Gestos
y signos de vida y de salvación hemos de saber tener con los que nos rodean
para hacer más presente el Reino de Dios en el mundo que nos rodea
Génesis 28, 10-22ª; Salmo 90; Mateo 9,18-26
La vida toda está rodeada de gestos,
para comunicarnos, para relacionarnos, para expresar lo que queremos o lo que
sentimos, para significar todo lo que es la vida en si misma; los podemos
llamar gestos, como lo llamamos también signos; son señales que dicen en si
mismas, y que de alguna manera tienen un lenguaje universal; no son necesarias
traducciones porque muchas veces dicen algo más y más hondo que lo que
expresamos con palabras, siendo también éstas gestos y signo de lo que pensamos
o de lo que llevamos dentro.
Nos damos la mano para saludarnos en
nuestros encuentros o en nuestras despedidas, es expresión de amistad y también
de acuerdo de paz; ponemos la mano en el hombro de alguien y queremos expresar
nuestro apoyo y la fortaleza que el otro recibe con nuestro gesto; damos un
abrazo como expresión de cercanía más honda, porque de alguna manera es hacer
vibrar el corazón al unísono; nos atrevemos a tocar al otro porque queremos
llamar su atención o para decirle que cuente con nosotros que estamos ahí; nos
cogemos del brazo de la otra persona porque queremos caminar juntos pero que
significa mucho más porque en ese camino vendrán los desahogos y las
confidencias; nos sentamos al lado del
otro y hacemos silencio porque simplemente queremos escuchar lo que el otro
tenga que decirnos; miramos a los ojos porque le estamos diciendo que queremos
llegar más hondo, o porque ofrecemos la sinceridad de nuestro corazón que
ofrece confianza; muchos son los gestos con los que nos expresamos y todos son
siempre bien significativos aunque algunas veces casi los hagamos sin darnos
cuenta, pero siempre queriendo decir algo.
El evangelio está lleno de gestos, en
Jesús que nos manifiestan muchas cosas por algo incluso a sus milagros los
llamamos signos, pero no son solo esas cosas extraordinarias los gestos que
hemos de contemplar en Jesús, pero gestos también en quienes se acercan a El
con una petición o con un deseo, expresando también un sentimiento o queriendo
ser señales también de una búsqueda que llevamos en nuestro interior y que no
siempre sabemos expresar con palabras.
El texto que hoy se nos ofrece muchas
veces lo hemos meditado y reflexionado; un hombre importante – algún
evangelista lo llama jefe de la sinagoga – que se acerca a Jesús porque su hija
está en la ultimas; una mujer con una triste enfermedad por todas las connotaciones
incluso sociales que tenía y que también se acerca a Jesús buscando su
curación. Ya sabemos bien cómo se desarrolló todo el episodio.
Una petición de un hombre que sufre y
que se postra ante Jesús; Jesús que escucha y que se pone en camino, una mujer
que se atreve a tocar la orla del manto de Jesús, un silencio penetrante que
hace despertar los espíritus, una palabra de aliento para quien tanto ha
confiado y que ahora se siente curada, una palabra invitando a la confianza
para quien le parece que todo ya está perdido, una mano que se tiende y que
levanta a la niña de su enfermedad y sueño de muerte.
¿Queremos más gestos cuando tantos se
nos han ofrecido en esta corta página del evangelio? Pocas son las palabras que
escuchamos a Jesús, salvo para invitar a la fe y a la confianza por una parte o
para resaltar la fe de aquella mujer que se atrevió a tender la mano hasta el
manto de Jesús con la confianza total de que sería curada. ‘Animo, hija, tu
fe te ha curado…’ que le dice a la mujer de las hemorragias, ‘Basta que
tengas fe’ que le repite Jesús a Jairo. No son necesarias cosas especiales
o extraordinarias, una mano que se acerca a Jesús y una mano que acerca a
Jesús. Pero en medio la fe.
¿Dónde está nuestra fe? ¿Cuáles son los
gestos con los que nosotros queremos trasmitir vida, como lo hizo Jesús en
aquella ocasión? ¿No tendremos que comenzar a decir menos palabras y a tener
más gestos con los que manifestemos de verdad la presencia del Reino de Dios
entre nosotros? La mujer se curó y la niña se levantó… ¿qué señales de
curación, de salud, de vida estamos dando o estamos viendo en lo que vamos
haciendo cada día?