Yo soy la puerta de las ovejas… quien entre por mí, se salvará…
Hechos, 11, 1-8; Sal. 41; Jn. 10, 1-10
‘Yo soy la puerta de
las ovejas… quien entre por mí, se salvará…’ La salvación solo la tenemos en Jesús. El es nuestro
único Salvador. ¿Buscamos en El de verdad la salvación?
Seguimos con la imagen del pastor, de las ovejas, de
los apriscos o rediles donde se guardan las ovejas, como ayer domingo que
celebrábamos el domingo del Buen Pastor. Parte Jesús de las imágenes de lo que
sucedía entonces y quizá aun en algunos ambientes pastoriles pueden seguir
siendo costumbres. Todas las ovejas eran guardadas en un mismo redil; cada
pastor iba a buscar a sus ovejas para sacarlas a pastar y llevaría solo sus
ovejas, pero cada oveja solo seguiría a su pastor porque es a quien conocían.
Al redil solo podrían entrar quienes eran de verdad los pastores de aquellas
ovejas y quien quisiera entrar por otro lado, como nos dice, es el ladrón y
bandido que va a robar. El pastor entra por la puerta porque le abre el guarda
y las ovejas atienden a su voz y le siguen. Al extraño no lo seguirán sino
huirán de él, porque no conocen su voz.
Como antes nos preguntábamos ¿buscamos al que es el
verdadero pastor de nuestra vida, el único en quien encontraremos la salvación?
¿Escucharemos y reconoceremos su voz o andaremos algunas veces perdidos
buscando la salvación donde en verdad no vamos a encontrarla? Tenemos que
reafirmar bien nuestra fe en Jesús creciendo más y más en su conocimiento.
Son los peligros de las confusiones que podemos tener
en la vida, porque quizá puedan venir de aquí o de allí diciéndonos cosas que
nos confunden y nos alejan del verdadero camino de nuestra salvación que
solamente en Jesús vamos a encontrar. Cuando se acercan a nosotros tratando de
atraernos a sus caminos algunos nos dicen que lo que enseñan no es malo, y tenemos
que escuchar a todos. Pero cuando no
tenemos unos sólidos fundamentos en nuestra fe, terminamos haciendo una mezcla
de cosas y de ideas que nos apartan de la verdadera fe católica que nos une a
nuestra Iglesia.
Creo que tenemos que sentirnos bien seguros de nuestra
fe y formarnos debidamente para que no nos entren esas confusiones. Cuando
somos débiles en la fe porque no nos
hemos formado debidamente todo nos puede parecer bueno y al final terminamos
abandonando lo que es la fe en Jesús que en la Iglesia recibimos y en la
Iglesia hemos de vivir. Y hay muchos que quizá quieran aprovecharse de esa
nuestra debilidad.
Estamos celebrando el año de la fe al que nos convocó
el Papa durante este año en las diversas conmemoraciones que estamos celebrando
tanto del inicio de Concilio Vaticano II como de la promulgación del Catecismo
de la Iglesia Católica que compendia todo el contenido de nuestra fe.
Precisamente en la convocatoria del Papa para este año
se nos hablaba de la puerta de la fe, una buena referencia a lo que hoy hemos
escuchado en el evangelio. Y la intención de la celebración de este año es el
que ahondemos en nuestra fe, revitalizándola de verdad, para que podamos dar
ese testimonio claro y valiente de nuestra condición de cristianos en medio del
mundo. Y una forma de revitalizar nuestra fe no es solamente decir que yo si
creo, sino el que trate de ahondar, estudiar, repasar todo lo que es el
contenido de nuestra fe que se nos recoge en el catecismo para luego con toda
firmeza y sin confusión confesar nuestra fe.
Cuando a los mayores se les habla de Catecismo y de
esto que ahora estamos diciendo algunos parece como que se sienten ofendidos
porque piensan que eso es cosa para niños o cosa de aprendernos unas fórmulas
de memoria. De ninguna manera podemos pensar así. En cada etapa de la vida
necesitamos esa profundización en nuestra fe, porque no podemos profundizar lo
mismo siendo niños que de jóvenes o de mayores.
Lástima esa reacción tan negativa en la mayoría de nuestras
gentes a conocer con profundidad su fe. Claro que luego todos quieren hablar y
opinar sobre la Iglesia y sobre lo que tendría que enseñar para que se nos
hagan rebajas, como se suele decir, porque estos son otros tiempos. Por esa
falta de hondura en el conocimiento de lo que es nuestra fe, de lo que nos
contiene el catecismo, vienen esas confusiones de las que hablábamos antes y
que tanto daño nos hacen en la vivencia de nuestra fe y nuestra vida cristiana.
Tenemos que conocer con más profundidad lo que son los fundamentos de nuestra
fe y los principios de la moral cristiana, y en eso andamos con muchas
carencias en nuestro pueblo cristiano. Ojalá el Espíritu del Señor mueva
nuestros corazones que nos lleven a esa proclamación auténtica de nuestra fe.
Cristo es la puerta por la que tenemos que entrar para
alcanzar la salvación porque El es nuestro único salvador. Y todo ese depósito
de la Salvación lo dejó confiado a su Iglesia. No nos apartemos nunca de lo que es la fe auténtica
de la Iglesia.
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