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lunes, 7 de julio de 2025

Gestos y signos de vida y de salvación hemos de saber tener con los que nos rodean para hacer más presente el Reino de Dios en el mundo que nos rodea

 



Gestos y signos de vida y de salvación hemos de saber tener con los que nos rodean para hacer más presente el Reino de Dios en el mundo que nos rodea

Génesis 28, 10-22ª; Salmo 90; Mateo 9,18-26

La vida toda está rodeada de gestos, para comunicarnos, para relacionarnos, para expresar lo que queremos o lo que sentimos, para significar todo lo que es la vida en si misma; los podemos llamar gestos, como lo llamamos también signos; son señales que dicen en si mismas, y que de alguna manera tienen un lenguaje universal; no son necesarias traducciones porque muchas veces dicen algo más y más hondo que lo que expresamos con palabras, siendo también éstas gestos y signo de lo que pensamos o de lo que llevamos dentro.

Nos damos la mano para saludarnos en nuestros encuentros o en nuestras despedidas, es expresión de amistad y también de acuerdo de paz; ponemos la mano en el hombro de alguien y queremos expresar nuestro apoyo y la fortaleza que el otro recibe con nuestro gesto; damos un abrazo como expresión de cercanía más honda, porque de alguna manera es hacer vibrar el corazón al unísono; nos atrevemos a tocar al otro porque queremos llamar su atención o para decirle que cuente con nosotros que estamos ahí; nos cogemos del brazo de la otra persona porque queremos caminar juntos pero que significa mucho más porque en ese camino vendrán los desahogos y las confidencias;  nos sentamos al lado del otro y hacemos silencio porque simplemente queremos escuchar lo que el otro tenga que decirnos; miramos a los ojos porque le estamos diciendo que queremos llegar más hondo, o porque ofrecemos la sinceridad de nuestro corazón que ofrece confianza; muchos son los gestos con los que nos expresamos y todos son siempre bien significativos aunque algunas veces casi los hagamos sin darnos cuenta, pero siempre queriendo decir algo.

El evangelio está lleno de gestos, en Jesús que nos manifiestan muchas cosas por algo incluso a sus milagros los llamamos signos, pero no son solo esas cosas extraordinarias los gestos que hemos de contemplar en Jesús, pero gestos también en quienes se acercan a El con una petición o con un deseo, expresando también un sentimiento o queriendo ser señales también de una búsqueda que llevamos en nuestro interior y que no siempre sabemos expresar con palabras.

El texto que hoy se nos ofrece muchas veces lo hemos meditado y reflexionado; un hombre importante – algún evangelista lo llama jefe de la sinagoga – que se acerca a Jesús porque su hija está en la ultimas; una mujer con una triste enfermedad por todas las connotaciones incluso sociales que tenía y que también se acerca a Jesús buscando su curación. Ya sabemos bien cómo se desarrolló todo el episodio.

Una petición de un hombre que sufre y que se postra ante Jesús; Jesús que escucha y que se pone en camino, una mujer que se atreve a tocar la orla del manto de Jesús, un silencio penetrante que hace despertar los espíritus, una palabra de aliento para quien tanto ha confiado y que ahora se siente curada, una palabra invitando a la confianza para quien le parece que todo ya está perdido, una mano que se tiende y que levanta a la niña de su enfermedad y sueño de muerte.

¿Queremos más gestos cuando tantos se nos han ofrecido en esta corta página del evangelio? Pocas son las palabras que escuchamos a Jesús, salvo para invitar a la fe y a la confianza por una parte o para resaltar la fe de aquella mujer que se atrevió a tender la mano hasta el manto de Jesús con la confianza total de que sería curada. ‘Animo, hija, tu fe te ha curado…’ que le dice a la mujer de las hemorragias, ‘Basta que tengas fe’ que le repite Jesús a Jairo. No son necesarias cosas especiales o extraordinarias, una mano que se acerca a Jesús y una mano que acerca a Jesús. Pero en medio la fe.

¿Dónde está nuestra fe? ¿Cuáles son los gestos con los que nosotros queremos trasmitir vida, como lo hizo Jesús en aquella ocasión? ¿No tendremos que comenzar a decir menos palabras y a tener más gestos con los que manifestemos de verdad la presencia del Reino de Dios entre nosotros? La mujer se curó y la niña se levantó… ¿qué señales de curación, de salud, de vida estamos dando o estamos viendo en lo que vamos haciendo cada día?

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