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viernes, 15 de mayo de 2015

Nada ni nadie nos podrá quitar esa alegría del corazón porque Dios está con nosotros.

Nada ni nadie nos podrá quitar esa alegría del corazón porque Dios está con nosotros.

Hechos,  18,9-18; Sal 46; Juan 16,20-23a
‘Vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría…’ y añade al final ‘se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría’. Consoladoras palabras de Jesús que nos llenan de esperanza.
Los discípulos estaban con la incertidumbre y en la tristeza ante lo que iba a suceder. Estas palabras de Jesús están situadas en el marco de la última cena, la cena pascual, que fue para Jesús el inicio de su pascua, de su pasión. Como les veremos luego reaccionar fueron momentos difíciles de abandono, de tristeza, que les haría huir y encerrarse incluso en el Cenáculo. Jesús los encontraría después de la resurrección en el Cenáculo con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Trata Jesús con sus palabras de llenar de esperanza sus corazones. ‘Se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría’.
Es difícil atravesar momentos de zozobra y de angustia, de soledad y abatimiento cuando los problemas nos cercan, las salidas las vemos oscuras, nos sentimos solos y como abandonados. Jesús nos dice que la tristeza ha de convertirse en alegría, que esa ha de ser la actitud y la postura de quien cree en El, pero hemos de reconocer que humanamente no es fácil. Momentos así todos hemos tenido en nuestra vida y es donde se ha de manifestar claramente lo que es nuestra madurez cristiana para fiarnos de las palabras de Jesús y saber poner alegría en el corazón sea cual sea la situación por la que estemos pasando.
Humanamente no es fácil, hemos dicho, pero hemos de saber abrir los ojos de la fe. Porque Jesús nos dice que El viene a nosotros, que El está con nosotros, que nunca nos podremos sentir abandonados ni en total soledad. ‘Volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría’, nos dice. Con nosotros siempre está el Señor. El nos da la fuerza de su Espíritu que es Espíritu de alegría y de paz, Espíritu que nos llena de esperanza y es nuestro consuelo.
En la lectura de los Hechos de los Apóstoles hemos visto la situación de Pablo que no era fácil en su anuncio del Evangelio. En esta ocasión está en Corinto, una ciudad muy compleja y muy pagana donde no es fácil hacer ese anuncio del evangelio porque Vivian una vida muy sensual y muy materialista. Sin embargo escucha la Palabra del Señor que le anima. ‘No temas, sigue hablando y no te calles, que yo estoy contigo, y nadie se atreverá a hacerte daño…’
Es la Palabra que tenemos que escuchar también en nuestro corazón. ‘No temas…’ Cuantas veces aparece esta invitación a la paz en el evangelio y en toda la Escritura Santa. No tememos, aunque muchas sean las dificultades; no tememos aunque nos sintamos abrumados y sobrepasados por el trabajo y los problemas; no tememos aunque nos sintamos hundido bajo el peso de nuestras culpas y pecados, porque confiamos en el Señor de la misericordia, el Dios del amor, el Dios que nos regala siempre su compasión y su perdón, el Dios que nos fortalece con su gracia y quiere seguir contando con nosotros.
Nada ni nadie nos podrá quitar esa alegría del corazón porque Dios está con nosotros.

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