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lunes, 6 de mayo de 2013

El dará testimonio de mi y vosotros tambien dareis testimonio



El dará testimonio de mi y vosotros también daréis testimonio

Hechos, 16, 11-15; Sal. 149; Jn. 15, 26-16, 4
‘Cuando venga el Defensor… el Espíritu de la verdad… El dará testimonio de mi… y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo…’ Las palabras de despedida de Jesús en la última cena embargan de pena y tristeza a los discípulos en el cenáculo, porque todo lo que iba a suceder lo había anunciado repetidamente sin embargo ellos no acaban de comprender. Cuando se nos anuncia algo que es penoso, pero además no terminamos de entender el significado pleno de lo que va a suceder, ese anuncio se nos hace especialmente doloroso. Sin embargo las palabras de Jesús son de aliento, de esperanza, de ánimo para que nos falte la fortaleza necesario.
Les habla del testimonio que han de dar de Jesús a partir de su ausencia, pero les promete una fuerza especial, un Defensor, el Espíritu de la verdad que el Padre enviará en su nombre, que también da testimonio.  Les dice además que les ha hablado de todo esto ‘para que no se tambalee su fe’.
Nosotros que ya conocemos en mayor plenitud los hechos y todo lo que posteriormente sucedería en los comienzos de la Iglesia, y lo que ha sido la vida de la Iglesia a través de los siglos si hacemos una lectura con ojos de fe, comprendemos mejor todo lo que les está anunciando Jesús. Los momentos de la pasión y la cruz fueron especialmente duros para los discípulos por la ausencia de Jesús y por todo lo que iba sucediendo; posteriormente se sentirían fortalecidos en la Pascua al contemplarle resucitado. Pero luego la historia de los cristianos estuvo siempre llena de persecusiones y amenazas. Pero ya nosotros vemos la asistencia del Espíritu Santo que les fortalecía y animaba hasta el punto de salir contentos de la presencia del sanedrín cuando les prohibían hablar del nombre de Jesús y eran castigados por ese motivo.
Pero nosotros miramos nuestra historia y lo que es el momento presente en la vida de la Iglesia repartida por todo el mundo. No serán ya en nuestro caso las sinagogas como dice Jesús, pero sí somos conscientes de las dificultades que encontramos de todos lados en el anuncio de evangelio y en el desarrollo de nuestra misión. Contratiempos y dificultades que  no siempre viene de fuera, de enemigos de la religión que también, sino desde dentro mismo del seno de la iglesia, del grupo de los creyentes en los que no siempre encontramos los suficientes ánimos para seguir haciendo ese anuncio del evangelio. La frialdad y la desgana de tantos, la falta de compromiso y ese dejarse arrastrar en una vida anodina y sin vitalidad muchas veces son peores enemigos del anuncio del evangelio para que sea creible por parte de los que nos escuchan, que esos  mismos enemigos declarados.
En todo tiempo hemos de dar testimonio, manifestarnos como testigos de nuestra fe con nuestras obras y con nuestra vida. pero sabemos donde está nuestra fuerza porque nunca nos faltará la asistencia del Espíritu Santo. Y hemos de seguir haciendo el bien, luchando y trabajando por lo bueno, dando nuestro testimonio porque somos nos testigos que no podemos ocultar nuestra fe. Con nosotros está la fuerza del Espíritu, el que nos lo enseñará todo  y nos recordará cuando Jesús nos ha enseñado; perel Espiritu que nos dará fortaleza frente a aquellos que se nos opongan, pero también fuerza frente a esos enemigos que tenemos dentro de nosotros mismos que tantas veces nos sentimos tentados de mil manera a olvidarnos de ese testimonio que hemos de dar.
Que no nos falte ese espíritu misionero y apostólico. Eso tiene que ser algo intrinseco al ser cristiano. No nos podemos adormecer ni nos podemos acobardar porque podamos encontrar dificultades. Ese espíritu sería señal de la vitalidad de nuestro cristianismo, de nuestras comunidades. Cuando oramos al Señor pidiendo el aumento de vocaciones, en el fondo estamos pidiendo ayuda al Señor también para que se fortalezca nuestra fe y se revitalice nuestra vida cristiana.

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