Amados y elegidos de Dios permanecemos en su amor para dar frutos en la vocación a la que hemos sido llamados
Hechos, 1, 15-17. 20-26; Sal
112; Juan
15, 9-17
‘No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido
y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure’. Es
el Señor el que nos llama y nos elige. Nos manifiesta lo que es el amor del
Padre y así nos ama; nos sentimos amados y elegidos con un amor y una
predilección especial del Señor. Lo que nos pide y exige unos frutos de fe y de
amor.
En este catorce mayo la
liturgia celebra la fiesta de san Matías Apóstol. No formaba parte del grupo de
los doce inicialmente elegidos por Jesús. Pero había fallado Judas ‘que hizo de guía a los que arrestaron a
Jesús’, como delicadamente expresa san Pedro. Había de elegirse alguien que
lo sustituyera, pero había unas determinadas condiciones, por así decirlo. ‘Uno se asocie a nosotros como testigo de la
resurrección de Jesús, uno de los que nos acompañaron mientras convivió con
nosotros el Señor Jesús, desde que Juan bautizaba, hasta el día de su
ascensión’.
Un testigo de la
resurrección, pero un testigo de lo que había sido el amor de Jesús, uno que
había permanecido en el amor, como pedía Jesús. Son las condiciones. Ese
acompañar, ese caminar junto a Jesús mientras Jesús estuvo con ellos, viene a
expresar que había permanecido en el amor de Jesús, se había sentido amado de
manera especial por Jesús y por ese amor se había sentido unido a El de manera
especial. ‘Como el Padre me ha amado, así
os he amado yo; permaneced en mi amor’, que les dice Jesús.
Se proponen dos entre
los que habría que elegir. Pero la elección no es cosa de hombres, es cosa de
Dios. Es lo que se expresa en la oración que juntos dirigen al Señor. ‘Muéstranos a cuál de los dos has elegido
para que, en este ministerio apostólico, ocupe el puesto que dejó Judas para
marcharse al suyo propio’, es lo que piden al Señor. Y a suertes es elegido
Matías, se manifiesta así lo que es la elección del Señor.
Estamos haciendo
referencia en esta fiesta de san Matías a lo que es la llamada y elección del
Señor para aquellos a los que el Señor quiere con un ministerio especial dentro
de la comunidad eclesial. Pero podemos encontrar aquí también una referencia a
todo lo que atañe a nuestra vocación cristiana. Si hemos podido encontrarnos
con Jesús y conocerle para seguirle, ahí hemos de saber descubrir esa llamada
de amor del Señor. Es lo que llamamos nuestra vocación cristiana.
La fe es un don
sobrenatural, un regalo del Señor porque es una gracia, de la que hemos de
estar siempre agradecidos. Dichosos los que tienen fe, dichosos los que han
encontrado el camino de la fe porque es un camino que nos conduce a una
plenitud de vida. ‘Os he hablado de esto
para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud’,
nos decía Jesús. Es la alegría y el gozo de la fe, de poder creer, de encontrar
desde esa fe ese camino de plenitud. Demos gracias a Dios por ese don de la fe
que tan dichosos nos hace.
No hay comentarios:
Publicar un comentario