Con la fe en Jesús nos sentimos siempre llenos de paz y contagiamos de esa paz
Hechos, 13, 26-33; Sal. 2; Jn. 14, 1-6
Qué a gusto y qué bien se siente uno al lado de
personas que con su sola presencia nos dan sensación de sosiego y de paz. Personas
que vemos serenas, aun en medio de momentos malos y tormentosos, porque nos da
la impresión de que saben bien lo que quieren, a donde van o lo que es el
sentido o el valor de su vida. No pierden la calma, la serenidad; nos trasmiten
paz y sosiego; nos ayudan, muchas veces solo con su presencia, a que nosotros
tengamos también ese equilibrio interior que se manifestará también en la forma
de reaccionar y de actuar.
Hoy Jesús nos dice: ‘No
perdáis la calma…’ Quiere Jesús que
tengamos paz en nuestro espíritu y sepamos también trasmitir paz. Y ¿qué es lo
que hemos de hacer para no perder la calma, para mantener esa paz de nuestro
espíritu? ‘Creed en Dios y creed también
en mí’, nos dice. Poner toda nuestra fe y nuestra confianza en Dios, en
Cristo.
¿Qué significa eso? ¿qué significa esa fe y cómo ha de
ser? No es decir, como algunos piensan, bueno en algo hay que creer por si
acaso. Nuestra fe tiene que ser otra cosa, porque la fe que ponemos en Dios nos
da seguridad y confianza total. No creemos por si acaso, sino con la seguridad
que nos da Dios que se hace presente en nuestra vida, de tal manera que nos
dará seguridad, serenidad, paz en todo lo que hagamos o en todo lo que vivamos.
El auténtico creyente se llena de esa paz de Dios; el
auténtico creyente se siente firme y seguro en su fe y nada le hará dudar o
llenar de zozobra, por muy fuertes que sean los embates de las cosas
desagradables que le sucedan en su vida. Los problemas, la enfermedad, la
muerte incluso no le hacen perder la paz del espíritu. Por la confianza que ha
puesto en Dios sabe lo que quiere y seguro y con fortaleza emprende su camino.
Por la fe que pone en Dios su vida está llena de esperanza y expresará en lo
que haga ese equilibrio que tiene en su interior a pesar de todo lo que le
pueda pasar.
Y es que Jesús nos da la seguridad de que vamos a vivir
en El; estará con nosotros pero de manera que nuestra vida se transformará
totalmente porque nos sentimos inundados por su gracia y por su vida. Ahí, sea
lo que sea lo que nos suceda, nunca el creyente se siente solo o abandonado. El
viene a nosotros pero nosotros nos sentimos inmersos en El. Y todo eso lo vamos
a vivir con paz de espíritu, lo vamos a expresar con alegría, será contagioso
para los que están a nuestro lado. Aquello que decíamos que cuando estamos
junto a alguien lleno de sosiego y paz nos sentimos contagiados, pues es de lo
que nosotros tenemos que contagiar a los demás.
Lograr todo eso es el camino de espiritualidad
cristiana que vamos recorriendo en nuestra vida, en el que hemos de crecer más
y más. Es el camino de superación que cada día hemos de ir logrando en
nosotros, porque son muchas las cosas que nos acechan y nos distraen de la meta
a la que aspiramos. Pero como decimos que hemos de ir creciendo en nuestra fe
más y más, iremos creciendo en esa espiritualidad que nos va llenando de Dios y
va haciendo nuestra vida distinta.
¿Qué hemos de hacer? Seguir el camino de Jesús. ‘Volveré y os llevaré conmigo para que
donde yo estoy estéis también vosotros. A donde yo voy ya sabéis el camino’, les
decía a los apóstoles en la última cena y nos está diciendo a nosotros. Los
discípulos le preguntaban porque les costaba entender: ‘Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?’ A lo
que Jesús les respondió: ‘Yo soy el
Camino, y la Verdad, y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí’.
Como tantas veces hemos reflexionado nuestro vivir es
Cristo, nuestro camino es Cristo, la verdad de nuestra vida es Cristo. Si lo
convertimos de verdad en el centro de nuestra existencia encontraremos el
sentido de todo, encontraremos la luz que necesitamos, tendremos la fuerza de
su Espíritu que nos ilumina, encontraremos de verdad esa paz. Es el camino de
espiritualidad que hemos de recorrer, porque es llenarnos, dejarnos inundar por
el Espíritu de Cristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario