ Parece que eso no se puede decir.
¿Qué dicha pueden tener los que nada tienen, los que lloran y sufren o los que
no tienen que comer? De la misma manera que sus ‘ayes’ o lamentaciones. ‘¡Ay de vosotros, los ricos… ay de vosotros,
los que ahora estáis saciados… ay de vosotros los que ahora reís…!’
Y nos dice que de los pobres es el Reino de los cielos,
que los que lloran encontrarán consuelo, o los que tienen hambre quedarán
saciados, de la misma manera que se lamenta de los ricos porque ya tienen todo
su consuelo en las cosas que tienen, o de los que están saciados terminarán
teniendo hambre, o los que ahora ríen harán duelo y llorarán.
¿Qué nos dice Jesús? ¿Qué promete? Nos está hablando
del Reino de los cielos, nos está hablando de un mundo nuevo, nos está hablando
de la esperanza de que un día todo esto cambiará y será distinto.
La pobreza será siempre pobreza y será dolorosa, es
cierto, pero quizá podremos aprender a valorar lo que es verdaderamente
importante y donde habremos de poner nuestro corazón; desde nuestro sufrimiento
quizá podremos aprender a mirar con mirada nueva a los demás y entender mejor
el sufrimiento de los otros y compartiendo ese dolor encontrar una esperanza
que nos dé verdadero consuelo; desde nuestras necesidades aprenderemos a
compartir y el pan compartido aunque sea poco será menos amargo.
Es un mundo nuevo, es un estilo nuevo que será difícil
de comprender para los que se sienten ya saciados y hasta hartos en si mismos y
en lo que tienen. Es un mundo nuevo en el que descubriremos nuestros vacíos
cuando queremos llenar la vida simplemente de cosas y no hemos sabido valorar a
las personas ni lo que es una verdadera amistad.
Es un mundo nuevo en el que la más pequeña flor hará
brillar los ojos con un nuevo resplandor y el más pequeño detalle de amor que
tengamos con los demás va a resplandecer con un brillo especial y podrá llenar
de alegría y de dicha muchos corazones.
Cuando nos encontramos con personas a nuestro lado que
saben compartir parece que nuestra vida se llena de luz, hay en nosotros un
nuevo resplandor porque renace la esperanza, porque nos damos cuenta que
podemos hacer un mundo mejor, porque vamos venciendo todo mal y todo egoísmo.
Es el estilo nuevo del Reino de Dios; es el estilo
nuevo que ponemos en nuestra vida cuado tenemos a Dios como único centro de
nuestra existencia, el único Señor de nuestra vida. Escuchemos de verdad el
mensaje de Jesús y pongamos el espíritu de las bienaventuranzas en el estilo y
sentido de nuestra vida.
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