Dichoso quien tiene presente el mensaje profético contenido en este libro
Apoc. 22, 1-7; Sal. 94; Lc. 21, 34-36
‘Dichoso quien tiene
presente el mensaje profético contenido en este libro’. Estamos terminando la lectura del
Apocalipsis y ahora nos encontramos con un mensaje semejante al escuchado en
los primeros versículos. ‘Dichoso el que
lee y dichosos los que escuchan las palabras de esta profecía y tienen presente
lo que en ella está escrito’, nos decía.
‘Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica’,
escuchamos de labios de Jesús en el evangelio.
Progresivamente el Espíritu del Señor nos ha ido
conduciendo a través del mensaje del Apocalipsis, corrigiéndonos, enseñándonos,
dándonos esperanza, anunciandonos que la victoria sobre el mal es posible. En
las paginas finales del Apocalipsis se nos habla de ‘un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera
tierra han pasado y el mar ya no existe’. Se nos compara a la Iglesia con ‘la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que
descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se arregla
para su esposo’, como tantas veces hemos escuchado y hubiera correspondido
escucharlo ayer, si no hubiera sido la fiesta de san Andrés.
Se nos ha descrito la Jerusalén celestial que canta
para siempre la gloria del Señor y llenos de esperanza en medio de nuestras
luchas y tribulaciones hemos deseado el forma parte un día de ese cortejo
celestial de los ciento cuarenta y cuatro mil que cantan en el cielo
eternamente la gloria del Señor. Pero nuestra esperanza se ha despertado y
engrandecido y tenemos la certeza de que un día así podremos cantar la gloria
del Señor.
La creación entera ha sido renovada, el hombre ha sido
hecho un hombre nuevo y ya vivimos para siempre el tiempo de la gracia y de la
gloria del Señor. Por eso las ultimas páginas de la Biblia, el Apocalipsis es
el último libro de la Biblia, conectan con las primeras páginas del Génesis que
nos hablaban de la voluntad del Dios de crear al hombre para la dicha y la felicidad.
La imagen del paraiso terrenal es la imagen de esa dicha para la que Dios creó
al hombre, pero que el hombre con su pecado destruyó y sigue destruyendo.
Por eso ahora en el tiempo de la victoria definitiva
del que nos habla el Apocalipsis vuelven a aparecer las mismas imágenes en ese
rio de agua viva que atraviesa la ciudad, como atravesaba el jardín del Edén,
ese ‘árbol de la vida, que da doce
cosechas, una cada mes del año’ como signo de fecundidad y de vida. Ahora
han desaparecido las tinieblas, ‘ya no
habrá más noche’, y todo será luz y resplandor pero ‘no necesitará ni la luz de lámpara, ni la luz del sol, porque el Señor
Dios irradiará su luz sobre ellos y reinarán por los siglos’.
‘¡Marana tha! Ven,
Señor Jesús’, será
el grito final del Apocalipsis que nosotros hemos repetido con el salmo, es el
grito de este momento final del año litúrgico, como será el grito y la súplica
que repetiremos ahora en el tiempo de Adviento que vamos a comenzar.
Ven, Señor Jesús, pedimos pensando en ese momento final
de la historia en la segunda venida del Hijo del Hombre queriendo que ese
encuentro con el Señor que viene sea para la dicha y para la gloria eterna
junto a Dios. Ven, Señor, era la súplica llena de esperanza que hacía el pueblo
creyente esperando la venida del Mesías Salvador, y que nosotros iremos
repitiendo mientras nos preparamos para la celebración de su primera venida en
su nacimiento en Belén para nuestra salvación.
Ven, Señor Jesús, será la súplica que vamos a hacer
repetidamente durante el tiempo de Adviento que comenzamos, pero que es la
súplica que continuamente hacemos al Señor cada día pidiendo que venga a
nosotros, que sea nuestra fortaleza y nuestra vida, que nos llene de su gracia
y de su salvación para que podamos alcanzar esa victoria final. Porque ese será
el verdadero sentido que hemos de darle al tiempo del Adviento que vamos a
comenzar a celebrar y vivir. Nos movemos entre su primera venida en la carne
para redimirnos y salvarnos y su venida al final de los tiempos para el juicio
definitivo de la historia, pero sabiendo y pidiendo cada día que se siga
haciendo presente en nuestra vida con su gracia para que podamos vivir con todo
sentido su salvación. ‘Dichoso quien
tiene presente el mensaje profético contenido en este libro’.
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