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martes, 16 de febrero de 2010

Cuidado con las levaduras que nos malean

Sant. 1, 12-18
Sal. 93
Mc. 8, 14-21


‘Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes’, les dice mientras atravesaban el lago. No entienden lo que Jesús quiere decirles y piensan que se los dice porque ‘no han llevado más que un pan en la barca’. Andaban preocupados. ‘¿Para que os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís?’ Andaban preocupados por la falta de pan y ya se acordaban de los panes multiplicados milagrosamente allá en el descampado. ¿Entenderemos nosotros?
¿Qué les quería decir Jesús?, nos preguntamos nosotros también. Habla de levadura. Y ¿para que sirve la levadura? Ya un día había puesto una parábola del pequeño puñado de levadura que se echa en la masa para hacer fermentar el pan. Y ahora les habla Jesús de la levadura de los fariseos y de la de Herodes. Había que tener cuidado.
Podíamos decir que Jesús quiere ofrecernos un pan nuevo, un pan distinto. La salvación que Jesús nos ofrece nos da un nuevo sentido de vivir y de ser. Desde el descubrimiento del amor grande que Dios nos tiene que es nuestro Padre nuestra vida tiene que tener un nuevo plan, un nuevo sentido. Habló Jesús un día de odres nuevos, de vestido nuevo; de que no nos valen los remiendos ni las componendas.
Seguimos a Jesús y no nos podemos dejar influir por nada ni por nadie. Como los discípulos y los apóstoles que podían dejarse influir por un estilo de vida que tenían alrededor, ya fuera el estilo de los fariseos con sus apariencias y vanidades, ya fuera Herodes con toda la maldad que había en su corazón. Podrían parecer muy rectos y cumplidores los fariseos con lo minuciosos que eran, pero Jesús les desenmascara y nos está diciendo que ese estilo de vivir no es el que El quiere trasmitirnos. Una autenticidad nueva y una rectitud tendría que nacer en el discípulo de Jesús, como un estilo de amor y de misericordia como descubrimos en el corazón de Cristo. Y es por ahí por donde tenemos que caminar.
El mundo que nos rodea también puede influir en nosotros. O hacemos sincretismos mezclando en nuestra vida cosas que son incompatibles o simplemente nos dejamos arrastrar confundidos por cantos de sirena que al final nos llevarán por mal camino.
Una religiosidad pobre, un materialismo que nos anula y embrutece, un sensualismo y hedonismo que nos ciega y nos impide ver valores más trascendentes, una superficialidad que nos impide comprometernos seriamente en cosas importantes, un dejarnos llevar quizá por el temor al que dirán o porque no tenemos fuerzas para nadar contracorriente, muchas cosas que se nos pueden ir metiendo en el corazón o en nuestro estilo de vivir que nos alejan de una verdadera religiosidad y de un verdadero sentido de la vida. Hemos de estar alertas. Como dice Jesús cuidado con esa levadura que puede malear la masa de nuestra vida.
Estamos a las puertas de iniciar el tiempo de Cuaresma, que tiene que ser un tiempo de verdadera renovación de nuestra vida. Ya nos iremos planteando el camino que hemos de recorrer, pero con las advertencias que hoy nos hace el Señor ya tenemos que predisponernos para lo bueno, para iniciar con verdaderos deseos y con mucha esperanza este tiempo que nos conducirá a la Pascua. Pero como ya reflexionaremos conducirnos a la Pascua no es simplemente dejar pasar unos días con una serie de cosas que se irán sucediendo, sino emprender ese camino para que haya verdadera Pascua en nosotros. Cristo llene nuestra vida y nos transforme, nos haga morir a las viejas levaduras para dejarnos transformar por esa nueva levadura de la gracia que El nos ofrece.

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