Encontrarnos con la salvación por la fe en Jesús tiene que llenarnos de inmensa alegría
Hechos, 16, 22-34; Sal. 137; Jn. 16, 5-11
‘¿Qué tengo que hacer
para salvarme? Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia. Y le
explicaron la Palabra de Dios a él y a todos los de su casa’. Es la confesión central de nuestra
fe. ‘Cree en el Señor Jesús’.
Cuando el día de Pentecostés Pedro anuncia la Buena
Nueva de Jesús a toda aquella multitud que se había renuido delante del
Cenáculo, le preguntan también: ‘¿Qué
tenemos que hacer hermanos?’ Y la respuesta de Pedro fue semejante: ‘Arrepentíos y bautizaos cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo para que queden perdonados vuestros
pecados. Entonces recibiréis el Espíritu Santo’.
Es el anuncio que se repite. Es la Buena Nueva de la
salvación que hemos de anunciar. Lo hizo el mismo Jesús cuando inició su
ministerio apostólico por los pueblos y aldeas de Galilea: ‘Convertíos y creed en el Evangelio. El Reino de los cielos está cerca’.
Y la Buena Nueva, el Evangelio, es Jesús. Creer en Jesús y convertir nuestra
vida a El. Poner toda nuestra fe en Jesús porque es el único Salvador de
nuestra vida.
El episodio a que hace referencia lo que estamos
comentando fue en el segundo viaje de san Pablo. Como hemos escuchado no le
faltan tribulaciones y cárceles al Apóstol. En el primer viaje el recorrido se
redujo al Asia Menor, la actual Turquía, pero ahora el Espíritu Santo le ha
impulsado a dar el salto a Europa, como escuchamos en días anteriores porque en
un sueño un macedonio le pide al apóstol que vaya hasta allá. Hoy le
contemplamos en Filipos, ciudad importante de Macedonia, donde suceden estos
hechos que hemos escuchado ayer y hoy. Será una comunidad de la que Pablo
guardará un buen recuerdo y a la que dirigirá una carta contenida en el Canon
de la Biblia, la carta a los Filipenses.
Tras unas revueltas de gentes que se oponen a la
predicación de Pablo es apaleado y metido en la cárcel. Allá están ‘Pablo y Silas que oraban a medianoche
cantando himnos a Dios’. Y el Señor manifiesta su poder para liberarlos en
medio de signos portentosos, pero que será ocasión para que el carcelero como
hemos escuchado pregunte que es lo que ha de hacer para salvarse. ‘Después de explicarles la Palabra del Señor
a él y su familia… se bautizó enseguida con todos los suyos, los subió a su
casa, les preparó la mesa y celebraron
una fiesta de familia por haber creido en Dios’.
Ya hemos comentado esa pregunta fundamental y esa
proclamación de fe en Jesús necesaria para alcanzar la salvación. Pero
podríamos destacar también la alegría llena de esperanza con que viven su fe.
Mientras estaban en la cárcel ‘oraban
cantando al Señor’. Podría parecer que por estar sufriendo en la cárcel
después de ser apaleados y sin saber qué futuro les esperaba lo más normal
sería la preocupación y el miedo lleno de tristeza. Pero ellos cantan al Señor.
No les había abandonado la alegría de la fe.
Una hermosa lección. Andamos preocupados y agobiados
muchas veces en medio de los problemas o de los sufrimientos y parece que todo
se nos oscurece y se nos llena de las negruras de la amargura. ¿Dónde está
nuestra fe y nuestra esperanza? ¿dónde está la confianza que hemos puesto en el
Señor? Bendecir y alabar al Señor también desde nuestros sufrimientos, desde
nuestros problemas. Siempre hemos de saber cantar la gloria del Señor, que en
medio del dolor no nos deja solos; siempre El está a neustro lado siendo
nuestra fortaleza. Abramos los ojos de la fe.
Y finalmente después de ser bautizados aquella familia
hace fiesta por haber creido en Dios. Sí, darle gracias a Dios por el don de la
fe que nos concede. Alabar y cantar a Dios en todo momento. Vivir la alegría de
nuestra fe, porque encontrarnos con el Señor por la fe es el gozo más grande
que podemos llegar a vivir. Cuantos cristianos parece que nunca han sentido ese
gozo de la fe porque van con la vida siempre con cara de angustia y de
amargura. Algo le está pasando a la fe de unos cristianos que viven con esos
tintes negros en su vida. muchas cosas tendrían que revisar en su fe para
revitalizarla de verdad.
Encontrarnos con
la salvación por la fe en Jesús tiene que llenarnos de inmensa alegría.
Expresemos esa alegría de nuestra fe.
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