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sábado, 21 de febrero de 2015

Al seguir a Jesús emprendemos el camino del amor, el camino de la luz

Al seguir a Jesús emprendemos el camino del amor, el camino de la luz

Isaías 58,9b-14; Sal 85; Lucas 5,27-32
‘Cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía’. El amor ilumina la vida del hombre. Amar es vida; quien ama reparte vida; al amar no solo nos llenamos nosotros de luz, sino que estamos llenando de luz nuestro mundo.
 Ojalá lo entendiéramos todos y lo comenzáramos a vivir con intensidad. Hay demasiada oscuridad porque hay demasiado odio, demasiado desamor, demasiada insolidaridad. Mientras guardamos resentimientos en nuestro corazón cada vez nuestra vida se llena de más tinieblas; y nos cuesta perdonar y olvidar; tenemos la tentación de estar siempre recordando y reviviendo aquello que quizá un día nos hicieron mal y nos hizo daño y al revivirlo continuamente nos llenamos de oscuridad y vamos repartiendo oscuridad en nuestro entorno, porque creamos desconfianzas, recelos, resentimientos; tenemos que aprender a vaciarnos de esas oscuridades.
Y el camino es comenzar a amar de verdad; y amaremos de verdad olvidándonos de nosotros mismos para ver qué luz podemos llevar a los demás; claro que no podremos llevar luz sin mantenemos oscuridades en nuestro interior; por eso hemos de vaciarnos de nosotros mismos luchando incluso contra nosotros mismos en esos resabios de egoísmo y orgullo que nos pueden aparecer de nuevo, que pueden rebrotar en cualquier momento. Cuando comenzamos a pensar más en los demás y menos en nosotros mismos comenzaremos a tronchar esos brotes que podrían volver a surgir.
Aprende a ser solidario; aprendamos a ver esa necesidad que tiene nuestro hermano y al que no podemos dejar solo; aprendamos a desprendernos de nosotros mismos y ser solidarios de verdad compartiendo lo que somos y tenemos con los demás, compartiendo esa luz que seguro sigue existiendo en nuestro interior aunque algunas veces la tengamos tapada. Esa capacidad de amar siempre está en nosotros, porque además así hemos sido creados. Recordemos que Adán allá en el paraíso no podía estar solo, necesitaba a alguien como el con quien compartir su vida; esto nos está enseñando como hemos sido creados para el amor y para la solidaridad.
Jesús nos invita a seguir, como invitó a Leví, aquel recaudador de impuestos del que nos habla hoy el evangelio. Podíamos decir que tenía de todo porque era rico, por su condición y por su trabajo; pero cuando escuchó la llamada del Señor supo descubrir la verdadera riqueza que llenaría su vida; y se fue con Jesús, se puso a caminar por los caminos del amor, por los caminos que llenarían de luz el mundo, cuando anunciara el evangelio de Jesús a los demás. Es lo que tenemos que hacer nosotros, emprender el camino de la luz, el camino del amor.

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