Is. 60, 1-6;
Sal. 71;
Ef. 3, 2-3-5-6;
Mt. 2, 1-12
‘Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo’. Una estrella que anuncia el regalo de Dios a la humanidad.
De sobra conocemos el relato que todos los años escuchamos. Unos magos de Oriente que se presentan en Jerusalén. ‘¿Dónde está el recién nacido rey de los judíos? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo’. Revuelo que se forma en la ciudad y que llega a oídos de Herodes. Teme por su reino. Consulta a los sacerdotes y letrados de Jerusalén. Ha de nacer ‘en Belén de Judá porque así lo ha escrito el Profeta: y tú, Belén, tierra de Judá no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; porque de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo de Israel’. Las disposiciones del rey para garantizar su vuelta y poder cumplir sus deseos. La estrella que aparece de nuevo y los conduce hasta Belén. La ofrenda ante el Niño que está en brazos de su madre, María.
Hasta aquí un resumen del relato hoy proclamado, pero ¿cuál es el significado que todo esto tiene? ¿Qué significa esa estrella? ¿Qué significa esta fiesta de la Epifanía que hoy celebramos?
Por supuesto todos podemos entender que su significado va más allá de unos regalos que este día todos nos ofrecemos, aún con todo lo hermoso que pueda ser ese ofrecimiento mutuo de regalos como muestra de cariño y de amistad; de la ilusión que en todos se crea en este día; o de ese despertar en este día para una humanidad que quiere ser mucho más feliz y quiere hacer felices también a los demás.
Cosas buenas todas estas pero que nuestra celebración va a algo mucho más hondo y significativo. Es hermoso todo esto que se vive, pero más hermoso aún si calamos en el sentido más hondo de esta fiesta.
Esa estrella que aparece en los cielos y que despierta a los magos para ponerse en camino de su búsqueda nos anuncia un regalo de Dios. Y es que tenemos que pensar que en todo el misterio de Cristo siempre tenemos que descubrir un mensaje de amor de Dios para todos. La salvación que Dios nos ofrece cuando nos envía a su Hijo Unigénito que se hace hombre no puede encerrarse en unas fronteras sino que tiene un carácter universal.
¡Ojalá dentro de esas fronteras concretas donde vivió Dios hecho Hombre lograran tener esa paz que nos anunció Jesús con su venida y que precisamente en estos días están incendiadas con la guerra!
El Niño cuyo nacimiento fue anunciado por el ángel a unos pastores de Belén es anunciado ahora a pueblos lejanos por medio de una estrella. Porque para todos es el Salvador. A todos vino a traernos Jesús su paz y su salvación y a todos tiene que seguirse anunciando hoy. Aunque muchos quieren impedir que se realice ese anuncio.
Ya sucedió entonces. Al Rey Herodes le costó aceptar aquel nacimiento y quería impedir de la forma que fuera el Reinado de aquel Reino que se anunciaba con el nacimiento de aquel Niño. Quiso manipular a quienes traían aquella noticia y de sus medios crueles se valió para impedirlo, como lo celebramos en el Día de los Inocentes con aquellas crueles matanzas. Tampoco a los pontífices y letrados de Jerusalén les hacía mucha gracia aquel nacimiento y trataron de minimizarlo y ningunearlo limitándose a trasmitir escuetamente lo dicho por el profeta pero sin mayores ayudas.
¡Cuántos siguen interesados hoy en que no se realice ese anuncio de salvación! ¡Cuántos quieren ahogar de la forma que sea el significado hondo de la Navidad con manipulaciones y sustituciones de su sentido! No nos extrañe.
Hemos escuchado en estos días cómo en algunos lugares se han lanzado furibundas campañas publicitarias de ateismo y negación de la existencia de Dios. De la misma manera que frente al nacimiento de la vida que estamos proclamando con nuestra celebración de la navidad se promueve una cultura de muerte con el aborto que se quiere ampliar a sin-límites increíbles o campañas, directas muchas veces y otras de forma muy sutil, de sensibilización a favor de la eutanasia.
Pero más sutilmente se quiere ahogar el sentido de la navidad desde un mercantilismo que convierte estas fiestas en una carrera de consumismo, materialismo y hedonismo, porque lo único que parece importar es pasarlo bien de la forma que sea. Llega la navidad porque llegan los turrones, la lotería, las buenas comidas o los regalos, pero no se menciona que la Navidad es nacimiento de Jesús, que es Dios hecho hombre.
Por eso es importante que nosotros los creyentes hagamos brillar con toda su fuerza la estrella de Belén, la luz con que Cristo nos quiso iluminar. No podemos dejar que se ahogue esa luz en medio de las tinieblas que quieren imperar en nuestro mundo. Una Luz que no es sólo para nosotros sino que a todos tiene que llegar, a todos tiene que iluminar. De nosotros depende.
Tendremos que emprender caminos nuevos, como tuvieron que hacer aquellos magos. Buscar los caminos que nos lleven a hacer valientemente ese anuncio de Jesús, de su luz y de su salvación a nuestro mundo de hoy. ¿No hablamos hoy de nueva evangelización? Es algo que se nos viene repitiendo en la Iglesia continuamente en los últimos años y de ello tenemos que convencernos, porque muchas veces nuestro mundo está lejos del Evangelio.
Nosotros tenemos que ser estrellas que anunciemos con nuestra vida, con nuestro testimonio y también con nuestra palabra valiente el mensaje de Jesús, el mensaje del Evangelio. Y tenemos que saber emplear todos los medios que estén a nuestro alcance.
Los magos buscaron otros caminos. Busquemos esos nuevos caminos. Hoy se nos ofrecen nuevos medios de comunicación en esta era de la informática y en este mundo globalizado. Los cristianos tendríamos que saberlos aprovechar más para hacer ese anuncio de la Buena Noticia de Jesús a nuestro mundo. El que este mensaje llegue a ti, quizá por medio de internet, quiere ser un deseo de emplear los caminos de este mundo de hoy para hacer llegar el evangelio. Gracias por recibirlo y gracias a quienes al recibirlo a su vez tratan de trasmitirlo a otros muchos.
Anunciar el evangelio a todo el mundo es nuestro deber como cristianos, ya lo dice el apóstol san Pablo
ResponderEliminargracias por tus comentarios, ya me gustaria recibir mas
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